El cantautor Pau Riba, referente de la cultura alternativa y residente en Formentera durante la década de los 70, isla donde nacieron sus dos primeros hijos, Pau y Caïm, ha fallecido este domingo a los 73 años consecuencia de un cáncer de páncreas, tal como anunció el pasado diciembre.
La conselleria de Cultura de la Generalitat ha lamentado «profundamente» la muerte de Pau Riba, ya que la considera una «pérdida enorme», y ha mostrado su pésame a los familiares y amigos del artista.
Transgresor e iconoclasta, Pau Riba nació en Palma de Mallorca en 1948 y desarrolló la mayor parte de su carrera en Cataluña, donde se erigió en un referente de la cultura alternativa.
Riba inició su carrera en los años 60 y se convirtió en una de las voces más reconocidas de la música en catalán, con una treintena de discos, si bien también publicó una quincena de libros, entre ellos algunos poemarios.
Su álbum «Dioptria», publicado en 1970, fue considerado el mejor disco en catalán del siglo XX por la revista musical Enderrock.
Riba tenía cinco hijos y vivía en Tiana, en la comarca barcelonesa del Maresme.
El cantautor explicó el pasado 8 de diciembre que después de seis meses de intensas molestias y tras una errónea diagnosis de dolor psicosomático por parte de su doctora de cabecera, en octubre por fin fue hospitalizado con un diagnóstico de cáncer de páncreas y que el tumor no podía ser extirpado.
El artista empezó a hacer quimioterapia y, gracias a la ayuda de muchos amigos, según dijo entonces, consiguió iniciar un tratamiento de hipertermia «y unos chutes de vitamina C en dosis altas» en el Institut Khuab de Barcelona que les tenían «bien esperanzados».
«Lo que me molaba más era que me curasen con frecuencias sonoras, pero ahora tampoco es posible», señaló entonces el cantante, que comentó que, por más que comía y seguía «escrupulosas pautas dietéticas», perdía un par de kilos cada semana.
«Así y todo está siendo mucho más soportable y posible gracias a las ayudas recibidas hasta ahora», subrayó Riba, que agradeció a sus amigos el apoyo que le prestaban «para conseguir que esto deje de ser oscuridad extrema».
EFE