@C. Vidal / «Mis hijos prácticamente han nacido en el gimnasio», declara, satisfecho, Bartolo Bonet, entrenador y fundador del Ibiza Boxing Club. Tiene razones para estar orgulloso. Sus tres hijos -Iván, Víctor y, ahora, Daniel- han seguido los pasos de su progenitor y forman una de las familias más unidas y con mayor pegada del boxeo ibicenco.
«Lo han vivido desde pequeños en casa, sobre todo los dos mayores. Yo en principio entrenaba en el garaje, luego ya me saqué la licencia y empecé a sacar chicos a boxear. Ellos prácticamente han seguido el mismo camino: en un principio hicieron natación y atletismo pero, a partir de los 17 o 18 años, decidieron entrar en el boxeo. De Víctor e Iván me lo esperaba, pero la sorpresa ha sido Daniel, porque no había venido a entrenar nunca, aunque los pequeños siempre van detrás de los mayores», declara Bartolo.
Los tres demuestran condiciones. «Hay que tener en cuenta que el boxeo es un deporte muy duro y que, además de lo sacrificado que es el entrenamiento, hay que saber estar en el ring, porque no todo el mundo vale. Puedes tener un atleta en el gimnasio pero, después, lo pones a pelear y te das cuenta que no tiene absolutamente nada. Con mis hijos he tenido suerte, porque tienen muy buenas condiciones», asegura.
Iván y Víctor llevan muchos combates a sus espaldas, tanto en categoría amateur como neoprofesional. Daniel, por su parte, debutó el pasado 5 de abril en el campeonato de Balears y, tras imponerse al mallorquín Juan Cortés, disputará en agosto el nacional de categoría júnior en peso medio. «El pequeño sólo ha hecho un combate y todavía hay que ver de lo que es capaz. Por el momento lo veo demasiado bueno. No es que sea malo ni nada parecido, pero quizá le falta un poco de agresividad. De todas formas, aún es muy joven, acaba de cumplir los 17 años, y tiene que hacer más combates para ir progresando. No por mucho correr se llega antes», comenta.
Los dos hermanos mayores tuvieron la oportunidad de dar el salto al boxeo profesional, aunque optaron por seguir dentro del amateurismo. «Creo que hubiesen tenido opciones, porque tanto el campeón de España superligero como el de superwelter pelearon y perdieron contras los dos en neoprofesional, que es casi lo mismo. Iván es muy fuerte y Víctor es más técnico y tiene un boxeo más inteligente. Los dos han peleado contra lo mejorcito de España y lo han hecho francamente bien. Por eso, Ricardo Atocha me ofreció la posibilidad de que fuese profesionales, aunque veo que el boxeo actual no da para vivir y ellos lo hacen como hobby y nada más. Para ganar dinero hay que irse a Las Vegas y allí ya hay demasiados boxeadores», añade Bartolo.
La saga Bonet
Bartolo: «Cuando empecé a boxear, en Ibiza no había nada»
Bartolo Bonet empezó en el boxeo en los años ochenta, aunque su carrera pugilística fue corta y optó por seguir ligado a este deporte como entrenador. «Cuando era muy pequeño venía por casa un boxeador, que ayudaba a mis padres por trabajo y me imponía mucho respeto. Después me vine a Ibiza y desconecté hasta que un argentino puso aquí una escuela de boxeo, que duró muy poco. Me metió el veneno en la sangre y decidí irme a Mallorca, porque en Ibiza no había nada. Allí hice boxeo, aunque no mucho, porque fue la época en la que mataron a este deporte en España. Disputé una docena de combates e, incluso, fui internacional en Argelia, en un combate que fue nulo. Después, en el año 96, junto a Julio González, otro forofo como yo, creamos el Ibiza Boxing Club. Él como presidente, haciéndose cargo de la parte burocrática, como quien dice, y yo como entrenador», recuerda Bartolo.
Iván: «Me gustaría probar en el boxeo profesional»
Iván (28 años) es el mayor de los tres hermanos. «Desde bien pequeño, con siete u ocho años, veía a mi padre entrenar a gente en mi casa, sentado en un silla. Allí empezó todo. Mi padre me hizo un saco pequeño y empecé a dar mis primeros golpes. Luego lo dejé, porque me pasé al atletismo y estuve compitiendo hasta los 18 años, aunque luego ya di el salto a pelear y a tomarme el boxeo más en serio», afirma. Iván ha disputado una treintena de combate, con mayoría de victorias y «siete u ocho derrotas, más o menos». Su deseo sería probar con los profesionales: «Tengo esa espina clavada. Me gustaría intentar, por lo menos, disputar un cinturón nacional». Tener a sus hermanos boxeando es para él una ventaja, porque «entre nosotros nos ayudamos y se hace más llevadero.Víctor es muy técnico, con un boxeo muy bonito de ver y que gusta mucho a la gente. Quizá no tiene la pegada que podemos tener Daniel o yo, pero da mucho espectáculo. En cuanto a Dani, está empezando y le falta aún peleas y guanteo con gente de más nivel para ir subiendo», afirma.
Víctor: «Los piques entre nosotros se resuelven en el ring»
Víctor (25 años) es el mediano y reconoce que desde siempre le ha gustado el boxeo. «Primero, al igual que Iván y Daniel, hice atletismo, pero llegó un momento en el que me di cuenta que me gustaba más el boxeo y, a los 17 años, decidí ponerme a pelear. Desde entonces habré hecho unos 40 combates largos, con una treintena de victorias, 3 o 4 nulos y, el resto, derrotas. Una vez me hicieron una oferta para pasar a profesional. Fue hace un par de años, cuando gané a un campeón de España y, desde Madrid, me ofrecieron esas posibilidad, aunque luego esa opción se enfrió. Si surge de nuevo, me gustaría probar», afirma. Víctor reconoce que tener a su familia dentro del boxeo es una ventaja: «Entre todos nos motivamos y nos damos ánimos. No hay competencia entre hermanos para ver quién es el mejor, aunque siempre, cuando guanteamos, hay los típicos piques. Eso sí, si hay algún problema, los resolvemos en el ring».
Daniel: «Mi padre y mis hermanos me meten mucha caña»
Daniel (17 años) acaba de aterrizar en el boxeo. Hace apenas un mes disputó su primer combate y su próximo objetivo es el campeonato de España júnior, en agosto. «No sé qué puedo esperar del nacional. Yo voy a disfrutar y tener una experiencia más. Me gustaría poder hacer algún combate más antes, pero no sé si se podrá porque, últimamente, no nos llaman desde Mallorca para hacer veladas», afirma. El benjamín, al igual que sus hermanos mayores, creció viendo boxeo: «Desde pequeño lo llevo viviendo. Ya veía a mi hermano y, después a Víctor. Al igual que ellos también hacía atletismo, pero acabé algo aburrido y, además, ya tenía pensado desde hace tiempo que lo que quería era boxear. Por ahora mi objetivo es llegar lo más lejos que se pueda, aunque, de momento, me lo planteo como una afición, porque del boxeo no se puede vivir». Daniel reconoce que en su primer combate «pasé muchos nervios, sobre todo cuando subí al ring, con tanta gente mirándote. Pero seguro que la próxima vez será más fácil». Por último, reconoce que tanto su padre como sus hermanos le dan mucha caña: «Sí, pero es algo que se agradece, porque sirve para mejorar y para motivarte a hacer cosas que, a lo mejor, no harías por tu propia cuenta. Por ejemplo, me dicen que me falta algo de agresividad, pero soy muy joven aún y es cuestión de cambiar el chip».