Tanto el Club Atletisme Pitiús (CAP) como el CD Ibiza, principales afectados por la ‘privatización’ del estadio municipal de fútbol de Can Misses en favor de la UD Ibiza tras su ascenso a Segunda División A, han decidido tomarse unos días antes de alzar la voz y decir abiertamente lo que piensan sobre las presuntas soluciones que les ha aportado el Ayuntamiento de Ibiza. Los deportivistas se quedan sin estadio, les empujan a la pista de atletismo y el CAP pierde capacidad de entrenamiento y espacio. Todo esto siempre y cuando sea posible que el fútbol pueda desplazarse a esta instalación, en vista de los fosos que hay en la misma destinados algunas especialidades atléticas.
Los cambios planteados hasta el momento son de una envergadura considerable y los clubes creen que dividen al deporte municipal en clases y culpan de ello a la falta de previsión del Ayuntamiento de Ibiza. Esto ocurre cuando son ellos, entre otros muchos, quienes tiran del carro del deporte base. Se prevé una tormenta perfecta, no por el ascenso de la UD Ibiza, sino por las formas en las que el Consistorio ha decidido tratar al resto de clubes. Se sienten arrinconados porque nadie de quienes debían velar por sus intereses se ha preocupado lo más mínimo de solventar los problemas que se veían venir.
En ambos casos, la preocupación es máxima, puesto que las alternativas proporcionadas desde el Consistorio no convencen a unos ni a otros. El sentir general es que a pesar de que hace al menos tres años que el consistorio conocía claramente las intenciones de subir de categoría de la UD Ibiza, en todo este tiempo no se ha hecho absolutamente nada para paliar el déficit de instalaciones que sufriría el municipio de Ibiza si eso ocurría, como así ha sido.
El deporte ha cumplido con sus objetivos, ha ido creciendo y subiendo peldaños poco a poco según las metas marcadas por cada entidad. Sin embargo, su progresión no ha ido acompañada de una mejora en los equipamientos, no ha ido de la mano de políticas deportivas adecuadas y acordes al nivel. Ni campos de fútbol ni pabellones polideportivos, como aparecía, esto último, en el programa del PSOE de Vila para las últimas elecciones. Se mire por donde se mire, se llega tarde y mal. Y esto es indiscutible en vista del grave perjuicio que provocará.
No había ni ha habido un plan y desde el consistorio se ha obrado de forma improvisada. Esto es lo que cree, mayoritariamente, la gente del deporte de Vila, que verá profundamente alterada su forma habitual de trabajar. Esa misma que ha aportado durante los últimos años unos resultados increíbles al deporte municipal e insular, principalmente en el caso del atletismo, que, paradójicamente, es el que peor parado sale en todo este asunto.
Pero no son los únicos. En la pista de atletismo de Can Misses también juega un club de rugby, con quien el consistorio no ha dicho, como en los otros casos, si ha tratado estas novedades o no con sus dirigentes ni si esta especialidad se podrá seguir practicando donde siempre. El rugby, por su concepción del juego, es una modalidad que no ayuda a mantener el césped natural en perfecto estado de revista como para que después se jueguen partidos de fútbol en el mismo piso.
Los problemas no suelen venir solos y podrían ir en aumento en los próximos días en cuanto a falta de espacio se refiere. Y es que el Inter Ibiza está a un paso de subir también de categoría y entrar, por primera vez, en la Tercera División balear. Con el permiso, eso sí, de la Penya Independent de Sant Joan, con la que se disputa esta plaza, pero a la que de momento aventaja en la clasificación. Si este hecho se produce, el conjunto interista necesitaría también un terreno de juego donde aumentar sus horarios de entrenamiento y en el que celebrar sus partidos de Liga, que suelen ser a media mañana o a primera de la tarde en esta división.
Con la pérdida del estadio de Can Misses para el CD Ibiza y el hecho de que allí no puedan jugarse los encuentros de base de los clubes de fútbol de Vila puede darse una situación caótica a la hora de la programación, a menos de que se pongan horarios intempestivos o algunos clubes se vean obligados a ‘emigrar’ a otros municipios, algo que, según ha podido saber este diario, tampoco se ve con buenos ojos.
Habrá que esperar unos días, parece que pocos, para que los clubes implicados en estos cambios den su opinión una vez que se hayan debatido estos aspectos en el seno de sus directivas, cuyos ánimos están a día de hoy bastante caldeados por estas circunstancias.
Nada nuevo bajo el sol.