@Noudiari/ Joan Tur Juan (Sant Jordi, 1947) habla con pasión de su negocio y de sus inicios como si fuera ayer. Lo hace sin quitar la vista a la pantalla del ordenador y desde la mesa repleta de papeles de su despacho, ubicado en las mismas instalaciones donde unos metros más allá se atiende a decenas de clientes, ajeno a que se podría haber adherido a su jubilación hace mucho tiempo. “Trabajaré hasta que me vaya con los pies por delante”, señala con humor.
Tur Juan ha recorrido un largo trayecto hasta convertirse en el propietario de Fita, una empresa que arrancó su padre hace ahora unas siete décadas o más. Todo empezó cuando el progenitor de Tur fue el encargado de construir la iglesia de Sant Elm, después de la Guerra Civil. A Sant Elm le siguieron los templos de Santa Cruz, Es Cubells o el Seminario, entre otros.
Para poder desempeñar su trabajo se vio obligado a pedir material de construcción fuera de la isla ya que en Eivissa solo había cemento rojo, como rememora Tur Juan. Sus amigo aprovechaban esos pedidos para adquirir también material y poder llevar a cabo sus reformas, obra y chapuzas. Y así fue como empezó la larga trayectoria, que a día de hoy aún perdura, y que es Fita, una empresa que ha cambiado sus productos de venta en función de las necesidades del cliente. Fita es actualmente la empresa con más solera del mercado ibicenco, según explica Tur.
Actualmente, Fita ofrece hasta 100.000 productos diferentes y cuenta con unos 60 trabajadores frente a los dos empleados con los que contaba quien empezó con esta aventura de Fita.
Rápido y eficiente
Otra de las diferencias que destaca el actual propietario es la forma de servirlo. Si bien en los inicios de Fita había que esperar varios días a que llegaran los veleros con el material de obra, ahora los productos se sirven con la máxima rapidez.
Fita prioriza ahora la atención al cliente, una atención personalizada y detallada en la que el cliente nunca obtendrá un no por respuesta. “Si no tenemos un producto, lo buscamos y lo servimos”, explica Joan Tur Juan.
Aún así, para llegar hasta el despacho en el que ahora se encuentra, ha recorrido un largo camino. Comenzó con tan solo doce años y como “uno más”. Mozo de almacén, transportista o vendedor son algunas de las funciones que ha desempeñado antes de dirigir la empresa. De ahí que conozca tan bien la cadena de producción y el proceso de selección y venta.