La pesca y venta ilegal de productos pesqueros es una práctica «ampliamente extendida en todas las Islas Baleares» y «afecta a todos los sectores relacionados con la pesca y su comercialización», según los resultados de la investigación realizada por la Fundación Marilles, que se presenta hoy, y que ha contado con testimonios de restaurantes, pescadores furtivos y con la ayuda de IbizaPreservation, entre otras entidades.
Entre sus conclusiones más llamativas está que a un 57 por ciento de los restaurantes contactados en el estudio les han ofrecido pescado no regulado. Por lo general, ha sido por pescadores recreativos, pero también pescadores profesionales. Un 11,1 % de los encuestados dicen haber recibido el ofrecimiento de forma indirecta.
Los restauradores (53 %) dicen tener conocimiento de restaurantes que compran pescado ilegal o personas que lo proporcionan.
El estudio desvela, además, que los pescadores submarinos furtivos altamente especializados pueden llegar a ganar 3.000 €/mes por lo que pagar una posible multa les sale a cuenta.
Hay varios tipos de furtivos: los que se dedican a la pesca recreativa de subsistencia, los que venden sus capturas como complemento de su salario o para llegar a fin de mes, y los grupos organizados que venden el pescado ilegalmente y que incluso emplean sistemas de aviso para evitar ser interceptados por los inspectores de pesca.
Las especies de más se venden de manera frauduleta en Baleares son:
Verderol / Serviola (Seiola dumerili)
Gallo / Gall de San Pedro (Zeus Faber)
Déntol / Denton (Dentex dentex)
Cap-Roig / Cabracho (Scorpaena crofa)
Anfós / Mero (Epinephelus sp)
Escorball / Corvallo (Sciaena umbra)
Reig / Verrugato (Umbrina cirrosa)
Tonyina / atún (Thunnus thynnus)
Calamar (Loligo vulgaris)
Entre las razones que propician la compra-venta de este pescado ilegal están las económicas (más barato) o que se ofrece como «de máxima frescura y calidad» porque se acaba de pescar «aunque no cumpla con las garantías sanitarias», remarcan.
También se compra por amistad o por limitaciones administrativas en el sector (menos días de pesca o menos cantidad sin compensar las pérdidas económicas que esto supone).
Entre las medidas de control que propone Marilles están:
– Acciones presenciales, pedir facturas, origen.
– Control de proveedores.
– Más y mejor regulación.
– Más periodicidad de control.
– Campañas y marketing de sensibilización.
– Trabajar con las asociaciones de pesca.
– Formar en el sector de hostelería.
– Informar al turista.
– Certificación de pescado local.
– Guía de restaurantes que lo hacen correcto.
– Hacer reconocimientos (premios u otros)
Una de las conclusiones más evidentes a las que llega este estudio es que hace falta más personal de inspección y de instrucción en la Administración para aumentar la presión y la lucha contra el furtivismo y las prácticas ilegales.
Marilles valora las campañas de concienciación al consumidor,» tanto el residente como el turista, y la puesta en marcha de sistemas de etiquetaje y certificación, como la creada por la Cofradía de Pescadores de Ibiza con la marca Peix Nostrum«.
«Peix Nostrum etiqueta individualmente peces de gran volumen –que son precisamente los comercializados de manera ilegal– y permite identificar a los restaurantes que lo venden. Desde que se ha puesto en marcha, ha incrementado el volumen de capturas que pasa por lonja porque los pescadores obtienen un valor añadido, reduciendo así el volumen de pescado que entra en el mercado ilegal. Peix Nostrum garantiza que el pescado ha sido capturado de manera legal por pescadores profesionales. Pero para que sea efectivo, el consumidor debe conocer su existencia y solicitar en los restaurantes o establecimiento de compra los certificados de la cofradía para que verifique el origen del pescado y su fecha de captura», valoran.
El estudio ha contado con la participación de representantes de pescadores profesionales, recreativos, pesca submarina, inspectores, administración, restaurantes, ONG, científicos y administración. Se han consultado más de 80 personas, incluyendo el testimonio de pescadores furtivos. La investigación se ha llevado a cabo bajo la norma “Chatham house”, según la cual se revela lo que se dice, pero no quién lo dice.
Desde IbizaPreservation, su directora, Inma Saranova, considera imprescindible sumar esfuerzos en Baleares para combatir las prácticas ilegales de pesca y así asegurar la protección de la vida del mar Mediterráneo: «Tenemos que apostar por una pesca sostenible que implique dejar los suficientes peces en el mar para asegurar su reposición, el respeto a los hábitats marinos de Baleares, y garantizar que las personas que dependen de la pesca en nuestras islas puedan seguir manteniendo su forma de vida».
Luego están los no furtivos que se arrogan el derecho a otorgar derechos de pesca y cobrar impuestos a los pescadores.
Esos sí que dan miedo. Te envían a la policía para secuestrarte en caso de que no cumplas las normas que imponen.