Por Rebecca Beltrán: El político José Bono, peso pesado de las filas socialistas, ha publicado en la Editorial Planeta la primera parte de sus diarios, titulados Les voy a contar. Y vaya si ha contado. Sin autocensura, al menos no apreciable a primera vista, da cuenta de sus reflexiones y pensamientos a vuela pluma, muchos de ellos inspirados por sus compañeros y antagonistas en la política. Entre ellos, de Abel Matutes, de quien destaca su miedo a que los medios de comunicación no ofrezcan una buena imagen suya.
Según relata Bono en la entrada a su diario fechada el 9 de marzo de 1994, Manuel Marín, quien fuera presidente de la Comisión Europea entre marzo y septiembre de 1999, le confesó que Abel Matutes «tiene pánico a que la prensa hable mal de él». Esta reflexión sale a la palestra en una conversación entre Bono y Marín sobre la doble vertiente del ibicenco, la empresarial y la política. «Ha hecho negocios de hoteles y turismo en Santo Domingo, Asia… Y el Gobierno se lo ha consentido todo para poder usarlo», explicó Marín al político manchego. Prosigue apuntando que «De la Rosa compró el ocho por ciento de la Banca Matutes siendo Matutes comisario», una afirmación que apostilla comentando que Matutes «usaba habitualmente el avión privado de De la Rosa».
«También tiene negocios con Berlusconi y el banco Instituto San Paolo puede demandarle en cualquier momento», añadió Marín en su charla con Bono. Al término de su reunión con Marín, José Bono fue a dar un paseo con Joaquín Leguina, otro de los prohombres del PSOE, ante quien admitió que todo lo hablado con Marín «no es una novedad porque toda España sabe de sus negocios». Según expone Bono, esta conversación informal entre Leguina y él concluyó de forma jocosa con la referencia al significado que de ‘matute’ da el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (1. Introducción de géneros en una población sin pagar el impuesto de consumos; 2. Género así introducido; 3. Casa de juegos prohibidos).
Dos días antes, el 7 de marzo de 1994, en plena discusión con Felipe González sobre quién debía encabezar las listas del PSOE a las elecciones europeas, el entonces presidente el Gobierno español le confesó que Morán no era un candidato «capaz de fajarse contra Abel Matutes y lanzarse a la yugular de éste que, como él me dijo hace unos días, tiene pavor a que alguien relacione su puesto de comisario con su actividad empresarial».
La faceta financiera y empresarial de Matutes sigue cobrando importancia a medida que pasa el tiempo. En una cena en mayo de 1994, en aquellos tiempos en los que el F.C. Barcelona perdía títulos en las finales como hizo esa noche en Atenas ante el Milan, donde vio cómo se desvanecía de sus palmarés la Copa de Europa, tras disfrutar del partido y del menú, Bono anotó en su diario: «Solana piensa que no debemos usar al Felipe mitinero sino al Felipe gobernante y que frente al Matutes millonario, nosotros ofrecemos un Morán funcionario».
Bono no parece tener en demasiada estima al político ibicenco y detalla en este libro un enfrentamiento datado ese mismo año, en
1994, cuando fue tachado como embustero por los compañeros de Matutes en el Partido Popular al afirmar que éste poseía una finca en Castilla La Mancha. «Tenemos la certificación del Registro de la Propiedad, la escritura de la compra de la finca por parte de Matutes al productor de cine Goyanes y la carta del alcalde de Dosbarrios, Antonio Mata del Barco, que trabajó durante nueve años como tractorista para el millonario ibicenco. ¿Qué más quieren?», se justifica Bono hastiado de que le llamen mentiroso.
El tiempo avanza y el panorama político da un vuelco. José María Aznar asciende al poder y a los socialistas les toca ocupar los agrios escaños de la oposición. En mayo de 1996, Bono y el otrora director de El País, Jesús Ceberio, comparten mesa y mantel. Ceberio le comenta que el nuevo ministro de Defensa, Eduardo Serra, ha sido propuesto por el Rey, y entre confesiones admiten que Aznar puede consolidarse en la presidencia. Ceberio subraya «la importancia que en el Partido Popular conceden a los medios de comunicación y de la disciplina que se respira entre ellos». El director de El País ilustra esta reflexión a Bono con un episodio que tiene a Matutes como protagonista: «Estaba hace unos días comiendo con Abel Matutes y se presentó en el restaurante Pedro Arriola», quien era en aquella época asesor personal de José María Aznar, «lo cual provocó que Matutes, nervioso, tuviera que darle una expliación acerca de su heterodoxo compañero de mesa».
Algo hay que reconocerle a Bono y es su falta de cortapisas, al menos de las advertibles en una primera lectura. La Editorial Planeta todavía no ha anunciado la fecha de publicación del segundo volumen de estos diarios, aunque a buen seguro algunas de las ampollas levantadas por esta primera tanda aún no habrán cicatrizado.
SE HA QUEDADO CORTO
SE HA QUEDADO CORTO