Este verano, la temperatura de superficie del mar balear ha alcanzado un máximo del año de 28,1 grados de promedio regional, que suponen una anomalía de 2,3 grados por encima de los datos históricos registrados por el Sistema de Predicción y Observación Costero de Baleares (ICTS SOCIB).
Localmente se han registrado temperaturas aún más elevadas que ese promedio regional que se alcanzó el 11 de agosto. La boya de Dragonera midió al día siguiente una temperatura de 31,87 °C. «Eso es muchísimo», advierte Mélanie Juza, investigadora del ICTS-SOCIB.
También las boyas de la Bahía de Palma y de Portocolom, el 8 y el 13 de agosto, detectaron temperaturas superiores a 29 °C.
Además, los datos de los satélites indican que el mar que baña Baleares está en plena ola de calor marina, un fenómeno que consiste en un período prolongado en el tiempo de temperaturas extremas, que en esta ocasión se extiende sin interrupción desde el pasado 30 de julio y supera ya el mes de duración, detalla Juza en una entrevista con EFE.
No es la primera vez que ocurre. La investigadora explica que, «sobre todo en 2022 y en 2023, el mar balear sufrió muchísimas olas de calor marinas, muy intensas y muy largas». «En todo 2023, en el mar balear tuvimos casi 200 días de olas de calor marinas y aunque este año hemos tenido una menos que el año pasado, estamos en esta desde finales de julio que es bastante intensa, y ha habido otras en el invierno y en la primavera», añade.
El SOCIB lleva a cabo una observación continua de la temperatura del mar. Dispone de datos del sistema europeo Copernicus obtenidos a tiempo real por satélite e históricos desde 1982; además cuentan con la información que recogen los instrumentos oceanográficos desplegados por la propia ICTS-SOCIB en Baleares como la boya horaria de la Bahía de Palma, que proporciona datos desde hace más de 10 años, y otra situada frente a Portocolom. Además reciben información de los planeadores submarinos (gliders) que observan el canal de Ibiza de manera casi continua, y los datos de otra red de medición que incluye la boya en Dragonera y otra en Mahón.
Disponer de este conocimiento es esencial para que los científicos puedan analizar la dimensión del fenómeno e informar a biólogos marinos, agencias medioambientales y también a los gobiernos de las distintas administraciones.
Uno de los hallazgos que ha constatado el ICTS-SOCIB es que ahora las anomalías de temperatura no solo ocurren en verano y pueden afectar a cualquier estación del año.
Estas anomalías pueden tener consecuencias de manera general sobre el sistema oceánico, porque las temperaturas al alza contribuyen al aumento del nivel del mar por expansión térmica; pueden modificar la estructura vertical del océano y los intercambios verticales de agua, dificultando el aporte de nutrientes, reduciendo la absorción de calor o de carbono y privando de oxígeno al océano profundo.
Además, las temperaturas al alza o eventos extremos pueden tener consecuencias sobre los ecosistemas marinos, que ya se han constatado científicamente, como el declive de las praderas oceánicas y la elevada mortalidad de corales y gorgonias.
Juza advierte de que todo ello tiene también consecuencias sociales: «Si tenemos los ecosistemas marinos afectados y una pérdida de biodiversidad y un deterioro de la vida marina, eso va a repercutir sobre sectores económicos como la pesca y el turismo, que se verán afectados por estos cambios».
«Además, si aportan más calor y humedad a la atmósfera, las aguas cálidas pueden contribuir a la intensificación de fenómenos extremos como las tormentas, porque hay más agua disponible en la atmósfera, que luego puede caer en lluvias torrenciales», añade.
Juza explica que, como consecuencia del calentamiento global, las temperaturas del mar balear han aumentado de manera considerable en las últimas décadas y sobre todo en los últimos años: «En Baleares, la temperatura de la superficie del mar se ha incrementado en 1,7 grados en 42 años, desde 1982 a 2023, y con una aceleración en los últimos años, de manera que tanto 2022 como 2023 han sido años récord».
Todos estos datos son consecuencia del calentamiento global, porque «el océano actúa como un almacén natural de calor y ha absorbido más del 90 % del exceso de calor asociado a las actividades humanas», explica la especialista en Oceanografía Física.
«Con el calentamiento global, las temperaturas siempre están por encima del promedio de los datos históricos, siempre estamos en una anomalía cálida; las anomalías se están convirtiendo en habituales», advierte.
EFE