El Consell Insular d’Eivissa, en colaboración con Save the Children, está preparando el proyecto de la Casa del Menor (también conocido como Barnahus, que significa ‘Casa de los Niños’ en islandés), impulsado por esta ONG en diferentes partes del mundo. El objetivo es que dicho espacio sea un punto de referencia para atender los casos de abuso sexual infantil y que proporcione una atención integral a las víctimas. Se trata de que, bajo un mismo techo, todas las partes implicadas en atender al menor se coordinen y el niño o niña que ha sufrido un abuso solo tenga que relatar lo ocurrido una o dos veces, no como ocurre actualmente.
En esta entrevista, la consellera de Bienestar Social, Carolina Escandell, habla del punto en el que se encuentra este proyecto y de otros asuntos relacionados con este grave problema social.
En estos momentos el Consell d’Eivissa y Save the Children trabajan conjuntamente para poner en marcha el proyecto de la Casa del Menor. ¿Por qué es necesario?
El objetivo es que en los casos de abusos sexuales infantiles no se caiga en la revictimización constante del niño o niña que es víctima. Ahora tiene que pasar por un médico, un psicólogo forense, su abogado, el abogado del presunto abusador, por terapeutas, trabajadores sociales, médicos… Estamos hablando de un periplo en el que a lo largo de, como mínimo, dos años, el niño o niña tiene que contar muchas veces lo que la ha ocurrido, lo que genera esa revictimización y algunos cambios en su discurso, porque los niños tienen tendencia, como es humano, a adaptar su relato a quien tengan delante. Por ejemplo, si la víctima tiene delante a una persona que le ha hecho algún gesto mientras decía una frase concreta, el menor puede pensar que la frase no ha caído bien y decide no decirla en la siguiente entrevista. Esto va desvirtuando todo el testimonio, lo que puede invalidarlo jurídicamente. Lo que dice Save the Children es que el infante tiene que estar en el centro de todo, lo que implica que debe haber una serie de protocolos y un lugar físico para atender a estos niños. Lo segundo es lo que menos me preocupa, porque encontrar el espacio es relativamente fácil, y ya lo buscará el Consell. Lo realmente complicado es poner de acuerdo a todas las partes implicadas a la hora de decidir los protocolos de protección que hay que seguir, pero afortunadamente todos vamos a una.
Así, en la Casa del Menor, ¿la víctima solo tendría que declarar una vez?
Cuando este proyecto ya sea una realidad, el niño o la familia solo irán a denunciar su caso a un sitio, lo que se llamará la Casa del Menor; y allí habrá personal especializado que hará una o, como máximo, dos entrevistas. Hay dos formas de hacerlo. Una es a través de las salas contiguas, donde el niño explica lo que le ha ocurrido a una parte y detrás de una cortina, otras personas implicadas escuchan todo el testimonio; otra manera es grabar en vídeo el relato del menor y que esta comparecencia sea la que den por buena todas las partes: el Juzgado, psicología forense, policía, Guardia Civil, abogados… De esta manera no se hace ir al niño a todas las partes, es decir: al Juzgado, al hospital, al Servicio de Protección del Menor o al psicólogo. Todo esto es como una procesión en la que, además, si eres una víctima, en sitios pequeños se te ve, por lo que también se cae en el estigma. La Fundación Conciencia me explicó el proyecto Barnahus y a raíz de esto, en el marco de nuestras competencias, nos pusimos a investigar sobre lo que es. Nos pusimos en contacto directamente con Save the Children para que nos explicasen cómo hacerlo y lo que implica.
Encontrar un espacio para la Casa del Menor es lo que menos me preocupa, lo realmente complicado es poner de acuerdo a todas las partes a la hora de decidir los protocolos de protección que hay que seguir
Además, este proyecto ya se ha puesto en marcha en otros puntos del país y del extranjero.
Ahora mismo, en España hay una Casa del Menor en Tarragona, que fue la primera en ponerse en funcionamiento, y tres comunidades autónomas más están, como nosotros, en la primera fase. Desplegar este proyecto implica una primera fase, la de diagnóstico de lo que pasa en cada territorio, porque no todos los lugares son iguales. Tal y como nos dice Save the Children, no es igual Islandia, Francia, Alemania, una ciudad urbana o una isla pequeña, y hay que ver la situación de cada sitio. Esta es la primera fase, y hay otra más, la de implementación. Lo que hace falta es personal especializado y que todas las partes que intervienen tengan claros unos mismos protocolos. Save the Children nos dice que cada una de estas dos fases suele durar un año, pero nosotros vamos trabajando e intentaremos que sea más rápido, porque la fase de diagnóstico implica hablar con muchos agentes: policía, Guardia Civil, la judicatura, psicología forense, todas las áreas de protección de todos los ayuntamientos, Salud Pública, Educación… Tenemos un órgano consultivo que es la Comisión Interdisciplinar de Menores, donde se presentó el proyecto de Save the Children, momento desde el cual nos pusimos todos a trabajar. Todas las partes estamos por la labor, cosa que no es fácil conseguir. De hecho, a nivel de la Unión Europea, hay una recomendación a todos los estados de ir evolucionando hacia un modelo de protección integral del menor, como lo es el modelo Barnahus.
