El técnico Juan Carlos Carcedo ha dejado de ser entrenador de la UD Ibiza. Amadeo Salvo, su presidente, ha vuelto a demostrar que es una persona de gatillo fácil y que la paciencia, en esto del fútbol, no es su fuerte. Con su destitución quizá se busque un revulsivo, una reacción inmediata, pero lo cierto es que la situación del equipo, a día de hoy, no es ni preocupante ni presenta urgencias a efectos de clasificación.
Con Carcedo en el banquillo, el club subió a Segunda A. Hoy se marcha, a la fuerza, después de haber sumado 25 puntos en la primera vuelta del torneo, y seis por encima del descenso. Todo ello, para más inri, siendo un recién ascendido, con una plantilla formada, en su mayoría, por los futbolistas que protagonizaron el ascenso el pasado curso, es decir, que vienen de Segunda B, y sin que haya llegado ningún fichaje de campanillas a la entidad.
Lo incomprensible de la decisión es que, salvo en la efectividad, el conjunto ibicenco ha cumplido con creces en esta primera mitad de la temporada y ha tenido momentos de muy buen juego. Ha competido contra 19 de los 21 rivales a los que se ha enfrentado. Solo Eibar y Cartagena le ganaron de forma inapelable. Incluso en el partido de este sábado ante el Sporting de Gijón (0-2), cuya derrota le ha costado el cargo, su conjunto ha generado tres veces más ocasiones de gol que su adversario.
La precipitación está al orden del día en el fútbol, y el cargo de entrenador siempre ha sido un puesto de riesgo supeditado a los resultados. Y en el Ibiza de Amadeo Salvo, más si cabe. A pesar de su destitución, Juan Carlos Carcedo se ha despedido a través de las redes sociales con el señorío que siempre le ha caracterizado.
«Hoy dejamos de pertenecer a la UD Ibiza. Gracias a las personas que forman parte del club, a los jugadores, a los aficionados, que siempre nos habéis apoyado y, especialmente a mi cuerpo técnico. De corazón, los mejores éxitos para el club», ha manifestado el técnico en su cuenta de Twitter.
La serenidad en según qué momentos no ha sido nunca uno de los fuertes del Ibiza. Así se se vio con David Porras, destituido después de perder el primer partido de Liga tras el ascenso del club a Tercera División, en la temporada 2017-18. Le sustituyó Toni Amor, que tampoco acabaría la campaña.
Este último fue despedido el 18 de abril por la mañana. Por la tarde, el club presentaba a Rufete como recambio. Lo mismo ocurriría en el siguiente ejercicio, en Segunda B, cuando el Ibiza arrancó con Ñoño Méndez como entrenador, siguió con Andrés Palop y terminó con Pablo Alfaro sentado el banquillo.
Alfaro continuó 17 meses más en la entidad ibicenca, pero, al no conseguir el ascenso por dos veces, no se le renovó. El club apostó entonces por Juan Carlos Carcedo, presentado en agosto de 2020 y con contrato de dos temporadas. Llevaba 16 meses en la UD Ibiza, y su trayectoria siempre ha sido intachable.
Sin embargo, los últimos resultados y la eliminación esta misma semana de la Copa del Rey ante la Ponferradina, han precipitado su despido.
El club había perdido la confianza en él, aunque la situación nunca ha sido mala. El Ibiza se ha ganado este año el reconocimiento de equipo revelación por su buen inicio de campaña, nunca ha estado en posiciones de descenso y, a pesar del traspiés de este sábado, el conjunto se mantiene seis puntos por encima del descenso a falta de que acabe la jornada.
Solo el tiempo dirá si la decisión tomada hoy por la UD Ibiza ha sido acertada o no, pero lo cierto es nadie puede conocer mejor que el técnico riojano esta plantilla, en la que el grueso de futbolistas son los mismos que consiguieron el ascenso, quienes, además, han tirado del carro de forma ejemplar desde su debut en la categoría. Jugando, además, a un gran nivel en muchos de los partidos disputados. Si se mira de manera fría, solo el gol, en este caso la ausencia del mismo, ha lastrado al equipo, que de haber tenido mayor acierto de cara a puerta estaría mucho más arriba en la tabla.
Ocurra lo que ocurra de ahora en adelante, su nombre, el de Juan Carlos Carcedo, quedará grabado para siempre en la historia del fútbol insular por haber sido el primer y único técnico que ha logrado conducir a un equipo de la isla a Segunda División A, algo por lo que será recordado y querido en Ibiza.