@V. R. / El ANTS:BFIT MuchoTicket Puchi tiene en sus manos la gesta más grande jamás protagonizada en el deporte insular en cualquier especialidad colectiva. No es un decir. Ningún equipo de la Isla ha logrado subir a la máxima categoría de un deporte de grupo con un bloque constituido en su inmensa mayoría por jugadoras formadas en Ibiza y que esta campaña se ha reforzado con piezas foráneas específicas que han venido a sustituir las bajas de otras primeras líneas criadas en el club que han abandonado la disciplina para ingresar directamente en clubes de División de Honor. Esta es precisamente la categoría que persigue el Puig d’en Valls. Y a la que espera ascender este mismo fin de semana con el apoyo de su afición.
La fase se juega en Santa Eulària y de los cuatro participantes solo dos estarán el curso que viene en la máxima categoría del balonmano femenino español. El balón echa a rodar este mismo viernes. Castellón y Córdoba inauguran la batalla con el papel de favoritas a las seis y media de la tarde. Dos horas después y en el mismo escenario, el Puchi debuta en su primera fase final por el ascenso ante el Oviedo. Estos dos últimos parten como las cenicientas de la competición, pero no piensan huir del baile ni mucho menos de forma prematura como en el cuento. La emoción está servida.
Ha sido en casa y ante su público donde el conjunto que entrena Noel Cardona ha jugado sus mejores partidos y donde ha plantado cara a verdaderos gigantes de este deporte si se pone en la balanza la experiencia y trayectoria de unos y otros. Demostraron las ibicencas en la Copa de la Reina de lo que son capaces y quieren volver a dar una alegría a su público y llevar al club a cotas insospechadas hace apenas cinco años. El trabajo constante de la directiva y cuerpo técnico y el empeño de un grupo de jugadoras que forman equipo desde que eran pequeñas han recorrido en tiempo récord un camino que muchos clubes jamás consiguen en su historia.
Ahora tienen ante sí el reto más importante de su carrera como deportistas y no quieren desaprovechar la oportunidad de acelerar el crecimiento de un club, el HC Puig d’en Valls, que ha quemado etapas a una velocidad de vértigo. Quieren subir y este conjunto siempre logra lo que se propone En sus filas hay una mezcla de calidad, experiencia y juventud. Una combinación explosiva donde la falta de centímetros es sustituida por un fuerte ritmo de inicio a fin que le permite recuperar muchos balones en defensa y generar ocasiones de lanzamiento cómodas desde prácticamente cualquier posición.
La gran afición al balonmano que existe en la isla augura un pabellón a reventar y constituye los cimientos que han permitido levantar un proyecto ambicioso que trata de poner a Ibiza en el mapa del balonmano nacional. La isla de moda lo es también del balonmano. La semilla de CB Pitiuso y Balonmano Seminari, los primeros equipos formados en la isla en 1968, es hoy un árbol de fuertes raíces que la Real Federación Española de Balonmano fue regando con la organización de competiciones de primer orden que aumentaron el interés por una disciplina que reúne todos los ingredientes para agradar: contacto y gol, mucho gol.
Ibiza ha acogido importantes acontecimientos de gran nivel tanto nacionales como internacionales dentro de este deporte, como la final de la Supercopa de España, en 1988, entre el Atlético de Madrid y el Elgorriaga Bidasoa, o la primera edición de la Copa Asobal de balonmano, en 1990, en la cual participaron Barcelona, Avidesa, Teka y Atlético de Madrid. La XV edición de la Supercopa española de balonmano 2000-2001 tuvo lugar igualmente en Ibiza, en el Pabellón de sa Blanca Dona, con victoria del FC Barcelona ante el BM Valladolid.
También se jugó en la isla el partido de clasificación para el Europeo de Portugal entre las selecciones de España y Austria, que finalizó con una contundente victoria de los jugadores dirigidos por Cèsar Argilés. Precisamente el entonces seleccionador nacional, el valenciano César Argilés, tuvo siempre a Ibiza y Formentera bajo su manto protector y se desplazó en hasta tres ocasiones a ambas islas para dirigir campus de alrededor de una semana de duración mediante los que consiguió enganchar a este deporte a multitud de jugadores, que esperaban siempre su llegada como la de los Reyes Magos porque el técnico venía cargado de regalos (camisetas de la selección, de otros equipos de máxima categoría o recuerdos suyos que repartía con verdadera devoción entre la chiquillería).
Ya merece Ibiza, por qué no, un equipo en máxima categoría. Y el Puchi ha sentado esta temporada las bases para conseguirlo, con permiso, cómo no, de rivales de talla como los que le visitan y que merecen también alcanzar sus sueños. Nadie a quien le guste el deporte en general y el balonmano en particular debería perderse una competición como esta, en la que se prevé un bonita pugna y que trae de nuevo el balonmano de quilates a una isla volcada con su equipo y su deporte y donde el balonmano consigue lo que en pocos lugares ocurre, ya que es capaz de concentrar en la grada a mucha más afición que el fútbol, que aquí pierde por goleada.