@B.R-L.A./ Basura, suciedad y guarrería a raudales. Eso es lo que predominaba en las calles Alt y Retir, en esas en las que desde hace muchos años nadie se atreve a pasar por miedo a recriminaciones, gritos o insultos.
Hoy, después de más de una década de espera, los ‘payos’ hemos vuelto a pisar esas calles. Eso sí, repletas de bolsas de basura, botellas, latas, papeles, restos de una hoguera y todo desperdicio que uno se pueda imaginar, incluyendo un olor nauseabundo a orín. Y eso es también lo que se han encontrado las decenas de agentes llegados anoche desde la Península para llevar a cabo el desalojo de Sa Penya. Además, los agentes han tenido que soportar durante todo el día insultos y críticas por lo bajini cada vez que se cruzaban con los afectados.
Desde primera hora de la mañana, el despliegue de la Policía Nacional se ha llevado a cabo en silencio y sin ruido, hasta cerrar todos los accesos posibles a las dos calles más conflictivas con el fin de acabar con la gran lacra que asolaba Sa Penya desde hace muchos años. Una lacra, propiciada por algunos incívicos. No todos. Porque igual que de payos, de gitanos, también, hay de muchas clases.
A la vez que avanzaban los minutos, y una vez superadas las nueve de la mañana, para que los menores ya no estuvieran en la zona y sí en el colegio, algún grito desesperado de los afectados hacía prever que el desalojo estaba cada vez más cerca. Gritos desgarrados de ‘injusticia’, ‘no al desalojo’ o ‘no somos animales’ fueron algunas consignas que retumbaban por las callejuelas que conforman Sa Penya. A esos gritos le seguían el ruido seco del martillazo o del derrumbe de alguna parte del interior del habitáculo. También mucho ruido de chatarrería, al sacar todo lo que habían dejado dentro. Y así, sucesivamente. Grito, llanto, martillazo, chatarrería. Grito, llanto, insulto, martillazo, chatarrería.
Los gitanos han sido los encargados de grabar y enviar a los ‘payos’ los vídeos del instante preciso del desalojo, de la llegada de los agentes y del momento de sacar toda la basura. Los ‘payos’ aguardábamos por las callejuelas, bajo la supervisión de los agentes, hasta que todas las viviendas estuvieran vacías.
Mientras eso ocurría, los gitanos cruzaban de una calle a otra sin ningún tipo de impedimento. Muy diferente a lo que les sucedía de los operarios de la limpieza, que reclamaban auxilio a los agentes después de perderese entre los callejones en búsqueda de sofás o algún otro mueble para tirar. Está claro que Sa Penya ha sido y es, por ahora, de los gitanos.
A la vez que el desalojo se sucedía, algún que otro turista- mapa en mano- disfrutaba del barrio histórico de Sa Penya, sin saber qué se estaba cociendo dentro. Turistas que también se han cruzado con algún que otro toxicómano que, con la esperanza aún en sus venas, buscaba algún rincón para acceder a su punto de suministro, sin conseguirlo. Otro, fuera de sus cabales y confesando que estaba ‘loco’, no ha tenido reparo, a pesar del estado que mostraba, en hablar con los Policías Nacionales para reclamar una y otra vez que le dejaran acceder. Petición rechazada.
Y es que a pesar de que más de uno ha negado a lo largo de toda la mañana- repitiéndolo cual mantra- que vendieran droga, sí es cierto que otros, un poco más allá, fuera ya del barrio de Sa Penya, confesaban que era su día libre ya que no podía vender droga. Y lo hacían sin reparos, a pocos metros del director insular, Roger Salas, y de otros ‘jefazos’ de la Policía Nacional.
Y sí, las dimensiones de la isla de Eivissa es lo que tiene. Que todos nos conocemos o nos hemos cruzado alguna vez, los payos y los gitanos, los gitanos y los payos. Y eso es lo que ha sucedido con algunos de los gitanos, que maldecían al alcalde Rafa Ruiz, con quien habían compartido aula cuando eran pequeños: «Al niñito este [en referencia a Ruiz] se la han subido los galones a la cabeza», repetían.
Ruiz, por su parte, ajeno a todas estas críticas felicitaba en Facebook el trabajo realizado hoy en el barrio de Sa Penya. Y se acordaba también del trabajo hecho en la época de Lurdes Costa como alcaldesa y Marc Costa, como regidor. Esa época en la que Sa Penya ya era un objetivo prioritario para los progresistas y cuando se construyeron tres VPO en la calle Vista Alegre, se construyó la plaza de Sa Pedrera, con su centro cívico, y se remodeló la casa de Erwin Broner.
Aún así, y a la espera de cómo sigan las siguientes horas, el desalojo de Sa Penya no puede verse como un triunfo. Aún no. Esto solo es el inicio.
Billetes de ida a salva sea la parte…
Ni media ayuda mas.