NouDiari / El mercado inmobiliario está expectante ante la reacción de la demanda internacional a falta de tres días para la apertura de fronteras españolas. Según las previsiones de pisos.com, las autonomías que más sufrirán las consecuencias de la COVID-19 serán Baleares, la Comunidad Valenciana, Canarias y la Región de Murcia, territorios en los que los extranjeros acapararon del 21% al 28% de las compraventas en el tercer trimestre de 2019. Asimismo, se trata de las regiones en las que el sector del alquiler vacacional podría registrar los descensos más acusados por tratarse de enclaves con un turismo extranjero muy consolidado y una proporción más reducida de segundas residencias de españoles.
El peso de los extranjeros en la actividad inmobiliaria es notable durante los meses de verano por el peso del alquiler turístico, así como por las compras que realizan. Según destaca el portal inmobiliario, durante el tercer trimestre del año pasado protagonizaron el 12,55% del total de compraventas en nuestro país, superando las 15.150 adquisiciones. Los británicos encabezaron la lista con un 14,27% del total, seguidos de franceses (8,38%), alemanes (6,63%), belgas (6,17%) y marroquíes (6,05%), según los datos del Colegio de Registradores.
En este contexto, el mercado inmobiliario experimentará una bajada de doble dígito en las operaciones de alquiler realizadas por extranjeros entre julio y septiembre de este año. Esta pérdida quedará parcialmente compensada por el incremento de la demanda nacional y el trasvase de parte de la oferta vacacional a alquileres residenciales, que en estos momentos ya es del 17%. En el mercado de compraventa, la caída se producirá de manera más escalonada a lo largo de la segunda mitad de año.
Ferran Font, director de Estudios de pisos.com, vaticina un equilibrio entre oferta y demanda debido a los cambios coyunturales provocados por el coronavirus: “Las operaciones que el mercado español perderá con los extranjeros serán compensadas, en parte, por la demanda nacional. Además, es posible que el sector hotelero acabe recibiendo ayudas por parte del Gobierno, mientras que el propietario de una vivienda en alquiler deberá buscar vías alternativas de ingresos y muy probablemente opte por asegurarse una rentabilidad moderada y no depender de la llegada repentina de turistas”.