El deporte local y de carácter amateur de Ibiza tiene casos extraordinarios. Como el del Club Ciclista Sant Rafel-CSXXI-Miró, nacido en 2017 de la mano de un grupo de amigos apasionados al deporte en general y del ciclismo en particular y que en pocos años, y con una pandemia de por medio, ha logrado crear una escuela con unas 50 chicas y chicos con ganas de aprender y un brillante porvenir. Entrenan en un circuito rural improvisado en terrenos de la familia del presidente de la entidad, Joan Ramón Ribas, al que no le falta de nada.
Entre pinos, naranjos, cipreses, laureles y cañas, y junto a un torrente, se extiende un recorrido de un kilómetro de cuerda en el que hay montículos para saltos, puentes y tramos de piedras donde los más pequeños, y patrimonio del futuro del club, entrenan para preparar las pruebas locales y foráneas en las que toman parte a lo largo de la temporada.
Las sesiones técnicas se realizan casi a diario de lunes a sábado, según las edades, y eso ha dado unos resultados prometedores tanto a nivel insular como provincial e incluso nacional. Jana Tur, Esther Ramón, Martina Tur o Inés Blanco, entre otras, son algunas de las chicas del club que mejores resultados han logrado recientemente en cuanto a categorías inferiores se refiere. Pero más arriba, en los grupo superiores, el San Rafel cuenta también con un importante potencial, como Laura Ríos, referente y espejo de las ciclistas que suben desde abajo.
Adrián Ribas, Marc o Xavi Marí (subcampeón de España de BTT infaltil y líder provisional de la Copa de Cataluña de BTT) son, en categoría masculina, otros de los activos del club rafaler, cuyos responsables, movidos por su amor a este deporte, vieron muy claro, según iban haciéndose mayores, que había que apostar por la base, para que los más jóvenes tengan las mismas oportunidades que tienen los deportistas de otras disciplinas que se practican en la isla. Sobre todo en cuanto a la posibilidad de competir de forma regular fuera de Ibiza.
De hecho, el club realiza entre 12 y 15 salidas a lo largo de la temporada, porque es la manera de mejorar, entienden, y de conocer el alto nivel que existe fuera de Ibiza y de Baleares y lo que deben esforzarse los deportistas locales para llegar a poder competir por el podio con los mejores en sus respectivas categorías a nivel estatal. Pueden salir de la isla con frecuencia porque se mueven bien comercialmente y han conseguido una importante nómina de patrocinadores que les ayudan a amortiguar los gastos de cada viaje, que no suelen ser baratos, precisamente, explica el presidente del club, Joan Ramón.
Programa de becas
Otra de las cosas que ha introducido el club para potenciar la competitividad y ampliar las opciones de los jóvenes que apuntan alto es un programa de becas para ayudar a las familias de aquellos ciclistas que mejores resultados obtienen cada temporada y que se pondrá en marcha este mismo curso.
Junto al circuito privado en el que se llevan a cabo los entrenamientos hay un garaje que se ha reconvirtiendo en un gimnasio donde los chicos y chicas trabajan la musculación. Todo es amateur, pero no les falta de nada para alcanzar un buen momento de forma, incluso dos tramos con un rock garden donde perfeccionar la técnica. Y siempre bajo la batuta de un entrenador especializado. A falta de grandes infraestructuras y medios, desde el club se ha agudizado el ingenio y se aprovechan al máximo todos los recursos a su alcance para dotar la escuela de todo aquello que necesita para funcionar.
En verano, cuando acaban las sesiones técnicas, la chiquillería se refresca en la piscina de la casa de Joan Ramón. Más que un club, el Sant Rafael es una familia, bien avenida y que trabaja en armonía por una meta en común: el ciclismo base. «Para los que movemos el club, lo más importante es que los niños y niñas puedan practicar de la mejor manera posible la modalidad que han elegido y que les gusta y para nosotros lo más importante es que no pierdan la motivación y sigan vinculados al deporte».