Son solo las ocho de la tarde Sant Antoni pero el exceso del alcohol, combinado con el potente calor del verano, comienza a hacer estragos entre los turistas más jóvenes.
En un pequeño tramo del carrer des Molí se puede ver a unos chicos británicos sosteniendo a un compañero en estado evidente de embriaguez y, a pocos metros, a una chica tendida en plena calle. Solo lleva puesto un bikini.
El chico va camino del hotel con sus amigos; la chica sigue en el suelo. Pero no está sola. Está acompañada por dos de las integrantes de Stay Ok Team, un equipo que se ha formado esta temporada, hace algo más de dos meses, para atender a personas que se han excedido en el consumo de alcohol u otras sustancias en esta zona de ocio de Sant Antoni, junto al paseo marítimo.
El equipo lo conforma personal del O Beach y también voluntarios del grupo 24/7 que llevan años atendiendo a víctimas del llamado turismo de excesos en su local del centro del Sant Antoni, junto al West End.
En total son 13 personas que trabajan por turnos semanales y que cubren un horario fijo cada día, desde las siete tarde hasta la medianoche. Están perfectamente organizados y hasta llevan un ‘uniforme’: una camiseta blanca que les identifica como miembros del Stay Ok Team.
David Mears, británico de Birmingham –»de donde los Peaky Blinders«, apunta, con una sonrisa– forma parte del Stay Ok Team. Lleva en Ibiza 14 años y ha visto de todo. «Ahora que soy algo más mayor y más sabio, por decirlo de alguna manera, me quedo muy impactado cuando veo a gente muy joven afectada. Muchos tienen 18 años, son solo unos niños, y me impresiona mucho verlos así», relata Mears a Noudiari mientras se mantiene atento a la chica que yace en el suelo y que es atendida por sus compañeras Joanne Crumlin y Katie Finlay.
La mayoría de las personas a las que asisten son chicas jóvenes que han bebido demasiado, una combinación fatal si se suma a que les ha dado mucho sol, no han tenido cuidado de beber agua o no han comido lo suficiente.
Llegan en bikini al beach club y en algunos casos, cuando salen de allí horas después, se encuentran borrachas, en la calle, con apenas ropa y de noche. «Cuando vemos a una chica en estas circunstancias nos acercamos a ella, le ofrecemos ayuda y le damos una camiseta y chanclas, para que se cubra y por si ha perdido los zapatos o va en tacones. Por supuesto, lo primero es ofrecer agua, que siempre llevamos en la mochila», relata Mears.
Se aproximan a la persona afectada «con mucho respeto» y la pregunta de entrada siempre es Are you ok?, ¿estás bien? en inglés. Entonces les explican que forman parte de un equipo de ayuda en estas situaciones. «Eso es muy importante, ya que muchas veces ellas o sus amigas sospechan si un extraño se aproxima», añade.
«Veo el efecto que tiene el alcohol y me sale el instinto protector. Tratamos de aportar la experiencia de cada uno y, sobre todo, estamos para ayudar, para acercarlas al hotel, indicarles dónde está la policía, llamar a una ambulancia si es necesario… darles toda la información y atención posible», relata el trabajador que añade que a veces su ayuda es algo tan simple como buscar en Google la dirección del hotel o llamar a un taxi.
Él, que lleva tantos años en Ibiza, puede comparar la situación actual con lo que pasaba antes en el West End y cree que hay mejoras. «El alcohol sigue estando presente, pero ahora hay más información, más policía, mejor servicio de ambulancias… pero fallan los taxis», lamenta. Y es que el momento de espera en una cola pueden ser crucial. Si pasa mucho tiempo, las personas se cansan de esperar y empiezan a deambular por la calle, lo que puede tener consecuencias nefastas: desde un accidente a una agresión sexual.
Por eso, la próxima mejora que quiere poner en marcha Mears en Stay Ok Team es un vehículo propio para poder socorrer mejor a estas personas en el caso de que necesiten ser trasladadas de urgencia o simplemente descansar seguras en su hotel.
La pregunta que surge es por qué beben tanto los turistas. Y las respuestas son múltiples. «La gente joven que vienen lo quiere hacer todo en tres días y eso es imposible. Eso les lleva a descansar poco y querer hacer demasiado en poco tiempo…».
Tal vez la respuesta más clara a esa cuestión es que todo deriva de la cultura de la fiesta en Reino Unido, vinculada siempre a grandes cantidades de alcohol «como una vía de escape a los problemas del día a día», reflexiona Mears.
«No es cierto que estas personas estén esperando a venir a Ibiza para beber, lamentablemente la cultura del alcohol es así allí también: la fiesta está vinculada a beber en Inglaterra», añade Mears, que confiesa que dejó el alcohol hace tres años.
«Ibiza no es solo fiesta. Todos los sabemos que tiene una naturaleza y una cultura increíbles pero supongo que cuando tienes 18 años lo que quieres es ir de fiesta. Todos hemos sido jóvenes y lo sabemos», admite.
Así, para este trabajador el problema principal es el alcohol y no las drogas. «Por mi experiencia os puedo decir que es el alcohol el que genera más problemas y, a veces, la gente se pone muy violenta», describe.
Mientras hablamos, dos agentes de la Policía Local de Sant Antoni se acercan para ayudar también a la chica que yace en el suelo, tapada y atendida por Stay Ok Team. Lleva tumbada un buen rato, le han dado agua y, finalmente, consigue levantarse.
Los ‘ángeles’ de Sant Antoni
Hace años que en Sant Antoni trabaja el equipo 24/7 para atender a turistas afectados por el consumo de alcohol o drogas. Tres miembros de esta agrupación colaboran con Stay Ok Team.
Suelen coordinarse y, cuando el equipo de Stay Ok termina su jornada, sobre la medianoche, avisan a 24/7 si encuentran algún caso para atender después de esa hora. Ellos trabajan hasta bien entrada la madrugada.
Otra de las labores que hacen es recoger la ropa que dejan olvidada los turistas, como camisetas o zapatillas, y las entregan a 24/7 que la usa con fines benéficos y la dona a personas con dificultades económicas.
Hay voluntarios de todas las edades: desde la irlandesa Katie Finlay, de solo 19 años, que hace por primera vez esta labor de ayuda, a compañeros de 45 años. Hay tanto hombres como mujeres y no solo son extranjeros residentes sino que también hay ibicencos y trabajadores de temporada.
La entrevista finaliza pero una de las voluntarias, Joanne Crumlin, natural de Belfast, capital Irlanda del Norte, y residente en Ibiza desde hace 25 años, se ofrece a acompañarnos hasta el West end. Un lugar que conoce muy bien porque vivió y trabajó allí durante años. Por el camino se ven a decenas de personas vendiendo globos de gas de la risa. Pero también se observa más presencia policial que hace unas semanas.
Una vez en el West nos muestra algunos locales que han dejado de ser bares para convertirse en restaurantes y comentamos con ella que se ve un turista algo diferente: no solo británicos jóvenes sino un perfil de mayor poder adquisitivo y de más edad y de otras nacionalidades, como holandeses o franceses. Poco a poco se ven cambios, pero la cultura del alcohol sigue haciendo necesario el trabajo de este tipo de organizaciones que no solo ayudan a turistas en apuros sino que evitan agresiones sexuales y robos a jóvenes a los que le alcohol deja a menudo inconscientes e indefensos.
La fábrica de basura pone basureros para recoger los despojos.
El artículo: Publicidad, blanqueamiento y llamamiento al voluntariado.