@David Ventura/ Actor y dibujante de cómics, Carlos Areces es una de las personalidades más interesantes del actual cine español. Su rostro nos empezó a ser familiar gracias a ‘La Hora Chanante’ y ‘Muchachada Nuí’, en compañía de Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Raúl Cimas y Julián López. Imposible olvidar sus personajes como ‘El bonico del too’, extraordinaria representación del fascismo cotidiano y que es un ejemplo canónico del talento actoral de Areces: con una expresión mínima transmitía toneladas de mal rollo con un sketch que, a priori, era de comedia, sólo a priori. Desde entonces, su carrera no se ha detenido, con apariciones inolvidables en películas como ‘Balada triste de trompeta’, ‘Los amantes pasajeros’ o ‘Extraterrestre’.
No obstante, lo que ha traído a Carlos Areces a Ibiza es su faceta musical. Además de su carrera como miembro del dúo de subnopop Ojete Calor, el madrileño también es un destacado melómano y disc-jockey. Así, este sábado ha pinchado en el Hotel Pikes en la fiesta El Fabuloso, con el que el club de Silvia Superstar ha celebrado su tercer aniversario. Una visita a la isla que es una excusa magnífica para hablar con Areces de música, y explorar sus personales obsesiones sonoras.
-¿Qué música suena en tus sesiones de disc-jockey?
-Música que va desde la década de los 60 hasta los 90. Mi idea es que cuando pinchas lo que pretendes es que la gente baile, y la selección musical va encaminada hacia esta dirección. Procuro poner temas infalibles y, en mi opinión, imprecindibles. Aunque a veces me sorprendo a mi mismo tirando de la fácil y pinchando cosas como ‘Melancolía’ de Camilo Sesto.
-¿Cómo fue que te reclutaron para pinchar en El Fabuloso?
-Silvia Superstar me debió ver cuando ponía música en el Ocho y Medio, y desde entonces me ha llevado un par de veces a sus bolos. Silvia y yo tenemos mucho en común, y ella tiene la capacidad de sacar mi vena más rock.
-¿Cómo se te despertó tu pasión por la música?
-Pese a que tengo una gran gran colección de música de los 80, cuando yo era niño, en los 80, apenas escuchaba música. Recuerdo que sólo tenía dos casettes: uno de Mecano y otro de Hombres G. Toda la música la he ido descubriendo después. Me empecé a aficionar a la música cuando apareció el CD y me dije que aquel era una formato muy chulo y una forma maravillosa de acumular música. Pensé: ¡qué bonito, qué moderno, qué formato!
-Es raro, porque todos los melómanos siempre prefieren el vinilo antes que el CD.
-Yo tengo muchos vinilos, pero porque no tengo más remedio: si quiero ediciones originales o escuchar los temas del catálogo Belter, tengo que escucharlos en vinilo. Si encuentro el mismo álbum en CD y en vinilo, escojo el CD, pero hay muchísimas canciones maravillosas sólo se han editado en vinilo.
La mayoría del catálogo de discos Belter, la casa más maravillosa de música que ha existido jamás en España, sólo se ha editado en vinilo. Si quiero la canción ‘Love, love, love’ de los Jipiloyas tengo que comprarlo en vinilo. Si quiero los singles que grabó Andrés Pajares, debo comprarlos en vinilo…
«Me fascinan las ‘celebrities’ que graban discos»
-¿Cual fue el primer artista que te fascinó?
-El primer disco que me compré con mi dinero fue la banda sonora de Twin Peaks, de Ángelo Baladamenti. De adolescente, mi principal influencia fue mi hermano mayor: yo escuchaba su música: los grupos de la época dorada del rock de los 60. El primer grupo por el sentí fascinación fueron los Beatles. Me escuchaba un disco y me parecía maravilloso, ¡pero escuchaba otro y me gustaba más que el anterior! De los Beatles salté a los Doors, luego a los Beach Boys y Brian Wilson. Michael Jackson, por supuesto, David Bowie…
-¿Y cuales son tus fascinaciones actuales?
