EMPRESAS
Producto, producto y producto. Estos son los ‘tres pilares’ en los que se basa la novedosa propuesta en Ibiza de restauración con sede en Cova Santa. La sociedad entre el experimentado y reputado Grup Iglesias, socios en diferentes negocios con los hermanos Albert y Ferran Adrià o Leo Messi, y el empresario Martín Ferrer han traído a la isla el concepto Espai Kru. Unos bocados que no dejarán indiferente a nadie.
«La cocina que hacemos en Espai Kru de Cova Santa se basa en un 90% en platos crudos. Es un viaje al pasado para descubrir cómo comían nuestros antepasados antes de que la civilización cambiara con la llegada del fuego. Tratamos el producto con las mismas técnicas que lo hacían ellos», explica Borja Iglesias, propietario del grupo junto a sus hermanos Juan Carlos y Pedro.
Un concepto que ensalza y sublima el producto por encima de cualquier otra aspiración. Alimentos de primera calidad que brillan por sí mismos, aumentados de potencia gracias a ahumados, aliños y todo tipo de técnicas recopiladas por todos los rincones del planeta: «Intentamos concentrar lo mejor de cada país y cada cultura», añade Borja Iglesias.
Cada plato tiene una pequeña lágrima de la tierra de estos gallegos, reconocidos por la excelencia de sus negocios. El alimento crudo como exponente: el estallido marino de unas ostras rabiosamente acompañadas una deliciosa leche de tigre; la fundición en el paladar de un tartar de ternera gallega o la sencillez del atún rojo. Producto y poco más. O mucho más, según se mire.
Y es que los fogones de Cova Santa también están activos. Un buen ejemplo es una sedosa carne de Wagyiu o un rodaballo salvaje del que se puede devorar hasta la espina. Y es que el delito es que sobre el plato resista la más ínfima parte de este tipo de productazos.
Un festín gastronómico que está avalado en Eivissa por los años de experiencia del empresario catalán propietario del grupo Amnesia. Una apuesta de Martín Ferrer «por traer algo diferente a la isla» después de quedar enamorado de este concepto culinario. Una propuesta que rezuma a partes iguales riesgo y pasión por el detalle. Reminiscencias del pasado que acaban siendo de rabiosa actualidad en un escenario incomparable como el de Cova Santa.