@V. R. / Ocho y media de la tarde en el campo del San Rafael. No es un día normal para la plantilla del primer equipo, que a esta hora debería de estar entrenando. Hay una reunión en el vestuario en la que los jugadores deciden si siguen en el club o no. La directiva, en boca del presidente, les ha dicho que no cobrarán hasta final de temporada, si es que lo hacen, y que si el equipo baja no verán un céntimo. Todos menos uno, Paco Maline, toman la determinación de continuar. Cuando acaban, el capitán, Adrián Ramos, atiende a la prensa y cuenta lo que se ha acordado en la caseta mientras que sus compañeros se sumergen en la sesión técnica.
No habla como juega. En un tono sosegado y sereno, nada que ver como cuando se viste de corto, Ramos apaga el incendio creado por el presidente, Bernat Bonet. «Vamos a seguir», anuncia. «No queremos dejar tirado al club ni a los aficionados. En un principio solo se marcha uno, Paco Maline. Los demás nos quedamos, aunque el vestuario respetará la decisión de quienes quieran abandonar si es que en unos meses alguien se cansa de esta situación. No se puede asegurar que todos vayamos a terminar la temporada. Hay gente que ha venido de fuera y que si no cobra a lo mejor no puede resistir en la isla y vuelve a su casa. Algo comprensible».
Ramos dice que no entiende lo que pasa esta temporada. Lleva cuatro años en el club y jamás había ocurrido algo similar. «Se han llegado a deber dos meses, pero se habían pagado después y punto. Algo se ha hecho mal. Nosotros vamos a internar arreglar las cosas en lo deportivo y que la directiva haga lo propio en lo económico. Con Paco Bonet (el anterior presidente) nunca habíamos tenido este problema de ahora».
Reconoce el capitán del San Rafael que las palabras del presidente a veces no ayudan. «Nos dolió el hecho de que nos criticara públicamente. De todas formas, se ha disculpado y no le guardamos rencor, aunque hubiésemos preferido que lo hiciera de la misma manera, es decir, llamando a los medios o a través de un comunicado». Tenía el jugador, que hablaba en nombre de la plantilla, la oportunidad perfecta para devolver el dardo envenenado lanzado por el máximo responsable de la entidad, pero, con clase, prefirió morderse la lengua. «He aprendido a contar hasta diez», dijo al ser preguntado.
La deuda
El club arrastra una deuda de unos 25.000 euros de la pasada campaña, aunque otras fuentes apuntan a que esta es de 140.000. En comparación con la temporada anterior, el San Rafael ha dejado de percibir 12.000 euros de un patrocinador con el que tenía un acuerdo por cuatro años que ha expirado. Y además, su principal sponsor ha rebajado este curso en 15.000 euros su aportación habitual, que anteriormente rondaba los 50.000, «o algo más», y cuyo pago ya se ha hecho efectivo. Por lo demás, los ingresos derivados de la publicidad son similares a los de otros años.
El dinero con el que el club pretende subsanar parte de la deuda a los futbolistas y cuerpo técnico al término del ejercicio deportivo en curso procede de una cantidad que aporta Amnesia con la que habitualmente se cuenta para la siguiente temporada, que aplicando esta fórmula quedaría hipotecada en parte.
No es el Isleño
Aunque la situación del San Rafael tiene muchos parecidos con el derrumbe vivido por el Isleño la pasada campaña, en la que no pudo pagar a los jugadores, que se fueron yendo poco a poco, y cuya crisis terminó con el descenso de categoría del primer equipo y la posterior desaparición de la entidad, todo parece indicar que esto no va a ocurrir en el club de sa Creu. Parte importante de la directiva y gente próxima a los más veteranos de la Junta cuentan con apoyos suficientes como para mantener el barco a flote.
División en la Junta Directiva
En la Junta Directiva no hay un acuerdo unánime. El hecho de pagar a los futbolistas con un dinero que históricamente sirve para hacer que el club arranque en la nueva temporada no es secundado por todos los miembros. En este sentido, el presidente se encuentra solo, aunque se podría aceptar esta solución como mal menor e incluso no se vería con malos ojos dejar de jugar en categoría nacional, en Tercera, y aliviar así las cargas económicas que arrastra la entidad. El problema radica en que la mala gestión actual recaería en las personas que se hicieran cargo del club tras la marcha del hoy máximo responsable, Bernat Bonet, acordada y prevista a final de ejercicio.
Una parte de la directiva está molesta con el plan de ‘jubilación’ a medida que se ha preparado el actual presidente, que se marcharía dejando pagada parte de la deuda de esta campaña con dinero de la que viene. Este hecho ha sentado como una patada en vientre en un sector de la Junta, que entiende que se irá, por llamarlo de alguna manera, ‘de rositas’ mientras que el club queda sumido en una situación muy delicada.
Quién es Bernat Bonet
El presidente Bernat Bonet no es una mala persona, ni mucho menos, pero crea más fobias que filias. No ha podido mantener la unidad del club y sus declaraciones altisonantes no han contribuido a la cohesión. La sombra de Paco Bonet, el anterior presidente, es alargada y Bernat Bonet, su sucesor, ha caído, irremediablemente, en la comparación, de la que no sale bien parado. La buena voluntad a veces no es suficiente, y este ha sido el motivo de su batacazo.
Cuando el actual presidente cargó la responsabilidad de la baja afluencia de público al estadio rafaler sobre los jugadores, no hace mucho de ello, no tardaron en aparecer las voces que le señalaban a él como culpable de esta circunstancia, principalmente por sus ganas de protagonismo, algo que no gusta en un pueblo como Sant Rafel, que lleva la modestia por bandera. Sea como fuere, Bernat, muy amigo de los focos, no hará carrera como presidente del San Rafael.