Joan Miquel Perpinyà / No es justo que nuestros gobernantes mantengan a los habitantes de la bahía de Portmany en este sinvivir. ¿Habrá ferris o no los habrá? Unos opinan de un modo y otros de otro. Otros hay que lo hacen con matices: ferris sí pero sólo de pasajeros, sin vehículos y menos aún pesados. Todas las posturas son defendibles con argumentos razonables y lógicos, de modo que, se decida lo que se decida, estará bien decidido. Pero reconozco que lo ideal sería que se haga lo que democráticamente decidan los vecinos afectados porque hay argumentos a favor y en contra, todos respetables.
¿Es razonable que hoy en día la decisión la adopte el Govern balear? ¿O el Consell d’Eivissa? ¿O el pleno del Ajuntament de Sant Antoni?
¿Es razonable que hoy en día la decisión la adopte el Govern balear? ¿O el Consell d’Eivissa? ¿O el pleno del Ajuntament de Sant Antoni? Desde luego sería legal, pero ¿no sería mejor preguntar directamente a los ciudadanos una cosa tan simple y tan concreta? ¿Tan difícil sería hacer una consulta vinculante? A mí no me lo parece, aunque reconozco que tenemos tan poca costumbre de tales ejercicios democráticos que a nuestros representantes les causan urticaria porque en nombre de la democracia representativa siempre deciden por nosotros. Y les encanta. Y no están dispuestos a desprenderse de ese poder.
Una cosa sí pediría. Del mismo modo que un día se construyó la flamante estación marítima de Sant Antoni con el dinero de todos, si acaso se acuerda que siga unos años más -si no de por vida- criando malvas, se haga un sorteo entre todos los vecinos y se regale al ganador. O quizás sea mejor idea desguazar el inútil edificio y repartir los escombros entre todos los ciudadanos a partes iguales. Para que nos lo comamos con patatas y sepamos a lo que sabe el dinero que tiramos caprichosamente.
O quizás sea mejor idea desguazar el inútil edificio y repartir los escombros entre todos los ciudadanos a partes iguales. Para que nos lo comamos con patatas y sepamos a lo que sabe el dinero que tiramos caprichosamente.
Ese mamotreto que un día de 2005 se inauguró a bombo y platillo, fue edificado con un objetivo que ahora detestamos y no queremos de ningún modo. ¿Es razonable gastar dinero en algo que 15 años más tarde consideraremos digno de dinamitar? Atamos los perros con longanizas… pese a estar en la puñetera ruina.