Si hoy buscas ‘KU Ibiza wikipedia’ o ‘Privilege Ibiza wikipedia’ la entrada de la famosa enciclopedia online te remite al nombre UNVRS, aunque esta discoteca —que surge de la reforma de Privilege, antes KU— ni siquiera haya abierto sus puertas. Así de vertiginosa ha sido la evolución de la fiesta nocturna en Ibiza en las cuatro últimas décadas. Explicar estas y otras historias es uno de los objetivos de Fiesta (Libros del K.O.), primer libro de Asier Ávila (guionista de la imprescindible serie Megamix Brutal y antes del programa cultural Página Dos de TVE) que recorre la evolución del ocio nocturno en España (no solo en Ibiza) abordando sus muchas luces y sus no pocas sombras.
«Una tragicomedia sobre hedonismo, fin de semana y música de baile». Así es como se define este libro que se devora con avidez en una sucesión de anécdotas e historias entrelazadas que nos hacen comprender mejor de dónde venimos y, solo tal vez, hacia dónde vamos.
En conversación con Noudiari, Ávila rechaza la idea de demonizar la fiesta ya que considera que es básicamente un reflejo de la sociedad en la que vivimos y no el origen de todos los males.
(Ed—El libro no habla únicamente de Ibiza pero la isla sí tiene un gran protagonismo en él, hasta el punto de que empieza y termina con dos momentos relacionados con el filósofo Antonio Escohotado en Ibiza. ¿Por qué ha escogido a este protagonista?
—Ibiza tenía que ser protagonista, estaba claro, y Escohotado es un personaje que me venía muy bien por dos motivos. Uno es porque me interesaba tratar el tema de las drogas, especialmente de las drogas de diseño, que han sido las que se han vinculado más a la fiesta. Seguramente Escohotado sería de los primeros españoles que probó estas pastillas de MDMA que llegaron a Ibiza. El segundo motivo para hablar de Escohotado es que fue uno de los fundadores de la discoteca Amnesia.
—Comienza relatando unos inicios bastante lúdicos y luminosos del consumo de esta droga, pero, a medida que avanza el libro, vamos viendo la cara ‘b’ y la oscuridad que hay detrás.
—Me interesaba mucho construir el lado brillante del fenómeno pero no hay luz sin sombra. En el subtítulo del libro lo digo: es una tragicomedia. Hay momentos brillantes, utópicos, maravillosos, pero también hay momentos muy oscuros que yo quería narrar desde el principio. Durante varias décadas, la fiesta, salir de discotecas y no volver a casa hasta muy tarde o al día siguiente, era la norma, era necesario. No eras joven si no atravesabas así el fin de semana. Hoy en día todo eso también está transformado. Una de las historias del libro se convirtió en la serie Megamix brutal, de la que soy guionista, y que se puede ver en RTVEPlay y 3Cat, y que va sobre la historia de los empresarios discográficos de Max Music, Ricardo Campoy y Miguel Degà, que acabaron muy mal. La historia de José Antonio Santamaría, uno de los socios de KU Ibiza que murió asesinado por ETA, es otra de esas historias trágicas que realmente acabaron muy mal.
Y esa era mi intención: contar estas historias en concreto, que me parecen, por un lado, muy interesantes, muy novelescas y muy importantes para entender el fenómeno de la fiesta, pero que por otro lado tienen su lado oscuro. Esas historias son el andamio del libro al que voy incorporando subtramas, como si fuera una cámara, que va de un lado a otro constantemente.
—Como ha comentado, es usted guionista de Megamix Brutal, una serie en la que tiene un gran protagonismo el dj Josep Maria Castells, recientemente fallecido y muy conocido en Ibiza por su trabajo en el Dream Team en la fiesta Children of the 80‘ de Hard Rock Hotel…
—Muy triste… fue súper amable con nosotros y de los primeros que empujaron el proyecto cuando era simplemente una idea. Sin él, la serie documental no existiría, sinceramente.
