NouDiari / En plena segunda ola de pandemia por el coronavirus, mientras la población ibicenca está sujeta a estrictas medidas de restricción de la libertad individual y colectiva, con incontables prohibiciones y avance de horarios de cierre, incluso toque de queda y la prohibición de llevar a cabo determinadas actividades y el funcionamiento de multitud de empresas y negocios, el Consell d’Eivissa nos obsequia con la que será una de las imágenes del año. Centenares de personas haciendo cola en la Avenida de España de Vila para ser atendidas y entregar documentos presencialmente en una institución cuya web da vergüenza a todo mayor de 35 años.
La fila de menesterosos, integrantes de los “colectivos más desfavorecidos” por la crisis, acudieron al benemérito ofrecimiento del Consell d’Eivissa, que repartirá cual pedrea 600.000 euros en ayudas directas. Una señora declaró ante las cámaras de IB3 que llevaba desde las 6:30 de la mañana guardando la vez. Tuvo que dejar su puesto más tarde para llevar a su hija al cole y después regresó a la procesión.
La escena no puede ser más demoledora para la imagen tanto de Ibiza como de su máxima institución insular y es en extremo humillante para esos centenares de ibicencos necesitados de ayuda
La escena no puede ser más demoledora para la imagen tanto de Ibiza como de su máxima institución insular y es en extremo humillante para esos centenares de ibicencos necesitados de ayuda, aunque son solo unos pocos los dispuestos a ser escarnecidos porque son pobres de solemnidad. Ninguna otra institución de Balears nos ha mostrado algo ni remotamente parecido a excepción de algún comedor social, que no es la Administración pública.
Pese a las críticas recibidas, el gobierno insular de PP y Cs saca pecho y en lugar de entender que ese espectáculo ofrecido a toda la ciudadanía bajo el patrocinio del muy generoso y más eficiente Consell d’Eivissa es una indignidad en toda regla, fácilmente sustituible por métodos más modernos que proporcione la tecnología como la cita previa por medios telefónicos, por citar algo sencillito, se reviste de redentor de los pobres al calificar las limosnas de “una tabla de esperanza”.
El Consell, además, se ha cabreado con el PSOE por criticar la cola y dice mantener su compromiso para hacer frente a los efectos de la emergencia social provocada por la pandemia “de una manera eficiente”. Bonita forma de demostrarlo la que presenciamos el martes. La próxima convocatoria yo no descartaría que hagan como en el inicio de las rebajas en los grandes almacenes. O ya perfeccionando la técnica del óbolo, que hagan como aquel hipermercado de Mallorca que regaló un coche al que estuviera más horas tocándolo de pie e ininterrumpidamente. El ganador ofreció casi 37 horas de espectáculo gratis y paró cuando los calambres ya no cesaban.
Me recordó a todos aquellos que esperan pacientes en la Gran Vía de Madrid para comprar un décimo de Lotería de Navidad en Doña Manolita. ¿Es esta la modernidad y la eficiencia de la que presumen PP y Cs?
Los servicios sociales de la isla de Ibiza, si los juzgamos por la penosa imagen de la cola que unía el Consell con la Cruz Roja, qué triste paradoja, parecen reducirse a un ejercicio de resistencia y paciencia, a hacer cola ante un funcionario que sellará una solicitud. Me recordó a todos aquellos que esperan pacientes en la Gran Vía de Madrid para comprar un décimo de Lotería de Navidad en Doña Manolita. ¿Es esta la modernidad y la eficiencia de la que presumen PP y Cs? ¿Creen que lo sucedido el martes a sus puertas es admisible? A este paso pronto volverán las pólizas y los papeles de pagos al Estado. De vergüenza absoluta.