R. B./ Los 117 metros de eslora del Turama han protagonizado más escándalos que cualquier otra embarcación. Uno de ellos, el de la presunta violación en 2008 de la modelo Penélope Heilmann por parte del príncipe saudí Alwaleed bin Talal, ha regresado a las manos de la justicia después de que fuera desestimado sin tan siquiera admitir a trámite una de las pruebas más significativas del caso: una muestra de semen que no se cotejó con el ADN del acusado.
El otro escándalo sucedió en 2011, cuando el ancla del Turama arrasó con una hectárea de posidonia en pleno Parque Natural de ses Salines, en Formentera. Diez mil metros cuadrados o, lo que es lo mismo, el equivalente a un campo de fútbol de esta especie protegida, que ha sido considerada como el ser vivo más grande del planeta. De nuevo Bin Talal, amigo personal del rey y, por qué no decirlo, alguien con suerte en lo que a los temas judiciales se refiere, zanjó la polémica con un donativo a Rescat Immediat Posidònia (RIP). La Fiscalía, por su parte, le echó un cable cuando en abril de 2012 archivó las diligencias de este caso, afirmando no haber detectado indicios de delito en este atentado ecológico.
Un yate que en 2010 se alquilaba por 630.000 euros a la semana
Y el Turama continúa surcando las aguas de las Pitiüses verano tras verano, ajeno a la polvareda que levanta cada vez que recala frente a las costas de Eivissa y Formentera. Muchos habrán visto su impresionante casco de color azul profundo mientras se zambullían en el mar o viajaban a bordo de una embarcación más modesta. Sin embargo, ahora también pueden adentrarse en el yate de la polémica y desvelar los secretos que guarda esta embarcación, que en 2010 se alquilaba por 630.000 euros a la semana.
Como no podía ser menos para un yate que hace las delicias de un príncipe saudí, la embarcación cuenta con cuatro motos acuáticas, piano en el salón principal, karaoke y conexión wifi, cd y dvd en todas las cabinas. Todo ello minuncias para un barco que alberga 43 camarotes, cada uno con su aseo. El paseo por el interior del Turama que muestra la web que lo ofrece en alquiler, Charterok.com, nos muestra una serie de salas de reuniones y de televisión que lo asemejan más a un hotel de una cadena vetusta que a un yate puntero en su diseño y tecnología.
Cuarenta y tres camarotes rebosantes de lujo
En la soleada cubierta, una piscina y un jacuzzi junto a ella, para las veladas más románticas de los inquilinos de este buque. Y después, quienes alquilen el Turama podrán comer en un salón que recuerda a las salas donde se celebran eventos multitudinarios, tales como bodas, bautizos y comuniones. Cuarenta y tres camarotes dobles se traducen en ochenta y seis posibles pasajeros, una cifra que obliga a disponer de espacio para casi un centenar de cubiertos.
Los lugares más íntimos del Turama son, cómo no, sus camarotes, todos ellos forrados en madera. Una cama doble preside la estancia, siempre vestida con ropa de cama de un blanco cegador. A sus pies, lujosas alfombras y televisores de última generación con los que entretenerse después de un día de navegación. El mármol de la mejor calidad recubre los baños desde el suelo hasta el techo, para ofrecer al ocupante de esta popular embarcación una sensación de lujo y exclusividad. Un barco de ensueño para unos, el yate de la polémica para otros, el Turama es un triste protagonista de la actualidad ibicenca.