La libertad fue el eje de la obra y la vida del pensador Antonio Escotado, fallecido este domingo con 80 años en Ibiza: libertad para consumir drogas, libertad frente a los totalitarismos, libertad sexual y libertad para defender el criterio propio por encima de convenciones sociales e ideológicas.
El sociólogo, ensayista y profesor madrileño, autor de una veintena de libros y traductor del doble, cultivó el comunismo revolucionario en su juventud y ha muerto siendo un referente del liberalismo.
Inmerso en la vida hippy de la Ibiza de los 70, formó parte del colectivo que puso las bases de la que acabaría siendo una de las discotecas más importantes de la isla más discotequera del mundo, Amnesia.
Hijo de un agregado de prensa del franquismo, nació en Madrid el 5 de julio de 1941 y con 4 años se trasladó con su familia a Brasil donde residió hasta los 14 años.
«Da la sensación de que Antonio Escohotado ha vivido 100 vidas»
Ricardo F. Colmenero
El periodista Ricardo F. Colmenero, que recientemente publicó un libro a partir de meses de conversaciones con él, resumía en una entrevista la amplitud de la experiencia vital e intelectual del filósofo: «Da la sensación de que Antonio Escohotado ha vivido cien vidas».
Licenciado en derecho por decisión de su padre, más tarde estudió Filosofía, que era lo que realmente le gustaba. Al finalizar, trabajó de ayudante en la cátedra de Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
En 1983 pasó a ser a Profesor Adjunto de Ética y Sociología en la UNED, y después titular de Sociología en dicha Universidad, de la que se jubiló en 2013. Se formó como jurista y filósofo influido por los conceptos de razón vital y razón histórica siguiendo a Ortega y Gasset y a Zubiri, para llegar después a Freud y sobre todo de Hegel, cuya filosofía de la religión analizó en su tesis doctoral «La conciencia infeliz» (1972). Esta obra junto con ‘Realidad y sustancia’ (1985) -una incursión en el campo de la lógica y metafísica pura- fueron los cimientos sobre los que se asentaba su pensamiento.
Pensador singular
Políticamente fue un pensador singular en el panorama español, y no siempre bien comprendido, ya que no se inscribía en el tradicional eje izquierda/derecha, sino que se centraba en la cuestión libertad/autoritarismo, rechazando el utopismo y el autoritarismo desde posiciones pragmáticas y racionalistas.
De espíritu inquieto, cercano al comunismo, se interesó por el psicoanálisis y pronto cambió Madrid por el Valle de Arán, Lérida, más tarde, por Gredos y finalmente por Ibiza, donde vivió quince años y fue miembro importante de la llamada «generación de Ibiza», jóvenes rebeldes y progresistas que se instalaron en esta isla para vivir al margen de «lo establecido». De hecho, ha dejado dicho que le gustaría que le enterraran en el cementerio de Santa Agnès de Corona, en el municipio ibicenco de Sant Antoni de Portmany.
Durante el franquismo, en la clandestinidad, sus posiciones políticas fueron evolucionando hasta llegar a decir que «cualquier utopía política acababa siendo indiscernible de uno u otro proyecto eugenésico, eufemismo para empresas genocidas».
Gran estudioso de los psicofármacos, escribió sobre ellos e incluso llegó a ser perseguido y enjuiciado por sus posicionamientos antiprohibicionistas de las drogas. En febrero de 1983 fue detenido en Ibiza por posesión de drogas, asunto que escandalizó a los ambientes universitarios y a la sociedad en general, sobre todo porque se produjo pocos meses después de que participara en uno de los programas de «La clave», en el que abogó por la legalización de las drogas, y en 1988 fue condenado a dos años de cárcel, por la Audiencia de Palma, y al pago de una multa por tráfico de drogas.
Participó en numerosas mesas redondas y seminarios para defender sus tesis de apoyo al no prohibicionismo. En 1987 quedó finalista del Premio Nacional de Literatura, de Ensayo, por su trabajo ‘Realidad y sustancia’.
Pero su trabajo más importante fue ‘Historia de las drogas’, del que en 1989 apareció el tercer tomo. En él analizó sistemáticamente el consumo de drogas, desde su origen religioso en los más remotos tiempos hasta la actualidad, y sostuvo que la droga y el hombre eran compañeros inseparables.
En 1990 publicó ‘El libro de los venenos’, que para el autor era un pequeño vademécum personal, histórico y científico de sustancias conocidas como drogas y que Escohotado denominó fármacos.
Alegato contra el poder
Fue Premio Anagrama de Ensayo en 1991, por la obra ‘El espíritu de la comedia’, un alegato contra el poder y los mecanismos de control de los ciudadanos.
Entre sus ensayos también destacan ‘Rameras y esposas’, donde revisa las relaciones hombre-mujer y madre-hijo, además de la mitología y el concepto a través de los siglos de la prostitución; ‘Historia de familia. Cuatro mitos sobre sexo y poder’; o «Los enemigos del comercio III» .
Analista de la actualidad, de los usos sociales y de la cultura durante la Transición escribió sobre los crímenes de estado de los GAL en distintos artículos y publicó ensayos sobre sociología del poder, como ‘Majestades, crímenes y víctimas’ (1987) o ‘El espíritu de la comedia’, Premio Anagrama de Ensayo en 1992.
A lo largo de su vida mantuvo numerosas polémicas en los medios de comunicación por sus opiniones sobre la moral, el consumo de drogas, la prostitución o la eutanasia.
Por sus posicionamientos fue rechazado en ciertos círculos académicos que le acusaron de intrusismo profesional, tras la publicación de ‘Caos y orden’, obra con la que fue Premio Espasa de Ensayo en 1999.
EFE