Guillermo Romaní/ La Fiesta Intercultural de Formentera, que ha celebrado este fin de semana su decimosegunda edición, ha vuelto a convertirse en un ejemplo de integración entre las numerosas nacionalidades que conviven en la isla. Entre países y comunidades autónomas, se dieron cita en el Col.legi Públic Mestre Lluís Andreu de Sant Francesc cerca de una veintena de paradas, en las que el público asistente pudo degustar las especialidades típicas de los países que presentan una gastronomía muy distinta a la española o formenterense.
Los brasileños prepararon vaca tolada, pastel de maíz, vinagret y galletas pata de elefante; de Colombia la presencia gastronómica era envuelto de choclo, pasteles de yuca picada y mazamorra, mientras que los cubanos ofrecían arroz moros y cristianos, carne ahumada de cerdo, chicaritas de plátanos y galletas con dulce de leche. Los andaluces se sacaron un muy apreciado remojón de naranja y los argentinos se dedicaron al locro. Mientras tanto, los extremeños ofrecían chanfaina extremeña de carne y pestiños, y la aportación local se marcó un guisat de ratjada. De Galicia llegó la zorza y los indonesios cocinaron sate ayam, nasi goreng, atjar y spek koek, difíciles nombres pero excelentes sabores. De Italia una lasagna de carne y otra de pesto que concitaron largas colas, como también hizo como el cous cous de cordero marroquí que, tras el ágape, tuvieron el éxito de siempre con sus dulces y té.
Del asado criollo de Uruguay al sarmale rumano
Los peruanos ofrecían un clásico de su país como la causa limeña, a la que sumaban anticuchos y aji de gallina. El sarmale rumano no desmerecía ante nadie y los uruguayos se lucieron con un asado criollo, chozo y ensalada que tuvo un de las colas más largas del día, no se sabe si por el aroma que desprendía o por ser la parada que estaba más cerca de la puerta, que despertaba los apetitos ya de entrada. Los ecuatoriano, chalufán, patacones y morochos y de Paraguay -que por nombres no quede-, bori bori de gallina, chipa de almidón, chipa de maíz relleno, sopa paraguaya, empanada de mandioca y chicharrón juity. La fiesta fue un verdadero desenfreno de gustos y sabores en los que unos descubrían sabores inéditos y otros veían cómo combinar de una manera totalmente diferente los mismos ingredientes que usaban a diario.
En la cuestión musical, más de lo mismo, aunque con un detalle, la primera comparecencia en el escenario fue de Aires Formenterencs, un valor seguro al que siguieron una danza valicha originaria de Cuzco, Perú unas huaylas de Huancayo del mismo país andino, candombe uruguayo, gaiteros gallegos, ball pagés, ska italiano y otras propuestas al uso que hicieron bailar a un público sumamente predispuesto.