¿Se pueden poner fechas para el inicio de este servicio en Ibiza?
Tenemos la parte diagnóstico muy avanzada. La presentación de resultados se hará seguramente este mes o en febrero, y a partir de allí se harán una serie de propuestas, que implican, por ejemplo, un desdoblamiento y reestructuración del área de menores, cosa que nosotros ya hemos hecho. Tenemos previsto poner en funcionamiento este enero la nueva estructura, que será mucho más especializada porque las áreas estarán separadas, y con un rango superior, porque hasta ahora era una sección y ahora pasa a ser Servicio de Protección del Menor. Tenemos claro que el modelo Barnahus es nuestro modelo, y seguramente encontraremos obstáculos por el camino, porque en los proyectos importantes siempre hay, pero los iremos tratando con quien haga falta. De hecho, el servicio de menores cambia de nombre: hasta ahora era servicio de protección de menores y pasará a llamarse Servicio de Protección de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, porque se trata de eso, de centrarnos en los derechos menor.
¿En qué consistirán exactamente los resultados que se presentarán en breve?
En enero o febrero tendremos un primer análisis, un primer diagnóstico, de tipo DAFO [que identifica las Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades de la situación], que se presentará en la Comisión Interdisciplinar. Luego viene la otra parte, en la que se deberá fijar un plan de actuación a la hora de atender casos de abuso sexual infantil, lo que implicará cambiar protocolos. Nosotros ya vamos avanzando con algunas cosas, pero también tenemos claro que no por acelerar las cosas perjudicaremos el proceso. Preferimos hacer pasos cortos y firmes que ir deprisa y luego tener que dar marcha atrás. Pero insisto en que todo el mundo está por la labor y si yo tengo que ir a Palma o Madrid, o donde sea necesario para sentarme con la judicatura que haga falta o con Salud. Además, hay que recalcar que está demostrado que en un modelo como el de la Casa del Menor, que se centra solo en un único testimonio del niño, el porcentaje de condenas a los abusadores es más alto, porque el discurso del niño no se desvirtúa. Además, en este modelo, el momento en el que la víctima ya ha testificado, ya puede recibir tratamiento psicológico. Ahora, si no han testificado delante de los órganos pertinentes, no los puedes tratar psicológicamente porque puedes desvirtuar su discurso, que entonces podría no ser válido jurídicamente. Y claro, los presuntos abusadores también tienen sus propios abogados, por lo que la seguridad jurídica también es muy importante.
¿Por qué canales deben entrar primero las denuncias?
La verdad es que hay de todo, porque hay muchísimas vías de denuncia. Este es el gran problema. Un caso de maltrato, ya sea por abusos sexuales o por otro tipo de violencia, puede entrar por mil partes. Puede entrar a través por la escuela a través del RUMI [Registre Unificat de Maltractament Infantil de les Illes Balears], que es un canal de comunicación en el que se denuncian posibles casuísticas; por los ayuntamientos, el Servicio de Protección de Menores, la policía, la Guardia Civil, los juzgados… muchos sitios. De todas maneras, que en los casos de maltrato haya muchos canales de entrada es bueno, porque un niño, si es víctima alguna familiar, se puede sincerar en la escuela o en alguna actividad deportiva con alguna persona de confianza. Pero cuando estamos hablando de abusos sexuales infantiles, intervienen tantas partes y el proceso es tan largo, que se acaba desvirtuando todo el procedimiento y acaba convirtiéndose en un maltrato reiterado a la victima.
Así, ¿la Casa del Menor tendría una función parecida a la que cumple a día de hoy la Oficina de la Dona para los casos de violencia machista?
Este es el objetivo. De la misma manera que tenemos la Oficina de la Dona, y que en Eivissa ya es incuestionable, y todo el mundo sabe lo que es y cómo funciona, la Casa del Menor también debe ser incuestionable y un punto de referencia para las víctimas. Además, debe situarse en un punto discreto y que, si acude a él una familia por un caso de abuso infantil, que no se sepa que entra en el edificio por esto. Lo mejor es que en este edificio haya otros servicios y que, así, se pase desapercibido, precisamente para evitar el estigma. Pensemos que Ibiza es un sitio muy pequeño. Además, debe ser un lugar en el que haya tráfico y que tenga una fácil accesibilidad. Afortunadamente tenemos personal muy implicado y mucha ayuda de gente que quiere que esto salga adelante y se trata simplemente de ir escuchando a todas las partes.
La Casa del Menor, como la Oficina de la Dona, también tiene que ser incuestionable y un punto de referencia para las víctimas
El Consell d’Eivissa habló en su momento de poner en marcha en la isla una Unidad de Valoración de Abuso Sexual Infantil (Uvasi). ¿Qué ha sido de ello?
