@Noudiari/Una escopeta, una cuchara hecha con corteza de árbol, una caja de cerillas llena de clavos, un paquete de arroz Benifayó de Valencia, y lo que parecen ser restos de huesos, no se sabe aún si de animales o humanos. Esto es lo que encontraron Ruy y Jesús, dos amigos excursionistas aficionados a recorrer la isla por sus lugares más recónditos, en una cueva ubicada en el acantilado de Cala Sardina, entre Santa Agnès y Sant Mateu, cerca de ses Torres d’en Lluc.
A la cueva llegaron buscando un camino de regreso de su excursión por los acantilados. Primero encontraron unas zapatillas, y pensando que era una señal de ‘civilización’ por la que dar con un camino de vuelta, hallaron la cueva, cuya entrada estaba cubierta por piedras, que parecían protegerla, y también por vegetación. «Entramos en la cueva y había dos cámaras. Meto la mano en una, la alumbramos y estaba la escopeta», explica Ruy, que detalla que al sacarla, ésta perdió parte de su cañón de hierro, deshecho por el tiempo. «Se quedó como si fuera arena o ceniza, pero la base de madera está», asegura el excursionista.
Tras el primer hallazgo, comenzaron a excavar y encontraron la cuchara hecha con corteza de árbol, así como una caja de cerillas de Fosforera Española, con clavos en su interior, «que se utilizarían como munición o para atarles un hilo para recoger el agua de la cueva», aventura Ruy. Siguieron buscando y encontraron restos óseos, «que no sabemos de qué son», añade el excursionista, y un paquete de arroz de la empresa Benifayó, cuya fábrica «ya no existe», según averiguaron los excursionistas.
Listado de personas que se escondían en la zona
Ruy y Jesús se pusieron en contacto con el Consell de Ibiza, pero ante la falta de respuesta, acudieron al Fòrum per la Memòria d´Eivissa i Formentera, donde les explicaron que seguramente sería de alguien que se escondía durante la Guerra Civil y la Posguerra, porque en esa zona se ocultaba mucha gente en aquella época.
Desde le Fórum comunicaron a ambos excursionistas que cuentan con un listado de personas desaparecidas que se escondían en esa parte de la isla y que investigarán si el hallazgo puede coincidir con alguna de ellas para poder identificarla. «Nos pusimos en marcha por eso, por si hay alguien que supiese que su tío, su abuelo o algún familiar estuviese escondido, y nunca supo más de él; que sepan que estaba allí», añade Ruy.
Por su parte, Jesús detalla que hay muchos refugios en esa zona, pero ninguno «tan inaccesible» como este.
El objetivo de ambos excursionistas es conocer la historia de lo que ocurrió en aquella cueva y, si se logra a identificar a alguna persona que se haya escondido allí, entregarle los objetos encontrados a sus familiares. «Alguien que nos dé alguna información de lo que podía ser aquello, y con eso ya, satisfechos», concluye Jesús.
En estos casos no hay que acudir al Consell o al Forum.
Hay que ir directo a la Guardia Civil, que sera la
que ahora vendra directamente a estos dos excursionistas.
Huesos y un arma de fuego, mal asunto.
Deberían hacer la prueba del carbono 14
Con la «cuchara» anda que no hace falta imaginación