Por Soldat: La del 13 de enero de 1913 era una noche fría, cuando el vapor Mallorca, que cubría la ruta Alicante-Palma e hizo escala en el puerto de Vila, embarrancó a una milla y media de la costa de Santa Eulària. Allí se encuentran unas rocas planas cerca de la superficie que han dado muchos problemas a lo largo de la historia. Para rematarlo, los temporales acababan arrancando todos los intentos de balizamiento.
En el barco empezaron a hacer señales y partieron tres llaüts desde el pueblo para socorrerlos, sumado a otro mallorquín que se encontraba faenando. Una operación más que difícil por los medios de la época, además de encontrarse en alta mar y con fuerte oleaje, según el testimonio de la carta de un rescatado, el menorquín Diego Salort, que ejercía de delegado del Banco de Menorca en Eivissa. «Iba yo sentado en el salón de cubierta y sin darme cuenta fui a dar contra la pared de enfrente; lo mismo pasó a los demás. Empezamos a oír gritos de los marineros que corrían sobre cubierta precipitándose hacia arriba todo el pasage [sic] a medio vestir. El alboroto de gritos, lloros, imprecaciones era aterrador».
Rescate
En la carta, fechada el 26 de enero de 1913, Salort continúa detallando el estremecedor relato a su madre, Ignacia Martorell, de Ciutadella, y la complejidad del rescate: «Hay que añadir que la noche estaba cerrada y llovía siempre a mares. Para no alargar tanto le diré que al cabo de tres horas ya tocando el cielo ya undiéndonos [sic] hasta abajo mojados del mar y de la lluvia separados y perdidos unos botes de otros llegamos a unas peñas. Los pescadores se hecharon [sic] al mar llevando a cuestas a las señoras sobre unas rocas, cuando estuvimos en tierra volvieron seguidamente al vapor naufragado». «[…] al cabo de unas horas di con una casa y el payés que estuvo muy amable conmigo, se levantó me dio algo que comer, enganchó su mula al carro y al cabo de tres horas más llegamos a Ibiza a las siete y media de la mañana».
De la carta y los testimonios de la época revelan que los voluntarios de Santa Eulària no se amedrentraron. Los sencillos pescadores y payeses veían a esa gente como señoritos bien vestidos. Incluso había una compañía de ópera entre los 72 pasajeros –el resto era tripulación–. Después del arrojo, vino la hospitalidad y todos los náufragos fueron acogidos en las casas de los vecinos, que les ofrecieron camas, mantas y caldo para calentarse.
El vapor Mallorca acabó hundido y sus restos fueron desguazados para venderse como chatarra. Los pasajeros, una vez atendidos, fueron trasladados a Vila, donde posteriormente fueron reembarcados hacia Palma.
Reconocimiento
«Seguramente fue la primera vez que la prensa mallorquina habló bien de Eivissa», recuerda Toni Sendic, técnico de Cultura del Ayuntamiento además de capitán de marina mercante. Hasta entonces, las noticias que llegaban de esta isla se referían a los crímenes pasionales, la afición de los pitiusos por las armas o su retraso respecto al resto de Balears, como refleja Vicente Blasco Ibáñez en ‘Los Muertos Mandan’. Pero entonces se les retrató como héroes e incluso el diario Última Hora convocó una suscripción popular, que se tradujo en el monolito de homenaje que volverá a lucir la Plaça Espanya cuando acaben las obras de reforma.
Otro gesto de agradecimiento vino del Ayuntamiento de Palma con una placa conmemorativa, ahora colgada en la entrada del Consistorio de la Villa del Río.
Programa de homenaje
Este jueves se cumple el centenario de esta hazaña y para ello se ha preparado un programa recordatorio a lo largo de todo el año, no sólo por la épica, sino también «para resaltar unos valores, la solidaridad, valentía y hospitalidad que mostró el pueblo arriesgando sus vidas sin pensárselo», destaca la concejala de Cultura, Ana Costa. El programa se inicia el jueves, a las ocho y media de la tarde, con la presentación en el Teatre Espanya del libro ‘La darrera travessia del vapor Mallorca‘, del historiador David Ribas Ribas. Posteriormente, se ofrece un ciclo de películas relacionadas con la actividad marinera, como ‘La ley del mar’, rodada en Santa Eulària en 1952 y que se proyectará en el mismo teatro el domingo a las ocho de la tarde. ‘Capitanes intrépidos’, el 24 de enero, ‘Rebelión a bordo’, el 28 de febrero, y ‘Titanic’, el 14 de febrero, completan el ciclo. En los siguientes meses se ofrecerá toda una diversidad de actividades, dentro de una completa programación que permanece abierta.