@Noudiari / José Ferrer padre y José Ferrer hijo, de Can Jaume d’en Parot, abrieron un pequeño chiringuito de madera en la playa de es Canar. Corría el año 1956 y el turismo empezaba a llegar, aún con cuentagotas, a una isla que todavía carecía de aeropuerto. Seis décadas después, aquel negocio al que bautizaron como Brisamar Ibiza sigue abierto. Antonia Ferrer, hija y nieta de ambos, se encarga de regentarlo junto a su marido.
El restaurante fue creciendo, adaptándose a los tiempos y dando forma a una deliciosa carta donde se mezclan platos ibicencos e internacionales, reflejo de la clientela fiel de un establecimiento que abre prácticamente durante todo el año. «No cerramos hasta finales de noviembre o principios de diciembre y en marzo ya estamos abiertos. En invierno trabajamos los fines de semana. Muchos ibicencos suelen venir los domingos a comer paella o bullit de peix, que lo hacemos por encargo. Trabajamos con el mejor pescado fresco y eso lo saben apreciar nuestros comensales», explica Antonia.
Cuando llega el mes de mayo la clientela cambia. Es Canar se ha ganado una justificada fama de playa familiar y Brisamar Ibiza es un claro ejemplo. Sus privilegiadas vistas, al encontrarse en primera línea de mar, y la tranquilidad que se respira en su terraza atraen a ingleses y alemanes, que disfrutan de carnes a la brasa o pescado fresco mientras sus hijos dan cuenta de una hamburguesa o una pizza antes de bajar a jugar en la arena.
«En julio y agosto llegan familias enteras de franceses para los que es una tradición venir a comer al restaurante», cuenta la propietaria del Brisamar Ibiza. Se trata de personas que tienen segundas residencias en la zona y que llevan veraneando en Ibiza desde que eran críos, comensales fieles a este restaurante de es Canar que ofrece una gran variedad de tapas hechas al momento con productos de primera calidad para abrir una comida que puede cerrarse deleitándose con los postres caseros que se elaboran en su cocina.