Susana L. Lamata / El conseller de Medio Ambiente y Territorio de Baleares, Miquel Mir, considera en una entrevista con Efe que las islas han sobrepasado sus límites de turismo y que «necesitan contención e incluso decrecimiento», por su poca reserva hídrica, la masificación de espacios naturales y el colapso de infraestructuras.
En la entrevista, al cumplirse tres años de mandato, Mir defiende el trabajo legislativo «pionero» que ha hecho la comunidad autónoma para combatir el cambio climático, reducir la generación de residuos, proteger la posidonia oceánica, prohibir la construcción en zonas de riesgo de inundación o incluir parámetros medioambientales de contención y decrecimiento en una ley de turismo.
Doctor en Geografía e investigador, cree que la sociedad debe enfrentarse a la crisis climática con una visión holística: «El cambio climático se tiene que abordar de una manera totalmente transversal o su mitigación se expone al fracaso», advierte.
PREGUNTA (P): Baleares fue pionera al aprobar leyes contra el cambio climático y de residuos, ¿era urgente al tratarse de un territorio limitado?
RESPUESTA (R): Era importante y era necesario que hubiera convicción política. Baleares en un territorio fragmentado y limitado, con una sociedad ligada al turismo de masas que durante décadas ha vivido una expansión urbano-turística y un modelo notablemente expansionista. Era necesario un Govern que considerara imprescindible tomar medidas y virar el modelo. El modelo acumulado durante 60 años no se puede cambiar en un día, pero eso no debe difuminar el objetivo de que efectivamente es posible. Con esa filosofía, en 2015 se empezaron a emprender medidas que han hecho que Baleares se haya posicionado a nivel nacional y europeo como pionera, con leyes transgresoras como la de cambio climático, la de residuos y el decreto para la conservación de la posidonia -siendo Baleares la única región del Mediterráneo con una norma así-, y con la protección de más de 100.000 hectáreas marinas y terrestres en prevención y mitigación del cambio climático.
P: Ese cambio ha generado conflictos en cuestiones como los chiringuitos de playa, ¿cómo se solventa?
R: Desde la pasada legislatura hay este cambio de percepción, se han aprobado leyes importantes, se han creado nuevos parques naturales y hay un cambio en la gestión del territorio que nos está dando problemas con algunos sectores y algunos ayuntamientos. El parque natural de Es Trenc-Salobrar de Campos es el mejor ejemplo de un espacio que, aprovechando su condición natural, se había vendido como idílico en el Mediterráneo occidental, equiparándolo al Caribe, cuando la realidad es que sufre procesos de retroceso importantes desde los años 70. Desde que Es Trenc se declaró parque natural en 2017, su gestión se basa en criterios ambientales y no económicos que es como siempre se había gestionado. Hay también una ley de turismo, recientemente aprobada, que por primera vez en la historia incorpora parámetros medioambientales de contención y de decrecimiento, algo que era impensable en Baleares no hace tantos años. Se está mostrando una línea convencida en este sentido y queda mucho camino por recorrer.
P: ¿Por dónde va ese camino?
R: Queda camino por recorrer en el debate de conjugar las energías renovables con las cuestiones territoriales o paisajísticas, como dónde poner los parques fotovoltaicos. De momento se está resolviendo, se están poniendo parques, las iniciativas de autoconsumo están incrementando mucho con subvenciones e iniciativas de comunidades energéticas en municipios y se trabaja con Red Eléctrica Española en el segundo cable de conexión con la península que aportaría un cien por cien de energías renovables.
Como geógrafo, considero un error que hoy en día, cuando se hable de cambio climático, solo pensemos en placas fotovoltaicas. El cambio climático es mucho más: es proteger territorio, fomentar la biodiversidad, repensar el modelo territorial, pensar en la renaturalización de la costa para evitar los daños humanos y materiales con los temporales, es también prohibir nuevas viviendas en zonas de riesgo de inundación… En Baleares, todas esas medidas se han tomado o estamos en vías de tomarlas.
P: ¿En qué ha mejorado la gestión de residuos?
R: La ley de residuos cambia el modelo hacia la prevención, la reutilización y el reciclaje. El primer objetivo debe ser reducir, que es un cambio de percepción. Y está incidiendo en que grandes corporaciones y marcas comerciales hayan cambiado sus sistemas de producción, como una empresa de cervezas catalana que ha cambiado el anillado de las latas, de plástico a cartón.
Desde hace dos años se hace un análisis, se ha cuantificado el impacto del turismo con informes que apuntan a que la generación de residuos se incrementa exponencialmente en temporada estival y además disminuyen las tasas de separación en zonas costeras. Esto apunta hacia dónde hay que priorizar los esfuerzos.
Desde la ley de residuos, en fracciones como envases, vidrio, metálicos y papel, hemos superado el 50 % de reciclaje. Los retos son el textil y la materia orgánica que es la parte más importante de la bolsa de basura sin separar.
