@C. V. / «Sí, sí, sí, la Décima ya está aquí», coreaban al unísono el más de un centenar de aficionados que se reunieron pasada la medianoche en el Parque de la Paz para celebrar el nuevo título continental del conjunto blanco.
Los seguidores madridistas tenían ganas de aplaudir un éxito de su equipo después de unos años de travesía por el desierto, en los que lo más habitual era que las celebraciones las hiciesen los aficionados de su eterno rival, más acostumbrados a este tipo de festejos.
Sin embargo, doce años después, el 4-1 frente al Atlético de Madrid en la final de Lisboa ha devuelto la alegría a los hinchas del Real Madrid tanto en Ibiza como en el resto del mundo. «Por fin, la Décima», exclamaban algunos entre gritos de euforia y los típicos cánticos de «campeones, campeones» y algún que otro improperio hacia el FC Barcelona.
Todos tuvieron que aguantar la respiración tras el gol de Godin en el minuto 36 y aguantar los nervios y la tensión hasta casi el 93, cuando un cabezazo providencial de Sergio Ramos empató el partido y forzó la prórroga. Los gritos por el gol de Ramos se oyeron en casi toda Ibiza, aunque la alegría se completó en la segunda mitad de la prórroga, con el tanto de Bale y, poco después, con el partido prácticamente sentenciado, con la puntilla de Marcelo y Cristiano Ronaldo.
Mientras tanto, los hinchas del Atlético, reforzados por los azulgrana, que hacían fuerza contra el Real Madrid, no estaban para muchas fiestas. Perder dos finales de la máxima competición europea en los últimos minutos, aunque con una distancia en el tiempo de 40 años, es para echarse a llorar y ganarse a pulso el sobrenombre de los pupas.
Pero volvamos con las celebraciones. La euforia en Ibiza se desató tras el pitido final. Las calles se fueron llenando de bocinazos de los coches y de algunos petardazos. Poco a poco, los aficionados del Real Madrid fueron confluyendo en el parque de la Paz, hasta alcanzar un número aproximado de 150 personas. Incluso había algún seguidor atlético, demostrando que también hay que saber perder. La fiesta duró bastante tiempo, mientras que la gente seguía coreando lo de «Sí, sí, sí, la Décima ya está aquí».