@Noudiari / Que el futbol es un estado de ánimo es un tópico muy manido, pero define a la perfección el presente de la Peña Deportiva. Los de la Villa del Río creen, empujan, van, y da la sensación que quien quiera ganarles lo va a tener mal. Ahora, embarrancó en esa misión el Mestalla, que acumula siete empates consecutivos.
El filial ché estuvo a apunto de ascender a Segunda la temporada pasada, pero de aquel equipo queda poco menos que el recuerdo. Muchos jugadores son los mismos, pero ese es el único parecido. El Mestalla estuvo casi todo el primer tiempo a remolque de una Peña que se lo había creído.
No fue la primera mitad un festival de ocasiones, pero (casi) todas las que hubo cayeron del lado pitiuso. En 15 minutos, la Peña ya había avisado hasta cuatro veces, sobre todo vía un Marc de Val animoso. Tras el ecuador del primer tiempo, el Mestalla mejoró algo, y pudo marcar en un disparo de Fran Villalba que se fue alto.
Pero fue en el último suspiro, ya en el 44, cuando llegó la mejor ocasión del primer tiempo. Un remate de cabeza del omnipresente Marc de Val se paseó, de palo a palo, por encima de la línea de gol sin que nadie acertara a empujarla. Lástima, porque hubiera sido un merecido premio al buen hacer peñista.
El paso por vestuarios sentó bien a un Mestalla que volvió con bríos renovados al verde. La entrada de Alberto Gil revolucionó a un Valencia que parecía otro. Fran Navarro rozó el gol y poco después lo encontró Sito. Córner desde la izquierda y buen remate con la testa al segundo palo del 11 ché. Corría el minuto 52 y el Mestalla había necesitado tan sólo 15 minutos de mejoría para adelantarse. El talento.
Fe
Pero la mejor versión del equipo ibicenco estaba por llegar. La Peña que reacciona, la que tiene fe inquebrantable en que esto se va a sacar. Salinas lo intentó todo pero sigue sin encontrar su primera diana en la reentré. El empate llegaría, cosas del destino, vía un “xicotet de la terreta”.
Guille Andrés, valenciano, de Quart de Poblet, anotó el empate con un gran remate de cabeza a la salida de un córner botado por Marco Rosa. Mucho más justo era ese 1-1, que subió al marcador en el 63, y que supone la cuarta diana de futbolista de la Peña en Liga.
El partido entró entonces en una montaña rusa. Un poco de ilusión por ganar, otro poco de apuro por perder. Y en el intercambio de golpes apareció Imanol. El meta navarro metió una mano milagrosa en el último minuto ante remate a bocajarro de Álvaro Pérez, que parecía directo a la escuadra.
Paradón impresionante del portero peñista que vale un punto. Un punto para seguir soñando, para seguir remando. Para seguir creyendo.