@Noudiari / Romanos y cartagineses han dirimido de nuevo sus diferencias sobre la arena de s’Arenal de Sant Antoni en la multitudinaria cita de las Festes de Sant Bartomeu que recrea las Guerras Púnicas, o Romanas, depende del lado al que se esté, entre las dos principales potencias del Mediterráneo entre los años 264 y 146 a.C.
La confrontación ha adquirido gran protagonismo en el municipio y centenares de personas se han dado cita en la playa para presenciar la ‘batalla’ entre ambos ejércitos, resuelta en esta oportunidad a base de tomatazos en vez de lanzas, flechas, catapultas y espadas y con empate técnico final entre los contendientes. Los participantes, ataviados con ingeniosos disfraces de la época, se lo han pasado en grande lanzando y dando cuenta de los 20.000 tomates con los que disponían como munición para arrojar contra el bando enemigo.
Con tapas de enormes ollas de cocina como escudos, los romanos se han protegido del ímpetu inicial de los cartaginenses. Las fuerzas se han ido equilibrando con el paso de los minutos, aunque en esta ocasión no ha habido vencedores ni vencidos. Los turistas que desconocían esta costumbre no daban crédito de lo que estaban viendo sobre en la playa, aunque los más valientes no han dudado un segundo y se han animado a tomar parte en la refriega. Eso sí, solo hasta que han recibido los primeros impactos en rostro y cuerpo y han visto que sin protecciones tenían más bien poco porvenir en esta disputa.
Mientras se estaba librando la guerra, en la retaguardia de las tropas cartaginesas se estaba preparando una torrada para 650 personas con más de 300 kilos de carne a la brasa para los ‘supervivientes’ del combate y el público asistente, que ha llenado el tramo del paseo en el que se han desatado las hostilidades. Al contrario de como ocurriera en la realidad, esta vez Roma no ha podido conquistar todas las posiciones cartaginesas ni arrasar con Cartago para borrar de la historia la facción enemiga.
Tras el enfrentamiento, que se ha desarrollado bajo amenaza de tormenta, cielo encapotado y por momentos con una débil llovizna, los guerreros se han aseado con un chapuzón en la orilla de la playa que les ha permitido continuar con la fiesta, dar cuenta de la cena y asistir a los conciertos que estaban previstos a continuación.