La procesión del Santo Entierro se ha vuelto a celebrar este Viernes Santo en Vila después de un paréntesis de tres años. En 2019 fue la lluvia la culpable de que las cofradías de la ciudad de Ibiza no pudieran hacer el recorrido por las calles de Dalt Vila, y luego el covid obligó a anular esta cita tan importante de la Semana Santa tanto en 2020 como en 2021. Anoche volvió al 100%, consiguiendo congregar a cientos de personas a lo largo de todas las calles por las que transcurrió la procesión, hasta llegar a Vara de Rey. Después, cada hermandad se dirigió hasta su iglesia.
Las imágenes comenzaron a salir de la Catedral de Santa Maria de les Neus a las 20.15 horas, y pasadas las 19.00 horas ya había un gran ambiente en la plaza, con personas de Ibiza de todas las edades, familias enteras tanto en las cofradías como entre las personas del público, que ya iban guardándose su sitio, y también muchos turistas que, sin saber exactamente a qué estaba esperando la gente, aguardaron expectantes en la zona. También había varios efectivos de la Policía Local. Las figuras, los aplausos, el himno de España u otras piezas musicales que hacían sonar las bandas, la indumentaria de los nazarenos y los teléfonos móviles grabando todo fueron los elementos principales del atrezzo de este viernes.
Unos 30 minutos antes de comenzar la procesión, Elena (hija) y Pepita (madre), dos ibicencas de Sant Jordi, esperaban en primera fila, delante del templo. «Solemos venir al Santo Entierro, y las dos nos colocaremos detrás de la Cofradía del Cristo del Gran Poder, es algo que ya hemos hecho otros años», explicó Elena. «Hace unos años estuve mala y he hecho una promesa», detalló la entrevistada, que aseguró que continuará asistiendo a esta procesión en los próximos años. Ambas contaban que este momento no es algo únicamente religioso, sino también una tradición y un símbolo cultural.
Ellas, que son autóctonas de la isla, coincidieron en esta visión con Encarni López y Manuel Bermúdez, un matrimonio de andaluces que salen desde el año 2008 precisamente con la Cofradía del Cristo del Gran Poder, de la Parroquia del Rosario: «Para nosotros esto significa mucho, somos andaluces y lo vivimos desde pequeños», afirmó López mientras su marido se colocaba la vestimenta, de color morado. Ambos tienen una hija que también salió con la cofradía, como también lo hicieron una hermana y un hermano de Bermúdez. «Para nosotros esto también es una tradición familiar», explicaron orgullosos y sin disimular sus ganas de comenzar.
Ambos ya se esperaban la gran asistencia que finalmente hubo: «Seguro que después de estos años sin salir vendrá mucha gente a verlo», comentó Manuel Bermúdez a eso de las 19.30 horas.
Una procesión como tradición y como atractivo turístico
A las ocho menos cinco de la tarde, la banda de la Cofradía del Santo Cristo Yacente llegó tocando a la plaza desde el carrer Major, y cuando ya estuvieron delante de la catedral se escucharon los primeros aplausos. A los pocos minutos, después de hacerse el silencio, salió de la catedral la imagen titular, la de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Cautivo y Resucitado. «¡Ya sale!», le dijo una madre a su hijo pequeño, que miraba atentamente. La banda comenzó a tocar y se repitieron los aplausos, aunque esta vez con más fuerza: daba comienzo lo que no se ha podido vivir durante tres años. Enseguida comenzó a escucharse el himno nacional.
En esta primera parte, las cofradías (participaron las siete que hay en Ibiza ciudad) fueron a muy buen ritmo. Un poco antes de las 21.00 horas, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Resucitado transcurría por la calle Joan Roman, al final de la cual hay un restaurante con terraza, desde la que decenas de turistas observaron atentamente la escena y también filmaron vídeos y tomaron fotografías. En esta parte del recorrido, entre el público había tantos extranjeros como locales. Asimismo, los privilegiados que viven en Dalt Vila pudieron contemplar los pasos desde sus balcones. Algunos no disimularon su asombro cuando los costaleros aceleraron el paso. Como siempre, los capataces fueron animándoles y guiándoles para llevar a cabo correctamente el recorrido.
A dicha cofradía le siguió la del Cristo del Gran Poder y la Hermandad de los Antiguos Caballeros Legionarios de Ibiza y Formentera, que precedían al Jesús crucificado, al que portaron tumbado miembros de la Cofradía Santo Cristo de la Agonía.
Participaron en esta procesión todas las cofradías de Vila (siete), algunas de las cuales ya han sido mencionadas: Nuestra Señora de la Piedad, el Santísimo Cristo del Cementerio, el Santo Cristo Yacente, Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, el Santo Cristo de la Agonía, la Cofradía Nuestra Señora de los Dolores y Nuestro Padre Jesús Cautivo y Resucitado. Algunos de los pasos estaban adornados con cantidad de flores y con faroles o guardabrisas muy elegantes. Además, algunas esculturas de las imágenes presentaban una vestimenta muy trabajada, con llamativos adornos. Antaño en Ibiza el Santo Entierro se celebraba con un decorado más discreto y los asistentes permanecían en absoluto silencio. Ahora lo usual es que frecuentemente se interrumpa dicho silencio con aplausos e incluso con saetas y gritos y vivas a la Virgen.
El obispo de Ibiza y Formentera, Vicent Ribas Prats, estuvo al final de la procesión, justo detrás de la imagen del Santo Cristo Yacente. A su espalda, un grupo de personas de la banda concluían la procesión. Algunas personas del público, al llegar este momento, bajaban un par de calles más para continuar viendo la procesión desde otro punto de Dalt Vila.
Cuando algunos pasos ya iban por la calle de sa Carrossa, a punto de llegar a la plaza de Vila, ya había centenares de personas esperando en la zona del Mercat Vell, al otro lado de la muralla.
Se vivió un pequeño momento de tensión delante del Gran Hotel Montesol, cuando un coche de color gris que se había colado en la zona circulaba rápidamente muy cerca de un paso de la procesión. El conductor fue parado por agentes municipales. Por otro lado, al principio del Santo Entierro, en la plaza de la catedral, hubo alguna que otra riña en el público, entre los que llevaban una hora guardando sitio y los que llegaron en el último momento pero intentaron quedarse delante del todo.