José Manuel Piña Vives/ La novedad más destacada este año en la berenada del Puig des Molins fue la práctica desaparición de la muy tradicional sandía, que hasta hace poco servía tanto para refrescarse tras la comilona que para entablar una dulce y pegajosa guerra entre los asistentes. Nunca hubo que lamentar víctima y los daños colaterales se solucionaban con un chapuzón en la vecina playa de es Salt de s’Ase. La paella de Carmen Frígols es en los últimos tiempos la gran triunfadora de la merienda.
Un alegre pasacalles a cargo de la banda de música Ciutat d’Eivissa sirvió de reclamo para que, un año más, los ibicencos se congregasen en el Puig des Molins para conmemorar la conquista catalana de 1235 a manos de las tropas comandadas por Guillem de Montgrí. Familias al completo y numerosos grupos de amigos siguieron como los niños al flautista de Hamelín a esta formación saltando, cantando y bailando.
En los cestos que portaban cabía, como siempre, todo lo necesario para darse un opíparo homenaje. También como todos los años, el banquete abarcó desde el humilde bocadillo de embutido a la jugosa tortilla de patatas, el filete empanado o algún guiso espectacular guardado en la tartera, como las apetecibles berenjenas rellenas que portaba una familia.
Pero cada vez se impone más la costumbre de la paella, que desde hace unos años prepara Carmen Frígols, una valenciana que reside a caballo entre Mallorca y Eivissa. Para preparar este plato, la cocinera utilizó cincuenta kilos de arroz, ocho litros de aceite, quince de pollo, diez de conejo, diez de costilleja de cerdo, diez de patas de cangrejo, quince de pimentón y diez de tomate. Se había calculado la paella para setecientas personas, pero la crisis ha llegado también a la berenada. «Hace dos años, preparé la paella para 1.300 personas», lamentaba la cocinera.
La expulsión de los moros de Eivissa sigue siendo un buen pretexto para reunirse en esta celebración. Ni el asfixiante calor que todavía hacía arder las piedras en las que tradicionalmente se sienta la gente fue suficiente para persuadir a los fijos a esta fiesta a faltar a la cita. La banda de Nuestra Señora de los Dolores competía en sonoridad con la del Ayuntamiento, pero a considerable distancia entre una y otra formación para no crearse interferencias. La banda Ciutat d’Eivissa clausuraba la cita sobre las nueve de la noche con un nuevo pasacalles que devolvía a los merendantes al punto de partida, el paseo de Vara de Rey.
Soc s’únic que li va parèixer insoportable la música de la banda de s’ajuntament? Massa forta com per parlar tranquilament en un berenar, i amb una selecció musical de temes rancis patxanguerus latins que, per al meu gust, res tenen a veure amb la festa.
Estic amb tu mamarratxu !
I es duo que hi havia … «para toda la vida» …
Naltrus no aguantarem ni a menjar sa paella … cutrerío a tope!
Jo tambe! Pero no m,esperava menys d,aquest ajuntament i la festvitat q celebravem….no devieu pensar escoltar cançons en català? ;-/ aviat ens prohibiran sa berenada