@Noudiari/ La ‘Tarjeta Básica’ que se entregaba a personas con dificultades económicas para adquirir productos de primera necesidad había sido muy criticada por crear un ‘estigma’ en sus usuarios y finalmente va a desaparecer.
El Boletín Oficial de les Illes Balears (BOIB) ya ha publicado el Decreto por el que se crea la ayuda económica de carácter social, complementaria de las pensiones no contributiva, que viene a sustituir a esa ‘Tarjeta Básica’ que se venía utilizando hasta ahora. Y es que el Govern ha reconocido que estaba dando una solución a una problemática social, pero también provocaba algunos problemas a los ususarios, por lo que se ha optado por modificar la fórmula.
A partir de ahora las personas con derecho a beneficiarse de esta ayuda autonómica seguirán siendo quienes cobren pensiones no contributivas y otros colectivos mayores de 65 años o personas con discapacidad, con bajos recursos económicos, pero pasará a denominarse ‘Ayuda económica de carácter social’.
Esta prestación no tiene la consideración de subvención, dado que se configura como una prestación autonómica complementaria de otras prestaciones y la cobrarán los beneficiarios mediante un ingreso bancario directo en sus cuentas. El importe de la prestación individual es de 175 euros mensuales, que correrán a cargo de los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma y podrían incrementase en determinados casos «teniendo en cuenta la disponibilidad presupuestaria», según recoge el BOIB.
Los problemas de la anterior tarjeta
La ‘Tarjeta Básica’ era una ayuda que contamplaba la concesión de una tarjeta que permitía a sus usuarios adquirir productos de primera necesidad, y que se otorgaba con carácter complementario a las pensiones no contributivas. Se gestionaba mediante una tarjeta de crédito limitada para adquirir productos de primera necesidad en una serie de establecimientos comerciales y requería la participación de una entidad financiera, que la tenía que emitir y gestionar y que desarrollaba tareas de entidad colaboradora.
No obstante, el establecimiento de esta tarjeta básica ha tenido igualmente efectos negativos. Por una parte, en muchas ocasiones ha provocado casi más dificultades que beneficios para las personas destinatarias, como en caso de pérdida de la tarjeta, restricción en la compra de determinados artículos, dificultad de ayudas entre el crédito disponible y el agotamiento, entre otros.
Por otra parte, los gastos aplicados por las entidades financieras por comisiones de emisión de la tarjeta, de recarga, de pérdida, etc., se han incrementado progresivamente desde la aprobación del Decreto en 2014.
Por ello, según se argumenta en el BOIB, «conviene modificar la mecánica de la prestación, con la finalidad, por una parte, de facilitar a las personas beneficiarias el acceso a la ayuda y, por otra, de simplificar los procedimientos administrativos y las intermediaciones de las entidades financieras».
Claro que sí, vamos a repartir miseria…