La psicóloga, escritora y divulgadora Patricia Ramírez, conocida como Patri Psicóloga, abre hoy la decimoquinta edición del ciclo de conferencias ‘La aventura de educar en familia’, que organiza el Servei d’Orientació Familiar (SOF) del Ayuntamiento de Santa Eulària.
‘Cómo tener una buena comunicación para entendernos con los hijos’ es el título de su conferencia, en la que ofrecerá herramientas «que ayuden a empatizar, a respetar, a mejorar la relación y el vínculo». En esta entrevista, reflexiona sobre cómo trabajar esa buena comunicación, por qué a los padres y madres les cuesta comunicarse con sus hijos y viceversa, cuáles son los principales errores que se cometen o cómo influye la tecnología en la comunicación.
Su conferencia se titula ‘Cómo tener una buena comunicación para entendernos con los hijos’. ¿Por qué es importante establecer una buena comunicación con los hijos?
Porque la comunicación es la vía para resolver cualquier tipo de situación. Es la vía para aprender, para disfrutar de las cosas buenas. Pero si detectamos cualquier problema o hay cualquier tensión y no hay una buena comunicación, es muy difícil solucionarlo.
Es algo que debe trabajarse desde que los niños son pequeños.
Claro. Si de pequeños enseñas a tus hijos una comunicación respetuosa, en la que les escuchemos y nos escuchen a nosotros, en la que les corrijamos desde la paciencia sin levantar la voz, seguramente van a confiar en nosotros. Una comunicación en la que no se juzgue, en la que haya atención, en la que haya comunicación de calidad, en la que haya un interés real por saber qué les pasa o qué nos quieren contar. Porque la comunicación no es solamente para resolver problemas, sino también para compartir experiencias que vivimos cada día.
¿Hay esperanza si se llega a la adolescencia sin haber establecido esa comunicación, sin haber creado ese vínculo con los hijos?
Hay esperanza en cualquier momento y esto es muy importante para todos los padres. En cualquier momento nos podemos sentar y disculparnos por no haberlo hecho de otra manera. Si tenemos unos padres que por circunstancias económicas, laborales, han tenido que estar muy volcados en el trabajo, han tenido muy poco tiempo, creen que no han tenido tiempo para hablar, cuando uno crea que es el momento hay que sentarse y decir: ‘Lo siento, he tenido este tipo de vida, no he podido estar más presente, pero quiero estarlo a partir de ahora, quiero formar parte de tus experiencias, quiero escucharte, quiero ayudar’. En cualquier momento podemos rectificar, incluso si ha habido comunicación pero no ha sido buena. Porque comunicación a veces hay, lo que no hay es entendimiento. Pero nunca es tarde.
¿Cuáles son las claves para lograr una buena comunicación con los hijos?
Lo primero es hablar sin juzgar, que los padres tendemos a sacar conclusiones enseguida de lo que nos están diciendo y a veces ni siquiera les dejamos expresarse. Escucharles sin interrumpir, porque a veces creemos conocerlos tanto que antes de que acaben decimos: ‘Ya sé lo que me vas a decir’, y con ello nos perdemos un montón de experiencias. No dar consejos sin pedir permiso; en cuanto nos cuenten algo no decirles: ‘Te voy a decir lo que deberías hacer’, sino: ‘¿Querrías saber lo que haría yo en tu situación?’. Ser ejemplo de modales y de buenas formas, ser educados y amables con ellos, no levantar la voz, darles las gracias, pedir las cosas por favor.
¿Algo más?
Hacer concesiones, porque no siempre tenemos la razón y muchas veces podemos aprender de ellos. También hay que ser honesto y no guardarnos información para pillarles; a veces nos enteramos que no nos han dicho algo, empezamos a hacer preguntas a ver si caen y les decimos: ‘No me estás diciendo la verdad’. Hay que ser sincero, decir: ‘Me he enterado que estuviste aquí y no me lo contaste, me encantaría que tuvieras confianza conmigo para compartir estas cosas’. Además, corregir desde el amor, porque no hace falta corregir desde el enfado o atacar para que se sienta dolido. No sermonear, no ironizar, todo esto.
¿Por qué les cuesta a los padres y las madres comunicarse con sus hijos?
Porque venimos de un modelo equivocado de comunicación y con nosotros no se han comunicado bien. Nuestros padres nos miraban y nos quedábamos tiesos; no hacía falta ni comunicarnos. Y no es que se comunicaran mal, es que a veces no había mucha comunicación; aquello era orden y mando, era una educación un poco más estricta, el respeto se entendía como miedo y eso es una equivocación. En casa se jugaba muchas veces al poli bueno y poli malo: ‘No le cuentes esto a tu madre o a tu padre y ya vemos’. No nos han enseñado a comunicarnos de una manera respetuosa con nuestros hijos. Y hasta hace poco los hijos eran ciudadanos de segunda categoría, podías levantarles la mano, podías gritarles. Si esto lo hacías con otra persona era maltrato, pero con tus hijos no lo parecía. Entonces, hay que tener mucho cuidado porque los niños son personas con sentimientos y emociones que merecen ser respetados como cualquier adulto. Y empezando por cómo nos comunicamos con ellos.
¿Y por qué a los hijos les cuesta comunicarse con sus padres o madres, pero no con sus amigos?
