@V. R. / Primer Domingo de Mayo. Fiesta en Santa Eulària. Luto en la Peña Deportiva. Todos los días son malos para bajar de categoría, pero algunos, desde luego, son más difíciles de olvidar. Para el equipo de Dani Mori, sin embargo, ha sido un día más en la oficina. Uno cualquiera en el tortuoso camino por el que el entrenador ha timoneado el barco en su travesía por la Segunda División B. Errores vitales, falta de concentración en momentos puntuales y nula capacidad de enmienda desde el banquillo. Lo que ha venido siendo habitual, en síntesis, desde el principio del ejercicio. Nada nuevo, por desgracia para el club.
El técnico no ha conseguido el objetivo por el que se confió en él, la permanencia, pero aún así mantiene el mismo y desconcertante discurso de toda la temporada, ese en el que no se asumen culpas, se piden loas para los jugadores y se alaba el trabajo realizado, ya se gane, se pierda o se empate. El alegato, en definitiva, del conformismo en estado puro y duro.
Tras perder la categoría, Mori ha dicho que está «orgulloso» del trabajo que ha realizado el equipo a lo largo de la campaña y que de igual manera tiene que sentirse todo el pueblo de Santa Eulària, que, según él, no tiene nada que reprocharles. Una exasperante mezcla de contradicción y resignación que desvela el mínimo grado de autoexigencia marcado. «Hemos dado la cara por todo el pueblo: pescadores, carniceros, los que venden coches… Deben estar orgullosos», ha manifestado exctamente.
El colmo
Ni la gente de Santa Eulària ni la de ningún otro rincón del planeta celebra jamás la derrota de su equipo ni lo hará tampoco el de la Villa del Río, como quiere hacer ver el entrenador de la Peña Deportiva, que no ha cumplido con su misión, de hecho ha estado muy lejos de hacerlo, y en vez de agachar la cabeza y pedir perdón saca pecho. El colmo de todos los límites.
El entrenador ha continuado arrojando flores a sus jugadores, profesionales que cobran por jugar al fútbol y sacar los partidos adelante. «Los dos equipos querían ganar. Sabíamos que los dos buscábamos la victoria en los últimos minutos. He visto una batalla increíble. Fue un espectáculo. Górriz ha entrado pese a estar tocado en el cuádriceps. Éramos conscientes de que en largo iba a hacer daño y ha provocado el penalti», ha relatado el preparador tras el partido.
Verbosidad reconfortante
«Guille (que falló el penalti) es una de las mejores personas que he conocido y hay que ser honesto para ser valiente. Olé sus narices. Él no es quien tira los penaltis y no ha dudado. No lo ha fallado, el portero la paró y Guille se ha ganado el respeto de Santa Eulària, Baleares y el fútbol en general por su valentía», ha proseguido Mori, que parecía que había ganado la Liga en vez de haber perdido la categoría.
Sus palabras, sin duda, están claramente dirigidas a los jugadores y no a la gente del club o a la afición. Quizá toda la verbosidad empleada le reconforte a él y a los futbolistas, pero no a la afición, a la que seguramente no le hará mucha gracia el desmesurado dispendio de elogios sin una sola crítica que compartir ante la debacle. Ha querido quedar bien con unos, y se ha olvidado de los otros, de los que han apostado por ellos y al final se han llevado el disgusto.
Ahora ya nada tiene solución para la Peña en lo que queda de temporada, un último partido en casa ante el Villarreal B tan intrascendente como prescindible y tras el que, pase lo que pase, nada va a cambiar. Sin embargo, de cara a la que viene hay posibilidad de hacer un buen equipo, de retener algunas piezas importantes de la plantilla y de volver a ir a por el ascenso, a por la categoría de bronce, que es lo que se merece el pueblo de Santa Eulària, que bajo ningún concepto puede estar hoy orgulloso de lo que ha ocurrido. Faltaría más.