Ahora que estamos solos, con Ana Mateos
Nombre: Hay una historia con el nombre, yo me llamo Maite Ferrer Ferrer, porque mi madre se lo apuntó así a mi padre en el papelito para ir al registro civil, pero el registrador dijo que Maite no era nombre de santa, así que lo cambió por María Teresa. Pero nadie me llama María Teresa y tengo un segundo nombre en la partida de bautismo que nunca confesaré si no es bajo tortura.
Edad: 41 años.
Estado civil: soltera con perro.
Signo del zodiaco: Se supone que soy géminis, pero soy del 21 de mayo, que justo acaba un signo y empieza otro. Yo diría que soy géminis, pero hay teorías que dicen que soy tauro.
¿Sueles leer el horóscopo? No, nunca.
Lugar de nacimiento: La clínica Villangómez en Ibiza, a las 20.45h de un domingo porque el doctor tenía que irse a pescar.
¿Fue cesárea? No, fue parto natural.
¿Rincón favorito de Formentera? Antes, el murito de piedra que había en la Fonda Pepe que daba a Ca ses Castellones. Como ya no existe, un rincón de la playa de Llevant, muy cerca de Es Trucadors.
¿Cuando viniste a Formentera? El 20 de marzo de 2000. Cinco semanas después de que se muriese mi padre.
¿Cómo conociste la isla? Vine sin ganas a una entrevista de trabajo. Me presentaba a un puesto para una entidad bancaria y, como suele pasar cuando una va sin ganas a algún sitio, me cogieron.
Cómo definirías Formentera en tres palabras: Hogar, austeridad, azul.
¿Algún viaje soñado? Méjico, Japón, Canadá, Islandia…
¿Cuál es tu mayor sueño? Soy persona de sueños pequeños: seguir con la gente que quiero, tener salud, tener trabajo… Con esto me doy por satisfecha.
El mejor momento de tu vida fue… No tengo grandes momentos, tengo momentos pequeños.
¿Y el peor? La muerte de mi padre.
El libro que encontraremos en tu mesita: Fotopoemario de Joan Brossa y Chema Madoz; y como estoy estudiando japonés siempre está ahí Kana para recordar, de Marc Bernabé.
La última película que has visto: Nebraska, de Alexander Payne.
¿Cómo te llevas con las redes sociales? Era una escéptica, y me he convertido, ahora las defiendo. Tengo Facebook y lo uso a nivel personal. Me parece un divertimento.
¿Y Twitter? No tengo, no me gusta. Tengo prejuicios contra esas frases profundas de 140 caracteres.
¿Lo que más te molesta? La mentira, la impuntualidad y el tomate en las ensaladas.
¿Y cocinado? No, tampoco, el tomate en general no me gusta.
¿Comida favorita? Mi madre prepara unas almejas en salsa que son lo mejor del mundo. Y ella asegura que me gustan tanto porque cuando estaba embarazada de mi era lo único que comía.
¿Tu plato estrella, aquel que haces cuando quieres sorprender? Soy una absoluta nulidad en la cocina. Mi especialidad son los zumos de la licuadora. Confieso que traigo tuppers con comida de mi madre cuando voy a verla y también tengo amigos que cocinan muy bien y me suministran.
¿Practicas deporte? ¿Cuál? Pratico poco… Salgo a correr dos o tres veces por semana, con una compañera y con mi perro, Blai. Y este verano quiero retomar el submarinismo.
¿Un superpoder que te gustaría tener? Volar.
¿A quien admiras? Yo admiro a la gente que quiero y que tengo gente, a grandes personajes, aquellos que tienen una obra que me conmueve, sea literatura, pintura…
¿Alguien a quien te gustaría conocer? Quizá a Haruki Murakami, me parece un tipo muy interesante. Tomarme un café con él pienso que sería muy instructivo.
¿Profesión frustrada? De pequeña quería ser veterinaria, hasta que se nos murió el perro. Después quise ser arqueóloga, porque pensaba que sería como Indiana Jones. De hecho, estudié dos años de historia. No sé si llegan a ser profesiones frustradas, pero la que tengo (abogada) me gusta mucho.
¿El último capricho que te has dado? Un viaje a Florencia con amigas.
¿La mayor locura de tu vida? De las que puedo confesar, quizá venir a vivir a Formentera.
¿Tienes algún sobrenombre o mote? No, no especialmente. De pequeña me llamaban Maituchi, Maitechu, y todas las variantes de ‘Maite’. Y mi padre me llamaba «terrol.leta» o «rascassa», pero no es un sobrenombre.
¿Defectos confesables? Tengo muy mal carácter y por las mañanas peor. Quizá uno de mis peores defectos es que tengo muy buena memoria, y eso puede ser muy malo.
¿Y una virtud? Me considero una persona constante y trabajadora. Además, creo que tener muy buena memoria también puede ser una virtud.
¿A quién te gustaría que entrevistásemos? A Kate Wenham, profesora y exdirectora del instituto.
M’agraden molt aquestes entrevistes!