La UD Ibiza afronta este miércoles ante el Real Valladolid (19 horas, estadio José Zorrilla) un partido crítico. Después de tres derrotas consecutivas y de perder la imbatibilidad en casa el pasado domingo, el equipo se enfrenta al primer bache serio de la temporada y necesita reaccionar para no caer a las posiciones de descenso. Tras un buen comienzo de Liga, las cosas se empezaron a torcer ante el Eibar (3-1), se desbocaron en Cartagena (5-1) y se pusieron feas de verdad en Can Misses frente al Mirandés (0-2).
Además de no sumar ninguno de los últimos nueve puntos en juego, el conjunto insular ha encajado diez goles en tres encuentros y solo ha sido capaz de marcar dos. El técnico, Juan Carlos Carcedo, debe tratar de enderezar la nave lo antes posible para no poner en riesgo los intereses del club y su propio cargo, puesto que la UD Ibiza tiene fama de tener poca paciencia con los entrenadores, sobre todo cuando las cosas no van bien.
Así se se vio con David Porras, destituido después de perder el primer partido de Liga tras el ascenso a Tercera División en la temporada 2017-18. Le sustituyó Toni Amor, que tampoco acabaría la campaña. Este último fue despedido el 18 de abril por la mañana. Esa misma tarde, el club presentaba a Rufete como recambio. Lo mismo ocurriría en el siguiente ejercicio, en Segunda B, donde arrancó con Ñoño Méndez como entrenador, siguió con Andrés Palop y terminó con Pablo Alfaro en el banquillo.
Alfaro continuó 17 meses más en la entidad ibicenca, pero al no conseguir el ascenso por dos veces, no se le renovó. El club apostó entonces por Juan Carlos Carcedo, presentado en agosto de 2020 y con contrato por espacio de dos temporadas. Lleva 14 meses y medio en la UD Ibiza, y salvo los tres últimos encuentros, su trayectoria ha sido intachable, inmaculada.
Además del anhelado ascenso, el técnico riojano ha logrado que el equipo tenga una forma de juego reconocible, que sea ambicioso y que practique un fútbol de ataque alegre y vistoso. Todo esto, vistos los precedentes, no son una garantía en la UD Ibiza, con un presidente, Amadeo Salvo, de gatillo fácil, como demuestra la historia reciente de un club sin mucho pasado pero con un importante recorrido en la mochila.
Por tanto, el partido de Valladolid es el más importante de todos desde el ascenso del conjunto ibicenco a la Segunda División. No solo están en juego tres puntos, sino el estilo, una forma de jugar que ha atraído a los aficionados y que ha conseguido, además, el reconocimiento de los rivales. Muchos de ellos dicen abiertamente que la UD Ibiza es de los conjuntos que mejor juegan de la categoría, luego, en este sentido, es el mejor..
Por eso ha llegado la hora de la verdad, de reaccionar, de llegar antes a los balones divididos, de meter el pie y de dejarse la piel en el campo para revertir una situación que preocupa no solo a los dirigentes, sino a los aficionados en general. De aplicarse en defensa, pero no solo atrás, sino desde el primer atacante al portero, porque sino, ganar en Valladolid, será una quimera.
En declaraciones recogidas por la agencia Efe, Carcedo ha señalado hoy que tiene “fe” y “confianza” y ha asegurado que se recuperará “la senda de los buenos resultados».
El míster ha destacado la “dificultad” del partido, pero confía en poder recuperar “la entidad” demostrada en los primeros partidos en Laliga Smartbank: “Vamos a recuperar los valores que hemos tenido y vamos a ser un equipo difícil”, ha dicho en rueda prensa, y eso a pesar de que los pucelanos aspiran a estar en los puestos de arriba de la clasificación. Para este choque no podrá contar con Gálvez, baja por molestias.