La Oficina de prevención y lucha contra la corrupción de Balears ha lanzado a través de su web una encuesta “con el fin de incentivar los valores y actitudes favorables a la integridad institucional y a la ética pública”. Las chorradas que allí se preguntan a los ociosos con ganas de perder miserablemente 5 o 6 minutos causan vergüenza ajena.
Si en lugar de investigar con presteza las denuncias que llegan a su oficina, Jaime Far y su equipo se dedican a la noble tarea de encuestadores, poco avanzaremos. Pero tampoco vamos a rasgarnos las vestiduras porque no había demasiadas expectativas sobre el funcionamiento de dicho departamento dirigido por el alto cargo mejor pagado de toda Balears: 95.000 euros anuales, sin que conste ningún mérito que haga rentable ese pastizal que dadivosamente se le paga. No consideraremos meritorio que se equipare a un alto cargo que enchufa a un pariente con un funcionario que imprime un folio para un asunto particular o se lleva un boli, como vergonzosamente se hace en el infecto cuestionario que ocupa a Far.
Venir ahora a preguntar a los ciudadanos de Balears sobre su percepción de la corrupción no deja de ser un acto pueril y estéril. Más aún pudiendo interrogar sobre la labor de la Oficina encargada de prevenir y combatir tan execrable fenómeno. Pero no conviene presionar a la ciudadanía y obligarla a documentarse y leer las memorias anuales, tan vacuas como inútiles a los efectos que se dice perseguir.
Sin ir más lejos, Diario de Ibiza ha desvelado que la auditoría a la empresa pública FECOEV encargada por el Consell d’Eivissa, tras el escándalo de los gastos de representación que la entonces vicepresidenta 2ª del Consell cargaba a la sociedad gestora del recinto ferial, constata la existencia de numerosas deficiencias e irregularidades. Entre otras: en el control y registro de los patrocinios de moda Adlib, que se hacían sin factura y por tanto sin abonar el IVA; sin someter el intercambio de bienes o servicios por parte de los patrocinadores a cambio de publicidad, a los procedimientos de contratación pública y sin revisar el cumplimiento de los compromisos de tales empresas patrocinadoras; que solo Marta Díaz firmaba los gastos vinculados a la pasarela Adlib, gastos que sufrieron un incremento del 129 % en dos años; que se abusó de la contratación menor que permitía adjudicar a dedo; que se superaba el importe máximo de los contratos menores; y que podría haberse producido un fraccionamiento o acumulación de dichos contratos menores.
En resumen, el cortijo particular de Marta Díaz, a la sazón presidenta del Consejo de Administración de FECOEV, vicepresidenta 2ª del Consell d’Eivissa y número dos de la FSE-PSOE. Con la anuencia, cuando no la complicidad del líder del PSOE de Ibiza, Vicent Torres, y de la secretaria general de Podemos, Viviana de Sans, socia de gobierno y vicepresidenta 1ª del Consell.
Un presunto caso de corrupción que debe ser investigado y enteramente esclarecido»
¿Qué creen ustedes que ha hecho hasta ahora la Oficina Anticorrupción? No consta que haya hecho nada. Ha tenido que venir una empresa auditora a arrojar luz sobre el escándalo de FECOEV, pese a que el Parlament balear aprobó por unanimidad pedir a la oficina de Jaime Far que investigase el presunto uso fraudulento de fondos públicos por parte de Marta Díaz, ahora consellera insular no adscrita.
Estamos ante un auténtico escándalo que afecta al equipo de gobierno del Consell d’Eivissa durante la legislatura 2015-2019, que presidió Vicent Torres gracias al pacto entre PSOE y Podem-Guanyem. Un presunto caso de corrupción que debe ser investigado y enteramente esclarecido. Pero no albergamos esperanzas porque como es de ver, el lodazal afecta a PSOE y a Podemos, razón por la cual ni interesa a la mayoría de medios de comunicación ni muchísimo menos a la Oficina Anticorrupción, más ocupada en lanzar encuestas absurdas e inútiles.
Y es que debemos reconocer la habilidad que acreditan los partidos de izquierdas en tapar sus escándalos de corrupción y que pasen inadvertidos para la mayoría de la gente. Para que luego venga Vicent Torres, tan sobreactuado él, a hablar de gastos escandalosos. ¡Que hable de los suyos!