Una mujer camina sola por la orilla de una playa. La imagen está acompañada por una música tensa, casi de thriller. Después, la misma escena pero, esta vez, con una melodía suave de fondo. En cuestión de segundos, el contexto cambia por completo. Así arrancó el compositor Miguel Àngel Aguiló su charla en el Teatro España de Santa Eulària el pasado miércoles, enmarcada dentro de la programación de la semana de cierre de la VIII Edición del Festival de Cine de Ibiza, Ibicine.
“¿Veis cómo cambia todo solo con el sonido?”, preguntó el compositor a los asistentes. Aguiló acaba de ser premiado por el New York Movie Awards, un festival de cine internacional de carácter mensual, por la banda sonora de ‘Un paseo por el Borne’, dirigida por Nick Egea.
Durante la charla, el invitado mostró cómo la música no solo acompaña las imágenes, sino que «puede transformarlas, matizar las emociones e incluso modificar la percepción del guion». “La banda sonora es una forma de guion. Puede afectar al relato, darle un giro completo”, explicó.
Hablando de la comunicación entre director y compositor, Aguiló subrayó que las emociones, igual que en un texto, se construyen con matices. “La música en el cine son adjetivos en sonidos”, explicó a los asistentes, haciendo alusión a la sinestesia.
El encuentro, abierto al público y salpicado de ejemplos en directo, fue una invitación a escuchar el cine de otra manera. Aguiló abordó con cercanía y humor el papel de la banda sonora, a menudo olvidado o relegado a las últimas fases de producción. “Muchas veces no hay ni presupuesto ni tiempo para la música, pero luego quieren que suene como una superproducción de Hollywood”, comentó.

El compositor compartió durante su ponencia infinidad de anécdotas, como aquella vez que una directora le pidió que una escena sonara “como el olor de las gomas de borrar de la escuela”. “Te descoloca, pero al final entiendes que te está hablando de su infancia, de una época, de un espacio emocional. Y eso es lo que necesitas para dar en el blanco”, señaló.
Aguiló también mostró fragmentos de trabajos propios y repasó la manera en la que la música puede aportar capas narrativas, jugar con la emoción de los personajes o incluso marcar giros en la historia. “La música en el cine no es un adorno”, defendió. “Es estructura, es guion, es emoción. Si está bien hecha, no la oyes, pero la sientes”, sentenció mientras recordaba que «un buen compositor no solo debe saber escribir música, sino también escuchar: al director, al personaje y al entorno. “Cuanto más diálogo haya, mejor será el resultado”, aseguró.
La sesión, organizada por Ibicine con la colaboración del Ayuntamiento de Santa Eulària, sirvió también como espacio para reflexionar sobre los retos actuales del oficio, desde el auge de la inteligencia artificial hasta la precariedad en los proyectos independientes. Todo ello sin perder de vista lo esencial: que detrás de cada buena banda sonora hay sensibilidad, intuición y muchas horas de trabajo invisible.