NouDiari / La jugadora ibicenca de balonmano, Paulina Pérez Buforn, ha presentado un trabajo de fin de grado en Derecho en el que aborda la situación laboral de las jugadoras en División de Honor. «La relación laboral especial de la jugadora profesional de balonmano» es un análisis concienzudo y también preocupante sobre el mundo del balonmano y las relaciones profesionales entre clubes y jugadoras. Su trabajo de fin de grado obtuvo la nota máxima, que es un 8.
La jugadora del Atlético Guardés dudó en realizar este estudio pero según ha declarado en una entrevista con al medio vigués, Atlántico.net: «creo que era algo que me lo debía. Un poco porque nosotras no tenemos ninguna normativa, ningún reglamento ni ley que nos ampare y quería conocer a qué ley estamos sujetas y cómo funciona».
Las conclusiones obtenidas por la ibicenca confirman «la necesidad de tener un convenio colectivo», y añade que «lo que faltan son los actores o actrices con capacidad para negociarlo». No existe una patronal de clubes y la asociación de jugadoras, por diversos aspectos legales, carece de capacidad. A esto se añade que la mayoría de los clubes no poseen una estructura necesaria para ser profesionales.
El estatuto del trabajador no contempla la figura laboral de un deportista en un club de liga no profesional. «Sería recomendable que se pudiera regular para que los sindicatos que funcionan y en los que nos agrupamos las jugadoras puedan ser un ente válido como negociador», resalta Paulina Pérez.
Uno tras otro, son aspectos que limitan y condicionan el día a día de las jugadoras y redundan en ese ese convenio, que es necesario. «El propio Estatuto de los Trabajadores remite en muchos de sus preceptos al desarrollo de un convenio colectivo. Hablamos de vacaciones, descanso, jornada laboral, retribución, indemnizaciones, bajas… Son muchos aspectos que no tenemos regulados en el balonmano y los hombres sí que lo tienen», incide la jugadora.
Esta situación deja desamparadas a las jugadoras profesionales porque «lo único que tenemos es el último eslabón, que es la justicia. Denunciar cuando existe un problema. Y, claro, muchas veces la jugadora no se plantea este tipo de cosas hasta que se enfrenta a ese inconveniente».
Disponer de un convenio garantizaría a las deportistas tener un «un suelo del que partir» porque «ahora dependemos de los clubes y su buena voluntad». El único aspecto regulatorio existente es la asamblea de la Real Federación Española de Balonmano en la que «votan todos los estamentos del balonmano. Y no tiene sentido que los árbitros o los clubes de Asobal sean parte de los que toman las decisiones en la relación laboral de las jugadoras y los clubes».
Para elaborar su estudio, Paulina realizó una investigación jurídica basada en jurisprudencia, legislación, y un vaciado de la normativa deportiva y laboral que envuelve la actividad laboral, una laguna jurídica para la que hace una propuesta de lege ferenda. Estudió parte de la evolución del balonmano femenino y un buen número de sentencias. Casi todas, «de cantidades pequeñas, porque ganamos poco». No obstante, la ya graduada en derecho expresa que «el trabajo no busca un ‘pobrecitas’. Es una reivindicación de la importancia de la mujer en el deporte, que cada vez es más importante y que, al ser igual trabajo, por lo tanto debe recibir igual salario. Y también lo explico en muchas ocasiones, que las condiciones laborales son claves en el rendimiento. Una persona que sabe cómo son las cosas y que tiene una seguridad jurídica rinde mucho mejor».