Porque cuando le cuentas las cosas a un amigo, no te juzga. Tu amigo te apoya, te escucha y si te corrige, lo hace desde el amor, dándote un consejo tranquilo. Cuesta comunicarse con los padres porque la mayoría de las veces los padres juzgamos a los hijos y nadie quiere compartir su intimidad y su privacidad con alguien que te va a juzgar. Entonces, prefieren ahorrarse ese momento. Y porque tampoco hay un proceso bidireccional de comunicación.
¿Qué quiere decir?
Tú confías en un amigo y le cuentas cosas y tu amigo confía en ti y te cuenta a ti. En casa, la comunicación es de los hijos hacia nosotros, pero tú cuando tienes problemas no los compartes con tus hijos, no les pides consejo a ellos, no te abres emocionalmente a ellos, no reconoces tus emociones, no reconoces tu parte vulnerable. Y claro, no podemos entablar una relación de confianza cuando faltan cosas tan importantes como esa.
¿Juzgarlos y una comunicación no bidireccional son los principales errores que cometen las familias a la hora de comunicarse con sus hijos?
Yo creo que el principal error son los prejuicios y los juicios de valor. Y no empatizar, y eso es muy importante.
Y esto hay que trabajarlo.
Claro, eso es un poco lo que vamos a ver en la charla: cuáles son las herramientas para poder empatizar, para poder respetar, para poder comunicarnos con ellos y mejorar la relación y el vínculo, porque cuando mejoras la comunicación y el entendimiento consigues relaciones mucho más estrechas y de calidad.
Incide en entenderse, no sólo en comunicarse. Aunque se trate de personas diferentes, en momentos vitales diferentes y con preocupaciones diferentes.
Exacto. Porque no siempre vamos a estar de acuerdo con todo lo que hagan nuestros hijos ni nuestros hijos van a estar de acuerdo con todo lo que hagamos nosotros, pero si hacemos un esfuerzo por ponernos en su punto de vista, en por qué actúa, piensa y siente de esa manera, seguramente que no se van a sentir juzgados, se van a sentir comprendidos.
Puede que detrás de ese juicio o de darles consejos, que comentaba antes, haya un intento de protección. ¿Cómo evitarlo?
Tenemos que darnos cuenta de que la sobreprotección nos lleva a esta generación de cristal en la que no saben hacer nada por ellos mismos porque al primer problema que tienen se lo resolvemos los padres. Yo creo que el tema está en buscar dónde dejar de ayudar sin ponerlos en riesgo. Y la pregunta es: ¿Este problema que voy a solucionarle a mi hijo lo podría solucionar él? Si la respuesta es sí, tienes que dejarlo. Por ejemplo, se olvida los deberes y te pones tú como una loca en el chat de padres a pedir los deberes. No. ¿Ese problema lo puede solucionar tu hijo? Pues que lo haga él. O si se le olvida la mochila de deporte no se la tienes que llevar, que se seque con la toalla de otro compañero, que no se seque o que venga con la ropa sudada. Que aprendan a buscar soluciones porque les anulamos su capacidad creativa y resolutiva cuando nos anticipamos a una situación que podrían solucionar ellos.
Luego, hay una etapa en la adolescencia en la que los hijos parecen distanciarse y esa comunicación, aunque se haya trabajado, parece que se resiente…
Yo creo que no. Y creo que no porque tengo cuatro hijos ya adultos y no me ha pasado con ellos. Yo entiendo que cuando hay una comunicación franca en la que la persona sabe que va a ser escuchada, no juzgada, no castigada y que va a ser para bien, confía en ti. Puede pasar alguna vez, pero la mayoría de veces cuando tenemos una comunicación bonita, amorosa, amable, compasiva con nuestros hijos, van a acudir a nosotros como referencia.
¿La tecnología dificulta la buena comunicación y el entendimiento con los hijos?
Sí, porque les aísla. La tecnología es muy atractiva, en un teléfono tenemos páginas web, redes sociales, series, podcasts, lo tenemos todo. Y les facilita mucho el entretenimiento y el aislarse. Antes en las casas había un televisor en el salón que se compartía con toda la familia y había discusiones para ver qué programa se ponía. Luego todos terminaban hablando de lo que se veía y eso favorecía la comunicación y hacer cosas en familia. Ahora ya no hay que discutir por los programas, porque todo el mundo tiene un dispositivo en el que puede elegir lo que quiera. Y eso hace que se aíslen los miembros de la familia.
¿Y cómo se afronta esta situación? Ahora están surgiendo muchos movimientos que defienden retrasar la entrega de dispositivos.
Es que antes de entregar un dispositivo en casa tenemos que educar en valores y establecer un código de comportamiento. Y decir para qué se puede utilizar el teléfono, para qué no, qué momentos son insustituibles, en qué momentos en casa hay cero tecnología… Si no marcas esas normas y las practicas como adulto, es difícil que tus hijos lo vayan a hacer. Igual que cuando se sacan el carné de conducir tienen una formación previa, porque nadie entrega un coche sin un carné, lo mismo tenemos que hacer con un teléfono. Enseñarles qué es la netiqueta, cómo nos relacionamos a través de las redes, cuáles son las consecuencias de no cumplir las normas que hay en internet. Todo eso hay que hablarlo con nuestros hijos.