C. Vidal / En el fútbol también hay fuga de talentos. Un claro ejemplo es el de Oliver Mendoza Gil (Eivissa, 1981), que en los últimos años parece empeñado en buscar el éxito cada vez más lejos de nuestras fronteras. Las Antillas Holandesas o la República Dominicana fueron dos de sus últimos destinos. En la actualidad, dirige el Centro Hispano Venezolano de Maracay, un equipo de Tercera División de un país, Venezuela, que está en proceso de cambio tras el fallecimiento el pasado 5 de marzo de Hugo Chávez.
-¿Cómo explicaría, con pocas palabras, su trayectoria deportivo?
-Desde pequeño me he acostumbrado a moverme por varios equipos de la Isla y, después de juveniles, me busqué la vida con el fútbol por el mundo. He estado en varios sitios, como Portugal, Andorra, las Antillas Holandesa, la República Dominicana y, ahora, Venezuela.
-¿Qué tal le van las cosas en Venezuela?
-Me siento bastante bien aquí. Ya conocía el lugar y sabía lo que me iba a encontrar. Deportivamente, estoy feliz. Estoy entrenando al equipo de Tercera División del Centro Hispano Venezolano. Vamos primeros después de ganar dos partidos y empatar otro, aunque el objetivo en mantenernos en la categoría.
-¿Cómo es el nivel del fútbol en ese país?
-La Tercera venezolana no tiene nada que envidiar a una Tercera de España. Tengo jugadores que militarían en ligas profesionales de Europa. Esta misma semana, por ejemplo, el Tempete de Haití ha fichado a un delantero del equipo que yo les había recomendado.
-¿Hay que salir fuera de España para, en muchas ocasiones, alcanzar el éxito?
-Sí, podría decir que es así y que he tenido que emigrar para obtener un cierto reconocimiento. En el fútbol, en España, lo tenía muy difícil. Aquí soy profesional y estoy reconocido ya a nivel nacional, sobre todo después de proclamarme el año pasado campeón de la Liga Mayor de la República Dominicana con el Deportivo Pantoja.
-¿Cómo se vivió ahí el fallecimiento de Hugo Chávez?
-El 31 de diciembre me dijeron que Chávez había muerto, pero las noticias fueron llegando a cuenta gotas y la gente no se lo creía. Pero, cuando se hizo oficial su fallecimiento, el pasado 5 de marzo, el pueblo se volvió loco. Había colas kilométricas para absolutamente todo, desde supermercados hasta gasolineras y cajeros. Fue un poco incómodo. Estuve dos días sin salir de casa.
-¿El legado que deja Chávez es bueno o malo para usted?
-Para algunos fue positivo pero, para otros, muy negativo. Viéndolo desde fuera, creo que no se rodeó de gente buena. El país quedó dividido ente el socialismo y la oposición. Hay familias que se separan por no pensar igual y hay gente que te deja de hablar por no estar de acuerdo con el chavismo. Desde mi punto de vista Chávez lo intentó hacer bien, pero no se rodeó de la gente adecuada y se le escapó de las manos.
-¿Qué cree que pasará en las elecciones presidenciales de este domingo?
-Henrique Capriles dará un cambio, que es lo que el país necesita y lo que parece que está dispuesto a hacer. Para mí no tiene rival. Es muy fuerte ver como Nicolás Maduro, que fue puesto ahí por Chávez, no sabe ni los estados en donde está así como la cantidad de tonterías que llega a decir. Si ganase Maduro de verdad me dolería, porque, en los cien días que ha dirigido el país las cosas han ido de mal en peor. Antes, en el supermercado, había pocos productos pero, más o menos, se mantenía el precio. Ahora, cada día sube todo.
-¿Su estancia en Venezuela es provisional o piensa en echar raíces?
-No lo sé. Lo que tengo claro es que quiero darle a mi hijo lo mejor y es duro llevar ocho meses sin verlo. Todo lo que hago es por él, pero aquí tampoco estoy ganando mucho y casi parece que no estoy haciendo nada. Es posible que sea provisional y que pronto tenga que cambiar de sitio. Estoy hablando con Juan Vidal, propietario de La Academia de Santiago, para montar un proyecto. Todo dependerá de estos meses.
-¿Su objetivo es acabar triunfando algún día como entrenador?
-Estoy trabajando para eso, sacándome el título y aprendiendo cada día algo nuevo. Sé que todavía me falta mucho para llegar a dirigir a un equipo de Primera División y, aunque ya lo hice en la República Dominicana, el nivel de su fútbol es bastante bajo. Ahora me conformo con aprender y me encantaría estar trabajando con gente como Luis Elcacho, Mario Ormaechea o Vicente Román. Son entrenadores que están marcando un estilo y dando resultados y eso quiere decir que van por el camino correcto. Hay que aprender de los profesionales y ellos serían un buen ejemplo.