P: ¿Los fondos europeos alcanzan para financiar esos cambios?
R: Baleares recibirá 6,5 millones territorializados para residuos. Y empezará a cobrar el canon de residuos el 1 de julio, con lo que tendrá un sistema de recuperación de costes propio, igual que el de saneamiento de agua. La recaudación se deberá destinar a políticas de prevención y gestión. El canon tiene el objetivo de disminuir la generación de toneladas de basura que acaban en vertedero o en incineración.
P: Este verano se prevé una temporada turística récord y, según un estudio reciente de la UIB, uno de cada cuatro litros de agua en Baleares los consume el turismo, ¿es preocupante?
R: Nos preocupa enormemente. Las Islas Baleares hemos sobrepasado los límites, por el territorio que somos y por sus particularidades. El futuro es conservar y proteger. Baleares tiene unas reservas hídricas muy limitadas a las aguas subterráneas (acuíferos), y al agua desalada, que no certifican que podamos crecer ilimitadamente. El recurso hídrico es el mejor ejemplo de que estas islas necesitan contención e incluso decrecimiento, tanto por el estado cualitativo como cuantitativo de sus recursos hídricos. Nos puede causar graves problemas.
También me preocupa la masificación en espacios naturales protegidos y en el medio natural en general, por las consecuencias de degradación física y ambiental y por los incendios forestales y su propagación en un ambiente muy seco y con muy poca precipitación. Y me preocupa el colapso de las infraestructuras en general, como las depuradoras de zonas costeras, que son infraestructuras notablemente bien diseñadas para la población, pero que se pueden ver comprometidas en algún momento del año. Estamos canalizando fondos europeos a los ayuntamientos, con finalidades de saneamiento y suministro de agua y para reducir las fugas, que son un drama.
P: Hablando de límites, en el puerto de Palma solo puede haber 3 cruceros diarios o 8.000 pasajeros, algo que ecologistas y plataformas cívicas tildan de insuficiente. ¿Cuántos cruceros pueden soportan Palma y Baleares?
R: Desde la última ampliación, el puerto de Palma está diseñado para poder acoger hasta 9 cruceros a la vez, que es una locura, una auténtica aberración. Por tanto, una disminución es positiva. Habría intentado luchar una mayor disminución, como pueden ser dos o un crucero, no lo sé, pero hay que tener en cuenta que el Govern autonómico es precisamente la única administración que no tiene ninguna competencia para pactar con nadie un acuerdo y CLIA, que es la patronal mundial de cruceros, formada por 7 compañías multinacionales que pueden enterrar al Govern balear en dinero y recursos, negocia y alcanza este acuerdo. Poner el foco solo en los cruceros es un error, si se compara el máximo de 8.000 cruceristas diarios con las cifras de turistas que llegan por hora a los aeropuertos de Baleares. Los cruceros se deben seguir bajando y hay que seguir puliendo la rebaja, pero el problema de fondo es que la competencia de gestión de puertos y aeropuertos de Baleares no sea del Govern.
P: En conservación marina, ¿llegará Baleares a los objetivos del 30 % en 2030?
R: Creo que ya ha llegado o lo roza con 187.000 hectáreas marinas protegidas de gestión autonómica entre zonas marinas de parques naturales, Red Natura marina, toda la zona afectada por el decreto de posidonia y el Parque Nacional de Cabrera.
P: En protección de la biodiversidad, destaca el decreto de conservación de la posidonia.
R: La posidonia oceánica es un sumidero de dióxido de carbono muy superior a los bosques forestales y la propia Amazonía. Se calcula que una hectárea de posidonia puede suponer hasta 10 veces más de captación que una hectárea forestal terrestre. Es importantísimo un decreto que da cobertura a más de 650 kilómetros cuadrados de posidonia en Baleares, con un papel ecológico indiscutible, de defensa de las playas y como sumidero del efecto invernadero. El decreto de posidonia está siendo reclamado a nivel internacional. No sé cuántas veces he ido de presentarlo al extranjero, la última al Congreso Mundial de la UICN en Marsella.
P: ¿En la práctica funciona?
R: Muchísimo. Desde 2007 al año pasado, los fondeos sobre posidonia han disminuido exponencialmente. En zonas como Illetes, en Formentera, el último año, un 0,1 % de las embarcaciones inspeccionadas estaban sobre posidonia, y en todo Baleares el 0,8 %, cifras impensables antes del servicio de vigilancia nacido del decreto.
Para cuándo decrecimiento en partidas públicas?
Cuánto puede soportar de manera sostenible el contribuyente? Cuánta deuda nuestros acreedores?
Cuanto puede soportar la isla?
Cuanto podemos soportar los residentes?
Cuanta gente tiene que venir más para que un iluminado como tú se de cuenta que esto no es sostenible?