Descamisado, desaliñado y con unos pantalones sucios, el gestor y uno de los tres propietarios del terreno del asentamiento ilegal de Can Rova (los otros dos no tienen nada que ver con esta actividad), en Ibiza, donde han llegado a vivir unas 400 personas en caravanas y tiendas de campaña y que hoy está siendo desalojado por orden judicial, se ha encarado, insultado y escupido a los periodistas que están cubriendo la noticia.
Ha ocurrido sobre las nueve y diez de la mañana, cuando los profesionales de la información estaban tomando declaraciones con la portavoz de las familias que están siendo desahuciadas. «Iros a la puta mierda», «os reventaré», «te voy a tumbar», «no quiero ver una puta cámara aquí». Con estas palabras ha intimidado y tratado de amedrentar a los periodistas ante la impasividad total y absoluta de los policía locales que estaban presenciando la escena y que no han intervenido ni cuando ha estado a punto de agredir a uno de ellos.
«Ha habido muchos nervios» e «incertidumbre», ha manifestado Alicia Bocuñano, portavoz de las personas que viven en el asentamiento, que declara que esta pasada noche «ha sido un infierno». «A una persona le dio un ataque de ansiedad a las tres de madrugada. Tenemos mucho miedo, porque no sabemos a dónde ir», ha seguido diciendo Bocuñano, que no ha podido terminar su alocución por la llegada del gestor del campamento, que, fuera de sí, ha empezado a insultar y amenazar a los plumillas.
Bocuñano ha señalado que, aunque han llegado a vivir en el asentamiento hasta 400 personas, según un censo aproximado elaborado por Cáritas, alrededor de la mitad ya lo han abandonado en los últimos días y no sabe el número exacto de personas que se marchan del mismo sin tener un lugar al que ir. Entre ellas hay familias con hijos menores de edad. El drama de la vivienda en Ibiza ha explotado y no hay una solución.
La Policía ha identificado a un activista Extinction Rebelion que ha ido a apoyar a los desalojados en el momento en que los agentes han acordonado con vallas la zona y han echado del lugar a los periodistas que cubren la noticia, desplazados ahora lejos del campamento y con un todoterreno de la Guardia Civil cruzado delante suya que les impide presenciar la escena.
Un hombre de nacionalidad paraguaya que lleva dos años viviendo en el campamento y que llegó a la isla hace cinco en busca de trabajo, ha relatado que el espacio está parcelado y que por cada zona de acampada para un máximo de cuatro personas se pagaban 500 euros al mes, un precio que le parece «razonable». Asimismo, comenta que en el interior del terreno había baños portátiles y duchas para el aseo de los residentes.
A las diez y cinco de la mañana han empezado a llegar a la zona policías de la unidad de antidisturbios por si se produce algún tipo de enfrentamiento entre los habitantes y los agentes judiciales, que se han personado en la parcela poco antes. Mientras tanto, gente con neveras de playa, ropa en bolsas de basura, maletas de viaje y enseres personales a cuestas está abandonando de forma pacífica el camping ilegal del bario de Can Negre.
En el interior del campamento se aprecian tiendas de campaña, caravanas y autocaravanas, coches y barcos reconvertidos en vivienda y toldos de plástico con estructuras metálicas poco consistentes. Justamente debajo de uno de ellos aguarda a la sombra un grupo de personas que se plantea presentar resistencia pacífica al desalojo. Entre ellas, una sostiene a un bebé en brazos.
Los que no saben donde ir porque no se van a su lugar de procedencia/nacimiento y dejan de contribuir a este problemón?
Pues poco se ha fijado el periodista, por qué solo
mirar a la policía local había visto el distintivo y escudo de Santa Eulalia y no de San Antonio