@V. R. / A 14 jornadas para que acabe la temporada, Peña y Formentera están más dentro que fuera de la Segunda División B. Por mucho que los primeros hayan tenido una gran puesta en escena en esta segunda vuelta de la Liga, la salvación sigue lejos, a seis puntos. La desastrosa primera parte de campeonato que se macaron es un verdadero lastre, aunque al equipo se le ve brío, ganas y su línea es ascendente. Al menos un factor invita al optimismo, que no es poco.
Todo lo contrario le ocurre a su vecino y compañero de batallas, el Formentera, que está en caída libre desde que se le desmontó el equipo. La marcha de jugadores importantes como Álvaro, Liñan y Riera, además de la fuga de su entrenador, Tito García Sanjuán, es un trago de difícil digestión para un grupo que ha pasado de la euforia a la depresión en cuestión de un mes, escasamente.
El fútbol es cambiante, pero ni los jugadores de la Peña eran tan malos en la primera vuelta ni los del Formentera lo son ahora. Los baches son algo con lo que deben convivir los modestos y su supervivencia en la categoría depende de la capacidad de sufrimiento y adaptación a cada situación y partido para salir del foso. Cada vez queda menos Liga, menos partidos, y a partir de ahora cada punto vale su peso en oro. Los saben Peña y Formentera, que deben echar el resto.
Tanto en Santa Eulària como en Sant Francesc Xavier, la afición y el club merecen la oportunidad de mantener la categoría como primer paso hacia la posibilidad de asentarse en la Segunda División B, donde el fútbol poco o nada tiene que ver con la Tercera balear que tanto se ha vivido como sufrido en estos escenarios.
El paso cualitativo que han dado Formentera y Peña es grande, con todo lo que conlleva, desde presupuesto a infraestructura, como para retroceder a las primeras de cambio. Eso supondría un esfuerzo en balde que nadie desea, porque es tanto o más difícil llegar que mantenerse.
Así las cosas, más que partidos, a la Peña y al Formentera les quedan finales. Y con ese espíritu tienen que afrontar cada jornada que queda. Porque ni el Formentera ha sido inferior al Llagostera en la primera parte ni la Peña lo ha sido a todo un Elche en el Martínez Valero. Una cuestión de confianza, nada más, separa a los dos de la gloria o el fracaso. El futuro esta en sus manos.