—Además, la serie se articula en torno a su famoso secuestro, que fue algo tremendo, rocambolesco…
—Así es, un tema a la vez trágico y alucinante, una historia extraordinaria. Los propietarios de la discográfica Max Mix realmente lo transformaron todo: se forraron, utilizaron la fiesta y la música de baile como un elemento transgresor… y acabaron como acabaron.
—Regresando a Ibiza, la figura de Abel Matutes aparece desde el principio y a lo largo de todo el libro. Primero como cliente VIP de KU y, poco a poco, como empresario que va acaparando la industria del ocio de Ibiza. ¿Qué le interesó más del personaje?
—No sé si alguien lo está pensando ya, pero realmente se podría hacer una serie sobre Abel Matutes. No es un protagonista más de la historia. Él, al principio, es un personaje más que acude a esos lugares, como KU, porque es donde todo el mundo va. Imagino que más adelante empezó a ver que aquel negocio no era simplemente un lugar donde te juntabas a cenar en un sitio bien, sino que había mucho dinero detrás. Por eso es interesante ver que él primero fue cliente de KU, luego socio, luego se quedó con la mitad de Privilege (antes KU) y finalmente con todo [abrirán allí esta temporada la discoteca UNVRS [en asociación con The Night League de Yann Pissenem, con el que también está asociado en Hï y Ushuaïa]. Ahora, ya a través de su hijo, controla, digamos, un tanto por ciento elevadísimo de la fiesta, de los hoteles y todo tipo de aledaños de la fiesta en Ibiza. Hace décadas que el New York Times lo definía directamente como «el dueño de la isla» en un perfil que le hicieron. Es interesante también que en sus hoteles han puesto en marcha de nuevo la fiesta al aire libre. Hay que recordar que a finales de los 80 salió la obligación de cerrar las discotecas al aire libre, como KU, pero hace unos años sus hoteles vuelven a ofrecer fiesta durante el día al aire libre.
—Uno de los temas de este año en Ibiza ha sido el fin de la fiesta, es decir, el impacto que tienen la masificación, las zonas vip y los móviles en el ambiente de la pista, que se ha convertido en algo que no se vive, sino que se está posteando en vivo. ¿Es una visión demasiado catastrofista y nostálgica?
—Lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una frase horrible que intento extirpar de mi cerebro de manera constante. Yo no creo que el pasado fuese mejor, pero sí es verdad que este fenómeno ha evolucionado. Los que son jóvenes hoy en día tienen varias opciones para invertir su tiempo libre el fin de semana que no son simplemente ir de fiesta. Lo que sucede dentro de la pista de baile es un reflejo que cómo ha cambiado la sociedad. Yo supongo que el declive de las discotecas es casi seguro…
—Pero en Ibiza no podemos hablar de declive de las discotecas cuando hacen cajas millonarias y pasan, solo por Hï y Ushuaïa 1,5 millones de clientes en una temporada, según sus cifras.
—A nivel peninsular y generacional es evidente el declive, pero obviamente imagino que no hay un declive a nivel turístico. Los turistas de todo el mundo siguen queriendo venir a Ibiza porque Ibiza sigue siendo el centro neurálgico de la diversión, de la fiesta, donde están las mejores discotecas, donde están los mejores hoteles, donde puedes ir a la playa más maravillosa y luego ir por la noche a la discoteca con el mejor Dj. Es decir, que para algunos supone un beneficio económico brutal, pero ha desaparecido este componente generacional, sociológico y de influencia que tenía antes. Como todo, se ha capitalizado y se ha convertido en algo muy legislado, muy controlado. Hay que pensar que Ibiza fue, por ejemplo, uno de los últimos lugares de España en los que se legisló sobre los after. Hasta 2008 si no me equivoco, era todavía legal tener discotecas que abrían por la mañana o a mediodía y entonces ya podías enlazar realmente el fin de semana. Porque las discotecas matinales o los afters que se llamaron después, comenzaron a ser ilegales, por ejemplo, en Cataluña a principios de los 90 y en Madrid a finales de los 90. Lo interesante es que su prohibición está ligada a esta evolución posterior de la aparición de los beach clubs y los hoteles con discoteca y demás. Es curioso ver cómo la desaparición de un tipo de fiesta más salvaje, está ligado al mismo tiempo en paralelo a la llegada de una fiesta más controlada, más tranquila, más para VIP también, porque la gente que va hoy en día a las discotecas de Ibiza son los turistas con alto poder adquisitivo.
