@Pablo Sierra del Sol / Felip Portas recordaba ayer en sus redes sociales: «Arribat al @sdformentera (fa 10 anys) l’equip era a preferent (amb -3 punts). Dimecres jugarem Copa contra el @SevillaFC #aixòseràunafesta«. Lo inesperado de medirse a un equipo como el Sevilla Fútbol Club para un modesto como el Formentera se explica si se repasa la gestión económica y deportiva de una entidad condenada a vagar por la Regional pitiusa en los últimos diez años. Xicu Ferrer, que recogió el testigo de Portas en la presidencia el pasado marzo, tiene claro el carácter histórico de la cita: «No volveremos a vivir un día como este. Es muy difícil que nos vuelva a pasar algo así».
Para encontrar el único acontecimiento futbolístico que podría ser calificado como precedente del partido que enfrentará a Formentera y Sevilla en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey habría que remontarse a los años setenta, cuando el Borussia Mönchengladbach de míticos como Stielike, Heynckes o Vogts jugó un amistoso en Sant Franscesc contra un combinado de jugadores de las Pitiüses. Entonces, los directivos del Formentera eran niños u adolescentes. Muchos de los aficionados del club aún no habían nacido. El partido contra aquella pléyade de internacionales se convirtió en una especie de leyenda que tendrá continuación en el partido contra los sevillistas, un acontecimiento que ha provocado que los dirigentes trabajen de lo lindo para que nade falle.
«Solamente disfrutaremos cuando empiecen los 90 minutos de juego, aunque será muy emocionante la marcha que hemos programado con toda la afición desde el centro de Sant Francesc hasta el campo a las cinco de la tarde», explica Xicu Ferrer, que horas compartirá mesa con los máximos representantes del club de Nervión. Está previsto que desembarquen en la isla junto a la plantilla que entrena Jorge Sampaoli las dos cabezas directivas del Sevilla, José Castro, presidente, y José María del Nido hijo, vicepresidente, además de Monchi, director deportivo y principal responsable, según muchos, del crecimiento deportivo rojiblanco desde el cambio de siglo. Mientras las directivas comen en el restaurante Es Arenals, la plantilla sevillista hará lo propio en el hotel Es Marès. Allí, cerca del campo, se concentrarán los de Sampaoli hasta que se desplacen al terreno de juego. Tras el partido, la expedición andaluza emprenderá el camino de regreso a casa.
«Queremos que sea una auténtica fiesta, un día para recordar. Seguro que lo conseguiremos, tanto por lo que ocurra dentro como por lo que pase fuera del campo», remata Ferrer, que calcula en 400 personas el número de aficionados con entrada que se desplazarán desde Eivissa para ver el partido, sin contar a los 180 sevillistas que viajan con su equipo. Nadie en Formentera recuerda a tantos aficionados cruzando es Freus para ver un encuentro de fútbol. La ocasión lo merece.