@D.V./ ‘Cómo los super-ricos tomaron el control de Ibiza’. Este es el titular del reportaje que el periódico británico The Times dedica a la isla y en el que ahonda en su última mutación: si en su momento fue el refugio de los hippies y posteriormente de los clubbers, ahora Ibiza es presentada mundiamente como la isla de los ultra-ricos o, como los definen en The Times, the über-rich. Así, el redactor Hugo Rifkind señala que lo que antaño era el patio de juegos de los clubbers, ahora es el refugio de “hedge founders [especuladores irresponsables que crearon la crisis financiera], banqueros y oligarcas” que se disputan una mesa de 10.000 euros la noche en el Nassau.
Para The Times, Ibiza es un “astonishing phenomenon” -un fenómeno sorprendente-, pero su reacción no es sino una de las muchas que se repiten en la prensa británica, absolutamente fascinada con la isla.
Donde se diverten los plutócratas mientras la economía española “cae en picado”
Si el verano pasado el gran descubrimiento para la prensa internacional fue el Ushuaïa, este año los corresponsales sólo tienen ojos para el Nikki Beach. La revista GQ señala que “mientras la economía española entra en caída libre” Ibiza se convierte en el “apartheid de la gama alta” poblado por dos tipos de ricos: los “que tienen” y los que “tienen yates” [the ‘haves’ and the ‘have-yachts’]. Un proceso que, según GQ empezó hace dos años con la reconversión de El Divino en El Lío y la instalación de Cipriani en el Gran Hotel, y que ha tenido su culminación este verano con la llegada del Nikki Beach a Santa Eulàlia, lo que sería la confirmación de Ibiza como un destino de gama alta.
El Nikki abre la crónica que Lucy Kellaway realiza para el Financial Times con el título ‘Ibiza: Fantasy Island’, y que define este beach-bar como “el lugar donde los plutócratas se van de fiesta” y comenta cómo en algunos tumbonas a pie de piscina -que cuestan 650 euros- se descorchan botellas de vintage Cristal de seis litros que cuestan 25.000 euros.
Kellaway realiza un repaso por los lugares que se han constituido en el nuevo refugio de los ricos y visita también el Portitxol, famoso porque ahí se ubica la casa donde James Cameron estaba de vacaciones mientras el Reino Unido vivía una crisis terrorista. En el norte de la isla constata la existencia de una Ibiza silenciosa y tranquila, aunque su conclusión final es que la isla es el lugar por excelencia del hedonismo, donde se “puede vivir el momento por más tiempo que en cualquier otro lugar de la tierra” y señala que, incluso en el aeropuerto, se puede encontrar el club de David Guetta.
Los rostros desencajados de la vuelta a casa
Más compleja y con mayores matices es la crónica que realiza Luke Blackall para The Independent. Con el nombre de ‘We’re going to Ibiza’, su crónica realiza un relato de un viaje en avión entre Manchester y la isla, que define como “un viaje escolar para adultos” en los que se canta, se baila, se hacen trastadas y en el que las azafatas no dan al abasto para atender la demanda de bebidas alcohólicas de los pasajeros.
Blackall comenta que en este avión viajan desde chavales que llevan las maletas cargadas de botellas de vodka y Jagermeister hasta un disc-jockey que pasará su estancia en una mansión. Como reflejo de una sociedad en crisis que está liquidando la clase media, el periodista de The Independent considera que Ibiza es el ejemplo de esos dos extremos: por un lado los que piden bebidas en las hamacas de los mejores bares de las Salinas y, por otro, los que les supone un gran esfuerzo pagar ocho euros por una “botellita de agua cutre [tiny bottle of cheaply produced water] en Space”.
No obstante, la crónica que Blackall realiza del viaje de retorno a casa de los turistas ingleses es brutal, y donde antes había griterío y efervescente excitación, ahora se encuentra con “seres demacrados, espasmos en los rostros, muchos de los cuales, a pesar del sol, estaban más pálidos todavía. Otros parecen soldados heridos que regresan de una batalla perdida entre su cebrebro y las drogas. Cerca, un hombre tiene una hemorragia nasal espontánea en pleno vuelo”.
Lo dicho, una isla de contrastes.