-Tengo dos obsesiones: las versiones que no tienen nada que ver con el tema original, y los discos de celebrities metidas a cantantes. En los años 70 era muy fácil grabar un disco y a cualquier actor famoso lo metían en un estudio de grabación y sacaba un single, aunque no tuvieran voz ni supieran cantar.
-Sí, que si no sabían cantar les obligaban a grabar esos “recitados”…
-Efectivamente. Y aquí grabaron discos todo el mundo: Antonio Ferrandis, Sancho Gracia, Pepe Sancho, Paco Rabal, Fernando Rey… Cosas maravillosas. Me gusta mucho el concepto: “¿Eres famoso? ¿Por qué no grabas un disco?”. Esta insania me ha llevado a comprar el disco que sacó el Dioni o el de Mayra Gómez Kemp.
Todo este material hay que comprarlo en vinilo. Estos discos también tenían unas portadas muy bonitas, y ganaban con el formato del vinilo, más grande. Son discos que compro por la belleza de las portadas. Hay un caricaturista norteamericano llamado Al Hirschfeld, que trabajaba en el New Yorker y que realizó muchísimas portadas de discos de jazz, y es un trabajo excepcional, son obras de arte.
«La humillación televisiva es algo muy potente»
-¿Qué debe tener un disco o un artista para que se reivindique como artista de culto? En muchas ocasiones tengo la sensación que, cuando pasa un cierto periodo de tiempo, ya hay carta blanca para reivindicarlo todo, empezando por cosas tan horribles como el catálogo de Vale Music.
-Hay que distinguir lo que se reivindica como musica ‘de culto’ y lo que se reivindica como ‘kitsch’. También hay que separar lo que se recupera únicamente por nostalgia. Por ejemplo, me he sorprendido a mi mismo escuchando música de los 90 que entonces aborrecía, como Ace of Base o 2 Unlimited. Aquí estaríamos hablando de pura nostalgia, pero se trata de música que no tiene la altura ni la calidad del disco de Mayra Gómez Kemp, por ejemplo.
-¿Meterías en este grupo también a gente como David Bisbal?
-Bisbal ahora es un equivalente a lo que era Raphael hace 50 años. Y debo decir que el Raphael de los años 60 y 70 me parece un artista muy reivindicable, extraordinario. Creo que Bisbal no alcanzará nunca su nivel pero, por ejemplo, para la banda sonora de Torrente 4 sacó un tema -‘Aquí te pillo aquí te mato’- que era una rumba que me pareció una caña. Siempre hay que dejar una puerta abierta al eclecticismo.
Hay cosas que sólo se pueden saber con el paso del tiempo. No tengo gustos inmediatos. Necesito tiempo y distancia para que el criterio se vaya configurando en mi cabeza. Dentro de 20 años veremos cómo la nostalgia, el cambio de gustos y el paso del tiempo tratan los primeros discos de Operación Triunfo.
-De hecho, algunos artistas de OT ya se han convertidos en fenómenos de culto alternativos. Estoy pensando en Juan Camus y Enrique Anaut.
-¿Anaut quien era? ¿Uno con barba que decía que era demasiado artista como para encajar en el programa?
-Yo lo recuerdo porque se tuvo que batir en el voto popular con Manuel Carrasco. [Es un recuerdo pero quizás no sucedió nunca, quizás lo habré soñado] Conectaron con el pueblo de Carrasco, que es Isla Cristina, y había 10.000 tíos en la calle. Luego conectaron con la ciudad de Anaut, Pamplona, y había apenas 30 o 40 personas, y lo intentaron disimular con planos cortos, fue muy humillante. Luego sacó una canción, ‘Maria José’, que era un desastre.
-Yo reivindico antes la humillación que el éxito. Los momentos de humillación televisiva son muy potentes. Lo que te hace débil es también lo que te hace atractivo, por eso la telehumillación es tan fascinante. Los personajes que tienen éxito no me interesan.