—Y en el libro realmente no se le escapa nada, porque también hace alusión al impacto de las autopistas de Ibiza, que es un tema que cumple ahora 20 años.
—Me parecía curioso vincular todos los hechos: cambiaban los horarios, desaparecía esa fiesta más asalvajada y desfasada y al mismo tiempo se construyeron las carreteras. ¿Para qué vas a meter tanto cemento en la isla? ¿Simplemente para llegar antes? ¿Cuáles son las prisas? Así se veía desde desde fuera. También es interesante ver cómo esa autopista, además, conecta la fiesta actual porque no está muy lejos de las discotecas más importantes de la isla, desde luego.
—A menudo se vincula ocio nocturno con crimen: trata de mujeres para la prostitución, lavado de dinero, narcotráfico…
—Pienso que no hay una causa-efecto. No creo que el ocio nocturno sea causa de ningún delito ni de un crimen sino que el ocio nocturno es un reflejo de nuestra sociedad, de cómo somos o hacia dónde vamos o cuál es lo que realmente nos interesa. Esta evolución se puede ver en esa transformación utópica del principio, la masificación posterior y más o menos hacia dónde estamos llegando en la actualidad. Por eso no creo que la fiesta sea culpable de que haya gente que aproveche las discotecas para lavar dinero. Es decir, yo creo que eso ya es un tema, digamos, sistémico, pero no creo que el ocio nocturno sea el culpable de todo ello, sino el hecho de que se mueva tanto dinero en ese mundo.
—¿Y cómo cree que será el futuro de la fiesta?
—Soy padre y tengo hijos más o menos pequeños. Aún me queda un tiempo para verlos salir de fiesta, pero no tanto. No sé muy bien qué harán. Yo sí veo un declive del fenómeno de salir de fiesta a una discoteca de manera continua. ¿Que seguirán existiendo durante muchas décadas? Sí, pero no como centro de la vida de los jóvenes. Es decir, ya no serán como ‘templos’ o lugares de rito de paso cuando eres joven, que sales de fiesta para convertirte en adulto.
Todo esto que muchos hemos atravesado de manera obligatoria, yo no creo que mis hijos vayan a vivirlo como una necesidad.
Ibiza seguirá haciendo Ibiza durante mucho tiempo, pero simplemente porque es como un lugar ideal para el turismo y para el disfrute. Las discotecas allí serán eso, un modo más de divertirse o de disfrutar de tu tiempo libre a precios muy elevados.
—El libro no obvia sino que incluso señala el machismo rancio que se respiraba en esos ambientes presuntamente tan libres y modernos como en KU, donde se celebraban certámenes como Miss Tanga y Miss Camiset mojada…
—Claro, esta es una historia de hombres. Busqué nombres femeninos pero las historias que vertebran el libro son todas historias de hombres, porque en realidad ha sido, y desafortunadamente aún sigue siéndolo, una industria de hombres. Los empresarios eran hombres, todos los dj eran hombres, los dueños de discográficas eran hombres… He intentado buscar mujeres en mi historia, y que no fuera de manera baladí, sino que tuvieran peso y que me ayudaran a dibujar partes de la historia que nadie más hacía. Demuestra, una vez más que esta industria solo refleja lo que éramos como sociedad también. Ellos fueron los que se beneficiaron y sacaron provecho de todo esto.
Por otro lado, yo sí creo que las discotecas también tenían un lado positivo para las mujeres, porque realmente hasta finales de los años 70 no podían entrar sin la compañía de un hombre a una discoteca. Empezaron a ir en grupos, dejaron de tener que bailar agarradas, porque antes solo se podía bailar de un modo, que era con tu pareja, nada de bailar tú sola. Son espacios donde las mujeres pueden empezar a hacer un poco lo que quieren y la pista de baile también se convierte en un lugar de expresión y de libertad… pero desafortunadamente las discotecas no son lugares seguros para las mujeres en muchos casos. Es realmente un reflejo de la sociedad.