@Noudiari / El duelo entre el Son Cladera y la UD Ibiza serviría para entregárselo a un gabinete piscológico, y utilizarlo de ejemplo a la hora de analizar si los pacientes son personas optimistas o pesimistas, si el vaso está medio lleno o casi vacío, 1-2.
Aquellos optimistas pensarán que se sacaron tres puntos en uno de esos campos-carretera (como gusta llamarles el ínclito Mario Ormaechea), en uno de esos recintos donde se ganan – y se pierden – ligas. El paciente negativo, el que todo lo ve negro, pensará que un proyecto del músculo de la UD debería no sufrir tanto y con tanta asiduidad, que igual te mete 8 (precisamente 8 se llevó el Son Cladera en el encuentro de la primera vuelta) como hace flirtear con el ataque al corazón.
Algo parecido a esto segundo es lo que ocurrió en Son Cladera. El conjunto de la barriada de Palma, con sus limitaciones, que son muchas, estuvo cerca de dar un disgusto al equipo de Salvo. Los vileros se plantaron en Son Cladera (barriada al noreste de Palma) con la intención de no repetir errores del pasado a domicilio e intentar resolver por la vía rápida. Toni Amor dispuso un once con una novedad principal: la inclusión de Cruz en posición adelantada, situando en el once a tres centrales: Bardanca, Abel y Barragán. Terán, el mejor en esos primeros compases, tuvo una buena ocasión a los 4 minutos, pero no acertó a superar al meta mallorquín.
Sin embargo, el Son Cladera sí encontró el premio del gol a las primeras de cambio. En el primer ataque mallorquín, D’Hont (sí, como el de la ley) se saca un disparo al borde de la frontal que, de tan desviado, se convierte en una asistencia a Matas, quien, solo, no perdona ante Manolo. Sorpresa en Son Cladera, y una vez más se encendían las alarmas en el transatlántico ibicenco.
El gol desestabilizó a la UD, que volvía a revivir fantasmas. De todos modos, el disgusto duró poco. A los 13 minutos, Gámiz sirve una falta en largo desde su propio campo y Liñán remata, casi a placer, al límite del área pequeña, con la testa, a dentro. Una jugada que demostró varias cosas: la calidad de Gámiz en el golpeo largo (al más puro estilo “drive” de Tiger Woods), el buenhacer del ex del Formentera en tareas ofensivas y, sobretodo, la debilidad de la defensa del Son Cladera, que quedó retratada. 1-1, y cuesta abajo, o eso parecía.
No atacó mucho más la UD en el primer tiempo. Parecía que sería más sencillo, pero no lo fue. Solo una gran triangulación entre Devesa y Terán que Cirio no alcanza a rematar estuvo cerca de mover el marcador
Tras la reanudación, Toni Amor (con el debutante Vicente Engonga a su lado como segundo) introdujo más pólvora dando entrada a Gregori. Y se notó. La UD tuvo tres buenas ocasiones en 4 minutos, pero no acertó. Primero Cirio se encuentra al portero, después un centro de Cristian Cruz no encuentra rematador, y la última, señores, este cronista aún no entiende cómo no acabó en gol. Un centro desde la banda derecha de Terán le cae, absolutamente sólo, a Cirio, quién, a un metro de la línia, sin portero y con el balón llegándole casi con música, envió alto. Era lo más difícil, sin duda.
Eso sí, Sergio Cirio sólo necesitó cuatro minutos para resarcirse. Es lo que tienen los cracks. En el 72, el delantero catalán acabó con el sufrimiento. Mateu Ferrer, algo desacertado durante todo el choque, controla un balón de espaldas en el área pequeña y la deja para que el pichichi fusile. Es el gol número 19 del ex de Adelaide United.
El gol mató al Son Cladera, que llevaba ya un rato más pendiente de perder tiempo que de inquietar el área ibicenca. Poca historia tuvo ya el duelo, sin tampoco nada más que llevarnos a la boca. Fue, por cierto, el primer partido sin Edu Oriol en el equipo, tras salir por problemas personales. Ahora, apunten. La nueva ilusión se llama Germán Cochis, quien podría debutar el sábado próximo. Remember his name.