@D.V./ Faros con museos, con centros de interpretación, con restaurantes, con tiendas de souvenirs… Cuando el pasado 3 de diciembre la ministra de Fomento, Ana Pastor, anunciaba la puesta en funcionamiento del programa ‘Faros de España’ para “poner en valor los faros, dándoles un uso hotelero y respetando su valor patrimonial”, nos estaba explicando una novedad a medias.
Durante las dos últimas décadas, coincidiendo con la sustitución de los fareros por sistemas de control informatizado, decenas de faros en España han compaginado su uso tradicional con el turístico. Si la gran novedad es que los faros se pueden convertir en hoteles, el faro del Cap de Creus -enclavado en un Parque Natural- ya alquila como apartahotel las antiguas estancias del farero. Lo cierto es que el Ministerio de Fomento quiere estimular la iniciativa privada para acelerar este proceso y ya ha anunciado la creación de una comisión que establecerá, de los 387 faros existentes en España, cuáles son los más adecuados para convertirse en hoteles.
Sin embargo, Fomento ha establecido una condición previa: cuando el concesionaro finalize su actividad, deberá devolver el faro al estado en el que se lo encontró. Por tanto, no se conciben intervenciones permanentes como la construcción de piscinas o ampliaciones que afecten la volumetría del edificio.
Museos, restaurantes…
En la actualidad, según señala el Ministerio de Fomento, 89 faros españoles tienen usos distintos a los que fueron creados. La mayoría, al estar situados en cabos y acantilados, es decir, en zonas naturales pintorescas, se han reconvertido en centros de interpretación. La lista es muy larga y incluyen al faro del Cabo de Peñas, de Finisterre, de Lequeitio o de la isla de Alborán, entre otros. Los faros ubicados en núcleos urbanos se han reconvertido en museos o en salas de exposiciones, como el de la torre de Hércules en A Coruña o el de Porto Pi en Palma de Mallorca. Naturalmente, la mayoría de ellos incluyen otros servicios como tienda de souvenirs, cafeterías o restaurantes.
Algunos faros acogen también la sede organismos culturales y científicos, como el de Llanes o el Cap Salines, en Mallorca, que acoge la sede de IMEDEA. Algunos se han reconvertido en acuarios como el de Punta Jandia en Gran Canaria, mientras que el de Formentor en Mallorca o el d’Artrutx, en Menorca, situado junto a una zona urbanizada de Ciutadella, se han convertido en restaurantes.
La singularidad de sa Conillera
En las últimas semanas se han postulado diversos faros como opciones muy factibles para convertirse en hoteles. Nos encontramos con faros urbanos como los de Peñíscola y Castro Urdiales, enclavados en el casco histórico de la ciudad y cuya conversón en hoteles no deberían ofrecer ninguna complicación. Salvando las distancias, éste podría ser también el caso del faro de Botafoch.
Los otros faros que podrían transformarse son los de Benicàssim, Cap Blanc -en Llucmajor- y el de Portocolom -en Alcúdia-, y siguen un patrón muy parecido: se situan encima de un acantilado, en una área poco poblada y de gran belleza natural, y están comunicados por carretera. Un perfil en el que se incluyen lo de Portinatx o los de la península de La Mola.
¿Algunos de ellos se puede comparar con el faro de sa Conillera? No. En primer lugar, por la particularidad de encontrarse en una isla deshabitada de muy pequeño tamaño. En segundo lugar, por el altísimo nivel de protección del que goza: forma parte de una Reserva natural, está incluído en la Red Natura 2000, cuenta con una protección LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), además de la autonómica ANEI (Área Natural de Especial Interés).
Esta protección se traduce en unas restricciones que se antojan incompatibles con las obras que se requieren para convertir el faro en un establecimiento hotelero. Por ejemplo, está prohíbido coger o dañar alguna planta o animal -en el islote hay lagartijas e invertebrados endémicos-, se prohíbe desembarcar sin autorización y, incluso, acercarse durante las épocas de cría de aves, entre abril y junio.
Evidentemente, cualquier empresa puede presentar su plan de negocio y, en espera que se pronuncie la comisión del Ministerio de Fomento que determine qué faros se convertirán en hoteles, los mejore situados son los de Botafoch, Portinatx y la Mola. Un hotel en sa Conillera se antoja muy improbable.