Lo que ocurre es que la Uvasi no es más que un trocito de lo que será la Casa del Menor. En el momento en el que los nuevos protocolos a seguir queden establecidos, iremos desarrollando la Uvasi. Cuando tengamos la Casa del Menor inaugurada, se ofrecerá esta unidad de valoración y el correspondiente tratamiento. La Uvasi es un acuerdo entre la judicatura y el Servicio de Protección de Menores, se elaboran una serie de informes y la propia judicatura es quien tiene que darlos por buenos. Pero para esto hacen falta muchas cosas: protocolos, especialización y muchas otras cosas. Precisamente la Casa del Menor conllevará ir desarrollando todo esto. Es cierto que en su momento hablamos de Uvasi, pero decidimos optar por una visión más integral y no ir haciendo trocitos, porque si haces una cosa no haces la otra. Y la Fundación Conciencia, y todos, estamos convencidos de que es mejor prepararlo de esta manera.
Por otro lado está la Unidad Terapéutica de Abuso Sexual Infantil (Utasi), que depende del Govern y se encarga de los casos en los que la familia (o al menos un familiar) protege al menor, y que solo cuenta con cinco psicólogos de Mallorca para las cuatro islas, los cuales tienen que ir desplazándose a las Pitiusas [y Menorca] cuando se producen casos. ¿Cinco psicólogos es suficiente para los casos que deriváis desde el Consell Insular?
Partimos de la base de que, genéricamente, en el tratamiento de niños víctimas de abusos infantiles, los recursos nunca son suficientes. Pero hay que ver cuántos casos hay y cuánto tratamiento se hace. Hay que ver si hay equilibrio entre la cantidad de casos y el personal que tienen en la Utasi, pero me consta que el Govern balear ha hecho esfuerzos con el personal de esta unidad. A veces habrá dicho equilibro y a veces no, en función del volumen de atendidos. Pero en este tipo de asuntos, es mejor no dar números, porque Ibiza es un sitio muy pequeño y hablar de cifras de niños abusados es algo muy delicado. La información siempre tiene que ser muy discreta.
En todo caso, los menores de Ibiza atendidos por la Utasi deben ser derivados previamente desde Ibiza.
Exacto. Lo primero que hace el Servicio de Menores de aquí es analizar si la familia es protectora o no, porque las medidas, en un caso u otro, son diferentes. Si la familia no lo es, normalmente se busca un entorno de protección para el niño, ya sea con otros familiares o en centros. Esto es algo que valoran los propios técnicos, que se encargan de evaluar el nivel de riesgo. En el caso de que el servicio del menor elabore un informe que diga que la familia es protectora, hay coordinación con psicología forense y una vez que el menor ha pasado ciertos filtros, entonces ya puede recibir tratamiento.
A raíz de la pandemia, muchos problemas relacionados con la salud mental han aumentado o aflorado. ¿Ha ocurrido lo mismo con el número de casos de abuso sexual en la infancia?
La gran pregunta es si ahora hay más casos o si simplemente se denuncian más porque hay más información y más herramientas. Es lo mismo que ocurre con la cantidad de casos de mujeres maltratadas. Es cierto que la pandemia, con el hecho de estar confinados, no ha supuesto nada bueno para la salud de los niños. Y recordemos que incluso después del confinamiento, muchos servicios no se pudieron utilizar con normalidad, por lo que al final hemos estado en un limbo durante dos años y está claro que ha afectado a la salud mental de niños y familias. En todo caso, es difícil saber si hay más casos o si simplemente afloran más porque hay más conciencia.
Así, ¿en el Consell han notado más volumen de trabajo en este sentido durante los dos últimos años?
Sí, hay más cosas. No todas tienen que ser necesariamente graves, pero hay mas casuísticas.
Es difícil saber si hay más casos de abusos o si simplemente afloran más porque hay más conciencia
En septiembre, el Consell presentó el estudio Adolescents d’Eivissa: ni ho tenen clar ni ho tenen fàcil, en el que se preguntó a 1.823 estudiantes de entre 14 y 18 años sobre diferentes temas. Un total de 79 menores -57 de ellos, mujeres- confirmaron que habían mantenido relaciones sexuales en contra de su voluntad. Un dato revelador.
Sí, el dato fue sorprendente. No tiene que tratarse necesariamente de relaciones sexuales completas, pero, en todo caso, es grave. Ahora mismo también nos encontramos trabajando en el Plan de Infancia y estamos a punto de presentar el diagnóstico completo. Tenemos un primer avance y, en base al diagnóstico de este plan, habrá que elaborar unas líneas de actuación. Cada ayuntamiento tiene su plan de infancia, y el Consell también el suyo, y hay cosas que tendremos que hacer conjuntamente con los consistorios. Hay que centrarse sobre todo en la prevención, porque lo que es la protección ya se centraliza a través del Servicio de Protección del Menor. Hace falta mucha conciencia; ocurre lo mismo que con las mujeres maltratadas: no basta solo con verlo, hay que mirarlo.
Ojalá no sirva de tapadera (para tapar casos). http://aspasi.org/