El uso obligatorio de mascarillas en la mayoría de interiores llega a su fin la semana que viene. Una medida para la que habría que esperar algo más, según algunos científicos, aunque para otros ha llegado ya el momento, y todos coinciden en no descartar que, en algún momento, puedan volver a ser necesarias.
El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar el martes que ya no sean obligatorias, salvo en centros sanitarios, sociosanitarios y el transporte público, una medida que sigue a otras como que los casos confirmados de covid-19 con síntomas leves ya no tengan que aislarse o el fin de las cuarentenas para los contactos estrechos de un positivo.
La viróloga del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) Sonia Zúñiga cree que sería “prudente” esperar a ver cómo funcionan esas otras medias antes de suprimir las mascarillas y “podría ser sensato” retirarlas de “manera gradual”, comenzando por ambientes con menor riesgo, como los colegios, pues los niños tienen “mucho menor riesgo de sufrir enfermedad severa”.
Los datos del pasado día 12 indican que la incidencia covid en mayores de 60 años era de 435 casos por cada 100.000 habitantes a catorce días, pero para la inmunóloga Carmen Álvarez, de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), habría que esperar a una incidencia inferior a 50 casos.
Para el microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi “ya es hora” de retirar la mascarilla en interiores, pero que no vayan a ser obligatorias “no significa que no sean recomendables”.
La pandemia -dice- no ha terminado, el virus sigue circulando y “el riesgo cero no existe”, pero “todo es cuestión de evaluar riesgo-beneficio”, pues la covid-19 no es lo mismo que en 2020, ya que la cantidad e inmunizados es muy alta, bien porque se han infectado o vacunado.
En todo caso, un sitio cerrado, mal ventilado y con mucha gente «sigue suponiendo un cierto riesgo», por lo que es «recomendable» mantenerla en el transporte público, lugares concurridos, centros sanitarios y «siempre que estemos con personas vulnerables», agregá.
En estos dos años tenemos que haber aprendido «tres cosas importantes», señala Álvarez: Las mascarillas son el «mejor arma» para evitar la transmisión cuando no se puede guarda una distancia superior a metro y medio. Donde surge el mayor número de brotes y contagios es en interiores con mala ventilación y si se está mucho tiempo.
Y la tercera es que en toda enfermedad infecciosa que se transmite por el aire, si se tiene síntomas, aunque sean leves, o se puede estar con personas de alto riesgo, la responsabilidad es de proteger a los demás y, por lo tanto, usar mascarillas, es fundamental».
La variante predominante en España es omicron silenciosa (sublinaje BA.2) que -explica Álvarez- es «la más contagiosa hasta ahora, aunque parece menos virulenta». Además circulan otras como XE, de la que ha alertado la Organización Mundial de la Salud, y que «parece aún más» contagiosa que omicron silenciosa.
Sin mascarilla en interiores es posible que los contagios suban, pero «no hay que obsesionarse -dice López-Goñi- con el número diario de contagios, sino con el efecto que puedan tener en la enfermedad y la hospitalizaciones. Estar contagiado no es sinónimo de estar enfermo».
El uso de la mascarilla o del respeto de la distancia social tienen un importante componente de responsabilidad personal y Zúñiga quiere pensar que «la mayor parte de las personas actúan con responsabilidad y lo seguirá haciendo».
Por otro lado, recuerda que cada vez se dispone de más medicamentos para tratar a los enfermos de covid-19 y, puesto que el virus «va a seguir unos años entre nosotros, en algún momento hay que poner en marcha estrategias» para ir recuperando la normalidad.
«No es una decisión fácil», dice Zúñiga, y puede depender mucho de cómo evolucione el virus a nivel mundial y de las variantes que puedan ir apareciendo en el futuro.
Los tres coinciden en no descartar que en algún momento vuelvan a ser necesarias, dependerá de si surge alguna nueva variante que cause problemas o de cuánto dure la inmunidad. Incluso podría haber una nueva ola «hacia el otoño o después del verano», estima Álvarez- pues el Sars-Cov-2 ha demostrado que es «impredecible».
La mejor forma de reducir la circulación del virus es evitar los contagios, recuerda Zúñiga y señala que hasta un 30 % de los infectados, incuso asintomáticos, desarrollan covid persistente, por ello, lo mejor es no contraerlo y las mascarillas, insiste Álvarez, «son nuestro mejor escudo».
EFE