«Belter es la mejor discográfica que hemos tenido»
-Comentabas que otra de tus obsesiones son las ‘versiones’ que subvierten completamente la canción original.
-Efectivamente. Y como no podía ser de otro modo, el archivo de Belter contiene cosas increíbles y bellísimas. Hace poco descubrí a una flamenca de León que se llama Argentina Coral y que tiene una versión de ‘Johnny Guitar’ que no tiene nada que ver con la original. Estupenda. Y también a otra artista que se llama Amina y que versionó ‘Marionetas en la cuerta’ y el ‘Submarino amarillo’ y que es un espectáculo, una pasada. O por ejemplo una tal Carmín, que versionó ‘Hot Stuff’ de Donna Summer convirtiéndolo en ‘Caliente’ [tararea Caliente, caliente ooouuuuuhhhh] Magia, pura magia.
Todavía nadie ha recopilado en CD las canciones de los Hermanos Calatrava, ni de las Hermanas Hurtado. Por cierto, ¿sabes que el cantante Iván -sí, el de ‘Telenovela’- versionó el ‘Starman’ de David Bowie?
-¿Hay mucha belleza por descubrir?
-Muchísima. Hay mujeres cantantes yeyés olvidadas, como Maleni Castro. Tampoco se han editado jamás las bandas sonoras maravillosas que compusieron Antón García Abril o Augusto Algueró.
-¿Cómo es una jornada del Carlos Areces coleccionista? ¿Por donde buscas los tesoros?
-Visitar las tiendas de segunda mano de Madrid suele ser poco productivo. Hoy en día, muchas tiendas no dejan de ser una especie de vertedero donde hay un millón de cosas muy desordenadas. Es un material muy esquilmado y los coleccionistas ya se han llevado todo lo que vale la pena. Después de ver decenas de cajas y miles de discos no encuentras nada que valga la pena. Es más práctico -pero menos romántico- ir a páginas como Todocoleccion y Ebay: lo encuentras, lo pagas, y ya lo tienes.
Pero como me gusta todo el mundo viejo, sigo pasando muchas horas en tiendas y rastrillos. Colecciono fotografías antiguas, tebeos… y los tebeos debes palparlos. Me gusta entrar en el rastrillo y rebuscar en la mierda.
-Mucha de esta música es de finales de los sesenta y principios de los setenta. Un periodo fascinante, el tardofranquismo, en el que coexistía una cultura pop muy colorista y potente con un régimen que ajusticiaba al garrote vil. Algo muy inquietante y que reflejaban muy bien los títulos de crédito de ‘Balada triste de trompeta’: la dictadura no pertenece a una época lejana y en blanco y negro. El ‘Un, dos, tres’ y el fascismo coexistieron.
-Mi acercamiento al sonido de esa época se debe a un interés estrictamente musical. Afortunadamente, no viví el franquismo, y no sufrí en primera persona el uso que el régimen hacía de la música pop para ocultar su pobredumbre y violencia. Si me gusta la música de esa época es por sus arreglos majestuosos, su producción cuidadísima, la pasión con la que esa gente vivía la música. Respetaban mucho al público. Sin embargo, a partir de la década de los ochenta, la calidad de las producciones cayó en picado.
-¿Alguna vez te han tildado de friki por tus gustos?
-Me pasó cuando quise comprarme el disco de Tamara Seisdedos -la de ‘No cambié’- en el FNAC, que el encargado de atenderme me miró con desprecio y me dijo: “Nosotros no vendemos estas cosas aquí, búscalo en una gasolinera”. ¡Y me lo dice un tío que vende discos de Alejandro Sanz! Además, el disco de Tamara Seisdedos, el ‘A por tí’, es muy disfrutable, muy válido. Es mejor, mucho mejor, que el 90% del pop español que se graba hoy en día.