EFE / El Banco de España cree que la política económica debería favorecer la formación de los trabajadores afectados por ERTE y, en algunos casos y bajo determinadas condiciones, permitir compaginar esa situación con el trabajo en otros sectores o empresas.
En su informe anual publicado ese martes, centrado en el análisis de la crisis del coronavirus, la entidad incide en que existe una notable incertidumbre sobre el porcentaje de empleados en ERTE (casi 2 millones a cierre de junio) que acabará recuperando su empleo.
Señala que la movilidad de los empleados más perjudicados por la crisis es en general escasa, especialmente en la hostelería y el comercio, y que convendría no retrasar una posible reasignación de trabajadores en previsión de un eventual repunte de la destrucción de empleo en los próximos meses.
Al respecto recuerda que tras la crisis de 2008 los más perjudicados fueron los trabajadores del sector de las construcción y que en 2013 más de la mitad de los que se quedaron sin empleo permanecían desocupados y solo un 23 % había conseguido trabajo en otra rama de actividad.
A juicio de la entidad, la evolución de los ERTE dependerá no solo de sus ventajas económicas, sino también del desarrollo de la crisis sanitaria y de la capacidad de crecimiento y adaptación al nuevo entorno de cada sector y cada empresa, situación en la que parten con ventaja las ramas de manufacturas y las empresas de mayor tamaño.
Al deterioro persistente que esta crisis podría causar al mercado laboral, se suma el daño sobre el tejido empresarial, para el que el Banco de España cree que habría que considerar medidas a corto plazo como el pago inmediato de las devoluciones del IVA o de los saldos pendientes a proveedores por parte de las Administraciones Públicas, así como nuevos programas de liquidez vinculados al cobro de la deuda de sus clientes o a los gastos fijos de su actividad comercial.
Estrategia a medio plazo
Una vez superada la crisis, la entidad insiste en reclamar una estrategia de crecimiento integral a medio plazo, ambiciosa y sustentada en amplios consensos, cuyo diseño considera urgente.
Hace hincapié en que las vulnerabilidades que mantenía la economía española a finales de 2019 han condicionado la respuesta a la crisis y la magnitud de la recesión, al no haberse corregido el desequilibrio en las cuentas públicas, la temporalidad del mercado laboral, la escasa productividad o la elevada desigualdad, y al no haberse dado solución tampoco al envejecimiento de la población o al poco margen del sistema fiscal.
Para reducir el déficit aboga por un plan plurianual que vincule a todas las administraciones y para aumentar el margen fiscal incide en redefinir la cesta de impuestos, limitando los tipos reducidos de IVA y el elevado nivel de beneficios fiscales, así como mejorando la eficiencia del gasto.
Sobre las figuras impositivas en tramitación (impuestos digital y financiero) dice que sería conveniente que se coordinaran a nivel internacional, en un contexto en el que algunas bases imponibles pueden desplazarse con una relativa facilidad entre jurisdicciones.
Caída de un 60% en la actividad turística
El Banco de España prevé además en este mismo informe una caída del 60 % en la actividad turística este año, tanto en España como a escala global, debido a la crisis sanitaria del COVID-19, y ve poco factible que se alcancen los niveles de actividad previos a la pandemia antes del segundo semestre de 2021.
El organismo señala que incluso en un contexto en el que no se produjeran nuevos rebrotes de la enfermedad y se pudiera continuar avanzando en los planes de desescalada establecidos por las autoridades de los distintos países, la senda de recuperación será «muy gradual».
El informe dedica un apartado al turismo, un sector con un gran peso específico en la marcha de la economía no sólo por lo que representa del PIB, sino porque, como explica Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España, por cada euro que no se gasta en turismo cae un 30 % la facturación de otro sector fundamental, como es el de la alimentación.
Mientras no se disponga de una vacuna o un tratamiento eficaz para el Covid-19 a gran escala, añade el documento, es previsible que la incertidumbre ante posibles rebrotes de la enfermedad siga influyendo negativamente en la actividad del sector, alertan.
Esta incertidumbre, junto con el deterioro de las rentas de los hogares y de las perspectivas macroeconómicas, supone un lastre evidente para la recuperación de la demanda turística nacional e internacional en el medio plazo.
Asimismo, con el objeto de minimizar el riesgo de un rebrote de la enfermedad, las ramas de ocio, hostelería, restauración y transporte aún siguen sometidas a importantes restricciones de aforo y deben adoptar distintas medidas de seguridad e higiene que condicionan el desempeño normal de su actividad.
Ello podría retrasar la recuperación de la actividad desde el punto de vista de la oferta, ya que algunas de las restricciones que se mantienen en vigor es probable que limiten de forma significativa en el corto plazo la rentabilidad de muchas de las empresas vinculadas al turismo y su capacidad para retomar la actividad.
En términos de empleo, destaca el Banco de españa, el ajuste que se ha producido en el sector turístico nacional en los últimos meses ha sido muy intenso.
A finales de mayo, el 7,8 % de los empleados en la hostelería -una de las ramas de actividad más vinculadas al turismo- se habían visto afectados por la caída en la afiliación a la Seguridad Social observada desde el comienzo de crisis, y el 55 % del total estaban sujetos a ERTE.
Además, con datos hasta finales de abril, el 15 % de los trabajadores del sector estaban recibiendo la prestación por cese de actividad.