José Manuel Piña Vives / Un potente redoble de tambor anunciaba sobre las ocho de la tarde la salida de la Virgen del Carmen del templo de Sant Elm. Era su día grande y numerosos ibicencos regresaron por primera vez en mucho tiempo al barrio de la Marina y al puerto de la ciudad, por fin libre de las odiosos muros de metacrilato, aunque no de cadenas. Media hora después, la imagen llegaba al Muro para partir aguas adentro para, como cada año, renovar su madrinazgo sobre las gentes del mar pitiuso. Escoltándola, las principales autoridades civiles y militares ibicencas. Los equipos de Gobierno del Consell y del Ayuntamiento de Vila, excepto los concejales Joan Daura y Lina Sansano. así como el delegado insular del Gobierno, Rafael García Vila, y el concejal de Sant Antoni, Vicent Costa, Maymó.
Las bandas de Nuestro Padre Cautivo y de Nuestra Señora de los Dolores completaban el elenco artístico que acompañaba al cortejo cívico religioso, que seguía a la imagen de la Virgen. La comitiva, presidida por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, se puso en marcha camino de la calle Mare de Deu y sa Riba hasta desembocar en el Muro, donde la esperaba la embarcación Cala Saona, a bordo de la cual se embarcó para la tradicional procesión marítima. Otra embarcación acogió a muchos de los numerosos ibicencos que, por primera vez en diez años, pudieron seguir la procesión por mar, aunque pasando por taquilla para pagar esa gracia con unos simbólicos dos euros.
Esa condición no era preceptiva para las autoridades, que, a pesar de ello, no lucían su mejor sonrisa. El presidente del Consell, Vicent Serra, lucía semblante casi de duelo, tal vez por la recién conocida noticia del definitivo traslado de los autobuses a la estación del Cetis. Por su parte, la alcaldesa de Eivissa, Pilar Marí, celebraba su bautizo en este tipo de actos con una sonrisa a medio desplegar.
Ya en el mar, los marineros lanzaron al agua una corona de flores en recuerdo de los hombres y mujeres del mar que han dejado su vida en él. De fondo, muy suave, sonó la Salve Marinera, interpretada por la banda municipal de música de Eivissa, dirigida por Adolfo Villalonga. Los demás guardaron respetuoso silencio, al igua que cuando esta agrupación repitió esta pieza al regreso de la Virgen a su hogar habitual, la emblemáticaiglesia de Sant Elm.
Santa Eulària se rinde ante la Virgen
Santa Eulària vivió también su particular homenaje a la Virgen del Carmen con una procesión cívico religiosa que, un año más, sacó a la imagen de su templo habitual para llevarla otra vez a su escenario natural, el mar. Una breve misa en la capilla de Lourdes de la localidad inició los actos en honor de la patrona de las gentes del mar.
La imagen de la Virgen llegó hasta el embarcadero situado tras la Escola de Vela. En la comitiva marina participaron unas veinticinco embarcaciones con unas doscientas cincuenta personas a bordo. Uno de los momentos culminantes de la celebración se produjo cuando el coro rociero de Santa Eulària interpretó la Salve Regina mientras se lanzaba una corona de laurel al mar. Era un emocionado recuerdo a los hombres y mujeres que han dejado su vida en él o por él.
El acto culminó con un concurrido aperitivo a base de orelletes y vino dulce, gentileza del Club Náutico de Santa Eulària. El grupo folclórico es Broll amenizó también con sus músicas sus bailes todas las actividades de la velada.